Las reservas internacionales de Ecuador cayeron US$2.030 millones desde septiembre de 2008. En la última semana de diciembre el descenso fue de US$492 millones.
El nivel actual de reservas de US$4.400 millones es el más bajo desde marzo de 2008. Pero lo que más preocupa es la reciente aceleración del desplome de las reservas y los ingenuos pronunciamientos del gobierno ecuatoriano sobre cómo evitar una posible crisis de balanza de pagos.
El gobierno de Ecuador ha peleado con todo el mundo. Con Estados Unidos, con los tenedores de sus bonos soberanos, con Brasil, con Colombia, con las multinacionales petroleras, con multinacionales de otros sectores, con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial, entre otros.
Al tiempo que hace eso cree que países como Irán y Venezuela le prestarán o le darán los recursos para salir del atolladero. Como si estos dos países no estuvieran enfrentando una drástica reducción de sus ingresos petroleros, al igual que Ecuador.
De hecho, mencionar a Irán como posible rescatador o es un chiste o es para engañar a una población que últimamente le ha dado por creer que los pajaritos de oro se dan silvestres. Irán nada tiene que ver geopolíticamente ni le interesa lo que pueda sucederle a Ecuador. Lo único que comparten ambos países son los burócratas de sus respectivas embajadas.
Por otro lado, el gobierno de Ecuador ha expresado que conseguirá financiamiento de entidades regionales como el BID, la CAF y el Fondo Andino de Reservas. Son las únicas fuentes de financiación que le quedan. No le será fácil al BID prestarle una importante suma, sin contar con el apoyo complementario del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Además, de alguna manera los tenedores de bonos a los que Ecuador les ha incumplido presionarán negativamente, a menos que el préstamo se otorgara con unos condicionamientos que al presidente Rafael Correa le costaría aprobar.
En el caso de la CAF, la calificadora Standard & Poor’s le bajó su calificación de estable a negativa precisamente después de que Ecuador incumpliera con el pago de sus bonos soberanos. Para S&P, el riesgo implícito en el portafolio de la CAF aumentó considerablemente después de ese incumplimiento. O sea que el mismo Ecuador se está encargando de hacer más difícil el fondeo de una de las pocas entidades financieras que todavía puede prestarle.
También el gobierno de Ecuador cree que obtendrá recursos de sus demandas a las compañías extranjeras por supuestos incumplimientos tributarios y otros supuestos perjuicios. Otra vana ilusión. Como se sabe, la justicia opera lentamente en estos casos. Pero, además, se trata de un país que desconoce la jurisdicción de los tribunales internacionales en la resolución de varios de los conflictos con extranjeros. El gobierno de Ecuador sólo acude a los tribunales internacionales cuando cree que tiene todas las de ganar, pero se abstiene de hacerlo cuando sospecha de la eventualidad de un fallo adverso. Con esos antecedentes de doble moral, le será difícil a Ecuador conseguir que los demandados atiendan sus reclamos.
La ministra de Finanzas María Elsa Viteri ha manifestado que al gobierno no le gusta la dolarización, pero que tampoco le gustan tomar medidas irresponsables como sería la de desmontarla en los actuales momentos. Lo que diga la ministra es lo de menos. La continuidad de la dolarización está en duda mientras las reservas internacionales sigan cayendo y sobretodo, mientras el gobierno no demuestre que tiene un política coherente para enfrentar la caída de los precios internacionales del petróleo. Habrá elecciones presidenciales en abril, por lo que ni siquiera se anticipa una restricción al gasto público que pudiera mitigar la presión sobre dichas reservas.
Mientras todo esto sucede, Rafael Correa sigue peleando hasta con su sombra, y una mayoría de los ecuatorianos no se dan por aludidos de la gravedad de la situación y de que es solamente a ellos a los que les corresponderá enfrentarla. Nadie más lo hará, ni Irán, ni el BID, ni la CAF. En contra de lo que ellos mismos creen, Ecuador no es el ombligo del mundo, ni pesa mayormente en términos económicos o políticos dentro de la comunidad internacional.
Quizás al país que más le interesa la suerte de Ecuador es a su vecina Colombia, con la cual suspendió las relaciones diplomáticas, a pesar de los tradicionales lazos de hermandad, comerciales y de inversión que siempre han existido entre ambos países. También le podría interesar su suerte, más que todo por sentimientos de simpatía, al gobierno de Estados Unidos, al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, pero con ellos tampoco hay buenas relaciones. Y ciertamente podría interesarle su suerte a los inversionistas extranjeros que han comprometido allí sus recursos, pero un buen número de ellos ha sido tratado a las patadas.
El gobierno de Ecuador ha peleado con todo el mundo. Con Estados Unidos, con los tenedores de sus bonos soberanos, con Brasil, con Colombia, con las multinacionales petroleras, con multinacionales de otros sectores, con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial, entre otros.
Al tiempo que hace eso cree que países como Irán y Venezuela le prestarán o le darán los recursos para salir del atolladero. Como si estos dos países no estuvieran enfrentando una drástica reducción de sus ingresos petroleros, al igual que Ecuador.
De hecho, mencionar a Irán como posible rescatador o es un chiste o es para engañar a una población que últimamente le ha dado por creer que los pajaritos de oro se dan silvestres. Irán nada tiene que ver geopolíticamente ni le interesa lo que pueda sucederle a Ecuador. Lo único que comparten ambos países son los burócratas de sus respectivas embajadas.
Por otro lado, el gobierno de Ecuador ha expresado que conseguirá financiamiento de entidades regionales como el BID, la CAF y el Fondo Andino de Reservas. Son las únicas fuentes de financiación que le quedan. No le será fácil al BID prestarle una importante suma, sin contar con el apoyo complementario del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Además, de alguna manera los tenedores de bonos a los que Ecuador les ha incumplido presionarán negativamente, a menos que el préstamo se otorgara con unos condicionamientos que al presidente Rafael Correa le costaría aprobar.
En el caso de la CAF, la calificadora Standard & Poor’s le bajó su calificación de estable a negativa precisamente después de que Ecuador incumpliera con el pago de sus bonos soberanos. Para S&P, el riesgo implícito en el portafolio de la CAF aumentó considerablemente después de ese incumplimiento. O sea que el mismo Ecuador se está encargando de hacer más difícil el fondeo de una de las pocas entidades financieras que todavía puede prestarle.
También el gobierno de Ecuador cree que obtendrá recursos de sus demandas a las compañías extranjeras por supuestos incumplimientos tributarios y otros supuestos perjuicios. Otra vana ilusión. Como se sabe, la justicia opera lentamente en estos casos. Pero, además, se trata de un país que desconoce la jurisdicción de los tribunales internacionales en la resolución de varios de los conflictos con extranjeros. El gobierno de Ecuador sólo acude a los tribunales internacionales cuando cree que tiene todas las de ganar, pero se abstiene de hacerlo cuando sospecha de la eventualidad de un fallo adverso. Con esos antecedentes de doble moral, le será difícil a Ecuador conseguir que los demandados atiendan sus reclamos.
La ministra de Finanzas María Elsa Viteri ha manifestado que al gobierno no le gusta la dolarización, pero que tampoco le gustan tomar medidas irresponsables como sería la de desmontarla en los actuales momentos. Lo que diga la ministra es lo de menos. La continuidad de la dolarización está en duda mientras las reservas internacionales sigan cayendo y sobretodo, mientras el gobierno no demuestre que tiene un política coherente para enfrentar la caída de los precios internacionales del petróleo. Habrá elecciones presidenciales en abril, por lo que ni siquiera se anticipa una restricción al gasto público que pudiera mitigar la presión sobre dichas reservas.
Mientras todo esto sucede, Rafael Correa sigue peleando hasta con su sombra, y una mayoría de los ecuatorianos no se dan por aludidos de la gravedad de la situación y de que es solamente a ellos a los que les corresponderá enfrentarla. Nadie más lo hará, ni Irán, ni el BID, ni la CAF. En contra de lo que ellos mismos creen, Ecuador no es el ombligo del mundo, ni pesa mayormente en términos económicos o políticos dentro de la comunidad internacional.
Quizás al país que más le interesa la suerte de Ecuador es a su vecina Colombia, con la cual suspendió las relaciones diplomáticas, a pesar de los tradicionales lazos de hermandad, comerciales y de inversión que siempre han existido entre ambos países. También le podría interesar su suerte, más que todo por sentimientos de simpatía, al gobierno de Estados Unidos, al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, pero con ellos tampoco hay buenas relaciones. Y ciertamente podría interesarle su suerte a los inversionistas extranjeros que han comprometido allí sus recursos, pero un buen número de ellos ha sido tratado a las patadas.