Las grandes empresas privadas colombianas son culpables de acrecentar el papeleo inocuo que ahoga al país. Entre más grandes, peor el papeleo inútil que exigen.

 

Empresas que compran y venden cientos de millones de dólares, le exigen a quien les vende algo por valor de 200 dólares o menos, registrarse como proveedor. Para tal efecto, no es suficiente que el pequeño vendedor les presente su registro de Cámara de Comercio, su RUT, y una factura aprobada por la DIAN. Como si eso no fuera suficiente, el pequeño vendedor les tiene que llenar un extenso formulario donde le preguntan hasta de qué enfermedad murió su madre.

Nadie se explica para qué necesitan esta información las grandes empresas colombianas. Se entendería un registro de proveedores cuando se trata de un proveedor grande y permanente. Pero, ¿para una infeliz compra a una pequeña empresa que nunca más les va a vender?

Para las prepotentes y pesadas burocracias de estas grandes empresas lo de menos son los inconvenientes que le ocasionan al resto de los mortales, incluidas las pequeñas empresas. Para esta últimas, este absurdo papeleo conlleva un costo que no es despreciable.
 

Pero sobretodo, ¿qué sacan estas grandes empresas con mantener en sus archivos información detallada de pequeños y puntuales proveedores? ¿Por qué no les es suficiente la identificación tributaria?

Colombia es el país de la región donde es mayor el papeleo a todos los niveles. Parecería que los grandes empresarios colombianos, en lugar de tratar de agilizar procesos y trámites, se han empeñado en enredarle bobamente la vida a la gente.