Iniciadas con bombos y platillos las negociaciones para un acuerdo de paz, el ELN retornó a sus tradicionales prácticas delincuenciales. Estrecha relación de estas negociaciones con las de la Farc.

 

En la carretera que une a Quibdó con Pereira el ELN quemó ocho vehículos y secuestró a dos personas con la disculpa de que eran parte de una empresa que no les pagaba extorsión. Este grupo terrorista es legendario por sus extorsiones en territorios relativamente apartados de Colombia donde hay actividad minera, petrolera y de construcción.

En multitud de ocasiones han iniciado infructuosas conversaciones con el gobierno colombiano para abandonar sus actividades delincuenciales. Cada vez que eso sucede algunos de sus líderes dejan a un lado la careta de curtidos delincuentes y posan ante los medios de comunicación como estadistas preocupados por el futuro político y económico del país que azotan y destruyen.

Se trata de un macabro juego que se ha repetido en mas de una veintena de ocasiones en los últimos 40 años, con la complicidad de gobiernos incapaces de hacer respetar la ley y de aplicar la justicia. Estos gobiernos, con la excepción del de Álvaro Uribe, siempre han estado propensos a embarcarse en negociaciones con delincuentes y terroristas, antes que enfrentarlos y combatirlos con la ley.

Del ELN se dice actualmente que se está convirtiendo en el brazo armado de las Farc. Incluso algunos argumentan que las Farc no firmarían un acuerdo definitivo hasta que el ELN no sea partícipe. Señalan que las Farc consideran que el ELN se tomaría para su usufructo los territorios que hoy controlan en donde desarrollan con total impunidad sus negocios de narcotráfico y la minería ilegal.

Mientras tanto, según las encuestas, ha aumentado el escepticismo de los colombianos en relación con las negociaciones de paz de La Habana entre el gobierno colombiano y las Farc. Transcurrió sin pena ni gloria la fecha del 23 de marzo que había impuesto el Presidente Juan Manuel Santos para firmar el acuerdo definitivo. En este momento no se sabe cuánto mas van a durar estas negociaciones.

Alguien dijo por ahí que las negociaciones que se prolongan por mucho tiempo no terminan bien. En este caso de las Farc, Santos le vendió inicialmente la idea al país de que durarían un año. Luego dijo que otro año mas. No sucedió así y se cruzaron las elecciones que llevaron a su reelección como Presidente. En esas elecciones dijo que la paz con las Farc estaba a la vuelta de la esquina. Va a completar dos años de su nuevo período y no se concreta la firma del acuerdo.

Se sigue diluyendo el tema y agotando la paciencia de los colombianos. La agenda de lo que llaman el posconflicto es todavía muy confusa. Da la impresión de que lo que mas le conviene a las Farc es darle largas al asunto durante un buen tiempo mas. Incluso una fuente conocedora del tema le comentó a LaNota.com que la firma del acuerdo por parte de las Farc iba a depender de un perdón presidencial de Barack Obama a alias Simón Trinidad, actualmente preso en Estados Unidos con una larga condena a cuestas. Como se sabe, los Presidentes de Estados Unidos al final de sus mandatos acostumbran a hacer uso de la facultad que poseen de perdonar a presos. 

 

En el imaginario de las Farc se proyecta un regreso triunfal de Simón Trinidad a Colombia para liderar la firma del acuerdo y el ingreso del grupo a la actividad política.

En medio de estas esperas, en medio de este escenario de promesas incumplidas, Santos ha perdido la confianza de los colombianos y su poder negociador es cada vez menor. Las Farc están logrando todo lo que se propusieron y Santos corre el peligro de convertirse, al final del camino, en una patético instrumento útil de los objetivos de esta organización guerrillera.