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Los que piensan con ese deseo se frustrarán en las próximas décadas. La economía china será menos dinámica de lo que es actualmente.
 
China tiene mas de cuatro veces la población de Estados Unidos (1.354 millones frente a 310 millones). Sin embargo, su PIB per cápita de 6.076 dólares es menos de una octava parte el de Estados Unidos de 49.922 dólares. De hecho, el PIB per cápita de Colombia de 7.957 dólares es 31% superior al de China.

El elevado crecimiento económico de China de los últimos años y el tamaño de su población, así como el reciente lento dinamismo de la economía de Estados Unidos, han llevado a algunos analistas a la conclusión de que hacia 2020 la economía del país asiático será la mas grande del planeta.

Pero esta conclusión es errada según el análisis que realiza el columnista del Daily Telegraph Ambrose Evans-Pritchard (“China may not overtake America this century after all”, mayo 8 de 2013). Su conclusión es que el “milagro económico chino” de los últimos 30 años está llegando a su fin.

En primer lugar, como sucede en todos los países con dictaduras, el gobierno es un gran manipulador de las estadísticas oficiales. Por ejemplo, una estadística muy utilizada, la de consumo de electricidad, es alterada a su gusto por las empresas estatales que prestan ese servicio.

Por otro lado, en China se evalúa a los funcionarios públicos por el criterio de crecimiento, entonces su incentivo es inflar la producción de todo. Eso ha conducido, entre otras, a sobreinversiones con endeudamiento en distintas áreas y a excesos de capacidades instaladas que cada vez se hacen mas evidentes.

Evans-Pritchard cita al analista Clyde Prestowitz: “Si se ajustara el PIB de China por la degradación ambiental generada por este crecimiento sin sentido y se descontara la sobreinversión en cosas que jamás serán utilizadas, habría que reducirlo entre un 30% y un 50%. En otras economías una artificialidad de este tipo se reflejaría en aumentos de la cartera crediticia vencida, pero como eso nunca es reconocido en China, se manifestará como un menor crecimiento en años futuros.”

Mucho se ha hablado del exceso de deuda que afecta a Estados Unidos, Japón y países de Europa y su incidencia sobre el crecimiento económico. Casi nadie habla de China. Sin embargo, Fitch Rating hace poco redujo la calificación de la deuda china advirtiendo que se ha trepado de 125% del PIB a 200% del PIB en los últimos cuatro años. En estos años la cartera total ha pasado de US$9 trillones a US$23 trillones, un incremento equivalente a la totalidad de la cartera del sistema bancario de Estados Unidos.

En general, este camino de sobreinversión con base en deuda no proporciona las bases para un crecimiento sostenible y es el opuesto al que ha tomado Estados Unidos luego de la gran recesión de 2008-2009. Se podría argumentar que en Estados Unidos la corrección hacia menores niveles de endeudamiento ha debido ser mas intensa o rápida, especialmente en el frente fiscal, pero de todas maneras se ha venido dando. Y las perspectivas son alentadores si se tiene en cuenta una bonanza energética que ya empezó y el renacimiento que se anticipa de sus industrias química, de acero, de vidrio y de papel.

El Banco Mundial ha puesto el dedo en la llaga cuando se refiere a las muy altas probabilidades de que China caerá en lo que se denomina la “trampa del ingreso medio”. Como se sabe, muchos países de América Latina, Asia y el Medio Oriente han crecido en forma relativamente acelerada hasta llegar a pertenecer a las clases medias, pero han sido incapaces de subir en la escala e ingresar a la categoría de los países de ingreso medio alto o alto. Solo unos pocos como Japón, Corea del Sur y Taiwan lo han logrado.

Las rigideces de una economía relativamente centralizada, donde los objetivos políticos prevalecen sobre los económicos, y muy especialmente en todo lo que tiene que ver con el manejo de las innumerables empresas estatales, terminarán por ser un obstáculo para un crecimiento mas sofisticado basado en innovaciones en la frontera tecnológica. China necesitaría embarcarse en profundas reformas políticas y económicas para evitar la “trampa del ingreso medio”, pero ellas por ahora no se vislumbran en el horizonte.

Finalmente Evans-Pritchard menciona otra gran barrera que impedirá que China mantenga su actual dinamismo y que hará quedar en ridículo a los que extrapolan con base en las tendencias actuales. Es ni mas ni menos su evolución demográfica resultado de la muy estricta política de control de natalidad que ha seguido el gobierno desde que los comunistas se tomaron el poder.

Debido al lento crecimiento de la población, la fuerza laboral empezó a contraerse en términos absolutos a partir de 2012 (3.5 millones de trabajadores). El Fondo Monetario Internacional estima que será una declinación abrupta y antes de lo previsto. Señala que la reserva de población campesina buscando trabajo en los centros urbanos de cerca de 150 millones llegó a su pico en 2010. Este excedente se evaporará hacia 2020 y una década después China enfrentará un faltante de 140 millones de trabajadores, sin duda un fenómeno con grandes implicaciones no solo para ese país sino también para el resto del mundo.

El envejecimiento de la población de China es un cuento parecido al de Japón hace 20 años. Habrá el inevitable decaimiento de la productividad marginal de la mano de obra que trae consigo una creciente dependencia en poblaciones con edades mas avanzadas. Pero Japón (y países de Europa) llegaron a este punto demográfico con un PIB per cápita muy superior al de China (no como resultado de una imposición gubernamental sino por una decisión libre de sus ciudadanos).
 
Por todo lo anterior Evans-Pritchard coincide con los mas pesimistas sobre el crecimiento económico de China en el sentido de que se reducirá relativamente rápido a tasas promedio entre 3% y 4%, muy similares las que se darían en un renovado Estados Unidos. De ser este el caso, y dado que actualmente la economía norteamericana dobla a la china en tamaño y que su población crece hoy por hoy a una tasa anual de 0.90% frente a 0,48% del país asiático, las probabilidades de una igualación lucen muy escasas, por decir lo menos.