Los medios tradicionales de comunicación y un gran número de comentaristas parecen zombi a la hora de analizar a Trump y su gobierno.
Sus odios y sentimientos negativos en relación con el personaje les nubla la visión en una forma tan patética que solo despierta curiosidad. Muchos se concentran en cuestiones superficiales sobre su estilo y algunas declaraciones controversiales, pero no se adentran en lo sustantivo, en la implementación en menos de 100 días de iniciado su gobierno, de las políticas y programas que fueron sus promesas de campaña.
En el área de la economía ya puso en marcha, por medio de varias ordenes ejecutivas, una desregulación de significativas proporciones. Se trata del desmonte de la telaraña de trabas y restricciones administrativas que impuso el gobierno de Barack Obama. En ese desmonte se incluye las relacionadas con el sector de energía, y muchas de carácter ambiental que tenían frenado al sector manufacturero y al de la construcción.
Su proyecto de reforma tributaria está a punto de salir del horno. Se sabe que será un propuesta de cambio estructural de gran calado. Desde los años ochenta, desde la época de Ronald Reagan, no se ha propuesto un cambio en el régimen tributario como el que Trump presentará al Congreso. Obviamente el proceso de aprobación de esta reforma no será fácil y de seguro los periodistas y comentaristas zombi se agarrarán de cualquier traspiés en el proceso de aprobación para manifestar su regocijo ante esas dificultades. Pero la evaluación final dependerá de lo que logre aprobar, para lo cual hay que mirar el bosque y no perderse en las ramas como le sucede a estos zombi.
Por ejemplo, en el caso de la reforma a la salud, de su promesa de reemplazar el llamado Obamacare, ya hizo un primer intento y encontró a un Partido Republicano dividido en relación con el tema. No presentó el proyecto de reemplazo porque no contaba con los votos suficientes para su aprobación en la Cámara. Los periodistas y comentaristas zombi salieron con el cuento de que el retiro temporal del proyecto constituyó una gran derrota. Pero no lo fue en realidad. Lo cierto es que Obamacare no es sostenible, se está desplomando por si solo y de todas maneras hay que reemplazarlo. Este intento inicial sirvió para esclarecer cómo estaban las posiciones en el Congreso frente a un muy complejo tema. Trump ya señaló que su próxima iniciativa será el resultado de un mas sólido consenso entre las distintas facciones del Partido Republicano.
En materia presupuestaria presentó un proyecto que cambia radicalmente las prioridades que vienen de atrás y que obviamente tendrá algunas modificaciones en lo que siempre ha sido un proceso muy dispendioso de aprobación en el Congreso. De seguro los periodistas y comentaristas zombi en ese momento dirán que las demoras o los cambios que el Congreso introducirá a ese proyecto representarán una derrota para Trump, como si eso no fuera lo normal en esa democracia. Pero lo cierto es que con este proyecto su administración ya señaló el camino de las nuevas prioridades que contemplan, entre otras promesas de campaña, un fortalecimiento de lo militar y del gasto en renovación de infraestructura y una fuerte austeridad en varias otras áreas que atiende el gobierno federal (como en el caso de la ayuda externa).
También, en menos de 100 días ha logrado a través de persuasión, pero mas que todo por las políticas económicas ya implementadas o por implementar, que varias grandes empresas abandonaran sus planes de invertir por fuera de Estados Unidos y cerrar sus plantas de producción. Igualmente ha avanzado en identificar países que incumplen o hacen trampa con los tratados comerciales. Con China, por ejemplo, ya comenzó a renegociar las relaciones comerciales y está en proceso de hacerlo con México y Canadá respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA en inglés).
Sus políticas económicas han entusiasmado al sector productivo y a los inversionistas. La Bolsa ha alcanzado niveles récord y las cifras de desempleo son muy favorables. A diferencia de la era Obama, los nuevos empleos recientes no han sido en servicios, sino en manufactura y construcción especialmente. Da la impresión que fondos y recursos que estaban marginados de la actividad productiva por las excesivas regulaciones y los altos impuestos, han empezado a activarse con nuevas inversiones.
En otros frentes, logró la confirmación del juez conservador Neil Gorsuch para la Corte Suprema de Justicia en reemplazo de Antonin Scalia, tal como también lo prometió en su campaña. Dado que se espera el retiro de por lo menos uno o dos otros jueces de esta importantísima Corte compuesta por 9 miembros, a Trump no le temblará la mano para nominar a otros conservadores. Como se trata de jueces nombrados a perpetuidad, es claro que gracias a Trump Estados Unidos tendrá por muchos años una Corte Suprema de talante conservadora (no activista sino, por el contrario, defensora de los principios consignados en la Constitución).
A su vez, Trump ha dado pasos importantes para cumplir con otra promesa de su campaña: la de imponer orden en la caótica política migratoria de su país. Está expatriando inmigrantes ilegales comprometidos en delitos y está restringiendo el ingreso de extranjeros provenientes de países donde el terrorismo es rampante y donde no hay forma de conocer los antecedentes de quienes solicitan visas. Esto que parece una política razonable en cualquier país que se precie de serlo ha dado lugar a las mas ridículas rasgaduras de vestiduras por parte de los periodistas y comentaristas zombi.
Pero también ha seguido adelante con su idea de construir el muro en la frontera sur con México. Una frontera completamente descontrolada en el lado mexicano, donde impera a sus anchas la ley de tenebrosas mafias del narcotráfico, del tráfico de personas, y del contrabando de fármacos de toda clase. Los periodistas y comentaristas zombi y personajes como el Papa Francisco se hacen los de la vista gorda con esta terrible situación y acusan a Trump de ser racista simplemente porque trata de imponer la ley. Lo cierto es que sus solos pronunciamientos sobre el muro y el apoyo que le ha dado a las autoridades fronterizas han bastado para reducir en forma notable el ingreso de ilegales.
El reciente ataque con misiles de largo alcance a una base aérea de Siria luego de que el gobierno de Bashar al Assad fumigara a una población civil con armas químicas fue una jugada maestra por los mensajes que transmitió al resto del planeta. Primero, las armas químicas están prohibidas por Naciones Unidas: su utilización es inaceptable en cualquier conflicto bélico. Es una línea roja que el gobierno de Obama había establecido pero que, muy característico de ese gobierno, se había hecho el desentendido no obstante las violaciones. Angela Merkel, Francois Hollande y otros mandatarios, así como los líderes del Partido Demócrata en el Congreso, elogiaron el ataque (estaban desesperados con la inacción de Obama en este tema). Sobre Rusia, uno de los grandes apoyos de Assad, el Secretario de Estado Rex Tillerson afirmó que ese país ha sido cómplice o incompetente al no cumplir con el compromiso de asegurar en ese conflicto la no utilización de armas químicas, acuerdo que fue establecido en 2013 tras un ataque.
Pero el mensaje también estuvo dirigido a Irán, el otro gran aliado de Siria, que hasta la llegada de Trump a la Presidencia no hacía sino atacar de palabra a Estados Unidos y acosar a sus barcos en el Estrecho de Hormuz. Últimamente solo silencio y discreto comportamiento se observa por parte de este díscolo país. Se han acabado como por encanto las acciones provocadoras de los ayatolas.
Igualmente Trump ha puesto su mira en Corea del Norte y ha manifestado que la solución a la proliferación nuclear y constantes amenazas del loco que la gobierna sería un ataque aéreo. Sin embargo, considera que esta situación es evitable si China con su influencia pone orden ahí. El ataque con misiles a Siria tuvo lugar precisamente la noche anterior a una reunión con el Presidente Xi de China.
Mientras tanto esas absurdas acusaciones de que Trump era títere de Vlademir Putin han quedado aun mas desvirtuadas. Atacó a Siria a las espaldas de Rusia. Se ha propuesto hacer de Estados Unidos una gran potencia energética, lo que afecta muy negativamente a la economía rusa, cuya dependencia en las exportaciones de petróleo y gas natural es inmensa. Y está empeñado en fortalecer militarmente a Estados Unidos para aumentar su predominio sobre Rusia y otros países en armamento y equipamiento militar de todo tipo. ¿De manera, entonces, que los gobernantes rusos prefieren a un Trump que busca reafirmar el liderazgo de Estados Unidos en frentes donde hay una clara competencia entre ambos países? ¡Por favor!
Los periodistas y comentaristas zombi se han equivocado con Trump desde el primer día de la creación, cuando el personaje se lanzó a la palestra. Y lo siguen subestimando no obstante que se trata de un estratega de primer nivel y que cuenta con un equipo de asesores que cualquier observador imparcial no dudaría en calificar como excelente. Pero los zombi no dan su brazo a torcer porque lo que mas les cuesta es reconocer que han estado perdidos desde hace año y medio, viviendo en un universo paralelo que nada que ver.
En el área de la economía ya puso en marcha, por medio de varias ordenes ejecutivas, una desregulación de significativas proporciones. Se trata del desmonte de la telaraña de trabas y restricciones administrativas que impuso el gobierno de Barack Obama. En ese desmonte se incluye las relacionadas con el sector de energía, y muchas de carácter ambiental que tenían frenado al sector manufacturero y al de la construcción.
Su proyecto de reforma tributaria está a punto de salir del horno. Se sabe que será un propuesta de cambio estructural de gran calado. Desde los años ochenta, desde la época de Ronald Reagan, no se ha propuesto un cambio en el régimen tributario como el que Trump presentará al Congreso. Obviamente el proceso de aprobación de esta reforma no será fácil y de seguro los periodistas y comentaristas zombi se agarrarán de cualquier traspiés en el proceso de aprobación para manifestar su regocijo ante esas dificultades. Pero la evaluación final dependerá de lo que logre aprobar, para lo cual hay que mirar el bosque y no perderse en las ramas como le sucede a estos zombi.
Por ejemplo, en el caso de la reforma a la salud, de su promesa de reemplazar el llamado Obamacare, ya hizo un primer intento y encontró a un Partido Republicano dividido en relación con el tema. No presentó el proyecto de reemplazo porque no contaba con los votos suficientes para su aprobación en la Cámara. Los periodistas y comentaristas zombi salieron con el cuento de que el retiro temporal del proyecto constituyó una gran derrota. Pero no lo fue en realidad. Lo cierto es que Obamacare no es sostenible, se está desplomando por si solo y de todas maneras hay que reemplazarlo. Este intento inicial sirvió para esclarecer cómo estaban las posiciones en el Congreso frente a un muy complejo tema. Trump ya señaló que su próxima iniciativa será el resultado de un mas sólido consenso entre las distintas facciones del Partido Republicano.
En materia presupuestaria presentó un proyecto que cambia radicalmente las prioridades que vienen de atrás y que obviamente tendrá algunas modificaciones en lo que siempre ha sido un proceso muy dispendioso de aprobación en el Congreso. De seguro los periodistas y comentaristas zombi en ese momento dirán que las demoras o los cambios que el Congreso introducirá a ese proyecto representarán una derrota para Trump, como si eso no fuera lo normal en esa democracia. Pero lo cierto es que con este proyecto su administración ya señaló el camino de las nuevas prioridades que contemplan, entre otras promesas de campaña, un fortalecimiento de lo militar y del gasto en renovación de infraestructura y una fuerte austeridad en varias otras áreas que atiende el gobierno federal (como en el caso de la ayuda externa).
También, en menos de 100 días ha logrado a través de persuasión, pero mas que todo por las políticas económicas ya implementadas o por implementar, que varias grandes empresas abandonaran sus planes de invertir por fuera de Estados Unidos y cerrar sus plantas de producción. Igualmente ha avanzado en identificar países que incumplen o hacen trampa con los tratados comerciales. Con China, por ejemplo, ya comenzó a renegociar las relaciones comerciales y está en proceso de hacerlo con México y Canadá respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA en inglés).
Sus políticas económicas han entusiasmado al sector productivo y a los inversionistas. La Bolsa ha alcanzado niveles récord y las cifras de desempleo son muy favorables. A diferencia de la era Obama, los nuevos empleos recientes no han sido en servicios, sino en manufactura y construcción especialmente. Da la impresión que fondos y recursos que estaban marginados de la actividad productiva por las excesivas regulaciones y los altos impuestos, han empezado a activarse con nuevas inversiones.
En otros frentes, logró la confirmación del juez conservador Neil Gorsuch para la Corte Suprema de Justicia en reemplazo de Antonin Scalia, tal como también lo prometió en su campaña. Dado que se espera el retiro de por lo menos uno o dos otros jueces de esta importantísima Corte compuesta por 9 miembros, a Trump no le temblará la mano para nominar a otros conservadores. Como se trata de jueces nombrados a perpetuidad, es claro que gracias a Trump Estados Unidos tendrá por muchos años una Corte Suprema de talante conservadora (no activista sino, por el contrario, defensora de los principios consignados en la Constitución).
A su vez, Trump ha dado pasos importantes para cumplir con otra promesa de su campaña: la de imponer orden en la caótica política migratoria de su país. Está expatriando inmigrantes ilegales comprometidos en delitos y está restringiendo el ingreso de extranjeros provenientes de países donde el terrorismo es rampante y donde no hay forma de conocer los antecedentes de quienes solicitan visas. Esto que parece una política razonable en cualquier país que se precie de serlo ha dado lugar a las mas ridículas rasgaduras de vestiduras por parte de los periodistas y comentaristas zombi.
Pero también ha seguido adelante con su idea de construir el muro en la frontera sur con México. Una frontera completamente descontrolada en el lado mexicano, donde impera a sus anchas la ley de tenebrosas mafias del narcotráfico, del tráfico de personas, y del contrabando de fármacos de toda clase. Los periodistas y comentaristas zombi y personajes como el Papa Francisco se hacen los de la vista gorda con esta terrible situación y acusan a Trump de ser racista simplemente porque trata de imponer la ley. Lo cierto es que sus solos pronunciamientos sobre el muro y el apoyo que le ha dado a las autoridades fronterizas han bastado para reducir en forma notable el ingreso de ilegales.
El reciente ataque con misiles de largo alcance a una base aérea de Siria luego de que el gobierno de Bashar al Assad fumigara a una población civil con armas químicas fue una jugada maestra por los mensajes que transmitió al resto del planeta. Primero, las armas químicas están prohibidas por Naciones Unidas: su utilización es inaceptable en cualquier conflicto bélico. Es una línea roja que el gobierno de Obama había establecido pero que, muy característico de ese gobierno, se había hecho el desentendido no obstante las violaciones. Angela Merkel, Francois Hollande y otros mandatarios, así como los líderes del Partido Demócrata en el Congreso, elogiaron el ataque (estaban desesperados con la inacción de Obama en este tema). Sobre Rusia, uno de los grandes apoyos de Assad, el Secretario de Estado Rex Tillerson afirmó que ese país ha sido cómplice o incompetente al no cumplir con el compromiso de asegurar en ese conflicto la no utilización de armas químicas, acuerdo que fue establecido en 2013 tras un ataque.
Pero el mensaje también estuvo dirigido a Irán, el otro gran aliado de Siria, que hasta la llegada de Trump a la Presidencia no hacía sino atacar de palabra a Estados Unidos y acosar a sus barcos en el Estrecho de Hormuz. Últimamente solo silencio y discreto comportamiento se observa por parte de este díscolo país. Se han acabado como por encanto las acciones provocadoras de los ayatolas.
Igualmente Trump ha puesto su mira en Corea del Norte y ha manifestado que la solución a la proliferación nuclear y constantes amenazas del loco que la gobierna sería un ataque aéreo. Sin embargo, considera que esta situación es evitable si China con su influencia pone orden ahí. El ataque con misiles a Siria tuvo lugar precisamente la noche anterior a una reunión con el Presidente Xi de China.
Mientras tanto esas absurdas acusaciones de que Trump era títere de Vlademir Putin han quedado aun mas desvirtuadas. Atacó a Siria a las espaldas de Rusia. Se ha propuesto hacer de Estados Unidos una gran potencia energética, lo que afecta muy negativamente a la economía rusa, cuya dependencia en las exportaciones de petróleo y gas natural es inmensa. Y está empeñado en fortalecer militarmente a Estados Unidos para aumentar su predominio sobre Rusia y otros países en armamento y equipamiento militar de todo tipo. ¿De manera, entonces, que los gobernantes rusos prefieren a un Trump que busca reafirmar el liderazgo de Estados Unidos en frentes donde hay una clara competencia entre ambos países? ¡Por favor!
Los periodistas y comentaristas zombi se han equivocado con Trump desde el primer día de la creación, cuando el personaje se lanzó a la palestra. Y lo siguen subestimando no obstante que se trata de un estratega de primer nivel y que cuenta con un equipo de asesores que cualquier observador imparcial no dudaría en calificar como excelente. Pero los zombi no dan su brazo a torcer porque lo que mas les cuesta es reconocer que han estado perdidos desde hace año y medio, viviendo en un universo paralelo que nada que ver.