Se acentúa la escasez de dólares en Venezuela. Son varios los factores, pero uno muy importante es que los dólares de PDVSA no irrigan al resto de la economía.
Según el economista Orlando Ochoa, coordinador de la asociación civil Pensar, “nunca en la historia petrolera de Venezuela un gobernante había desviado más del 50% del ingreso petrolero sin dar ningún tipo de explicación.” Y la verdad es que los dólares de PDVSA no están llegando en la cantidad prevista a CADIVI ni al recién establecido Sistema de Transacciones de Títulos en Moneda Extranjera (SITME), que son los dos pilares del mercado cambiario oficial.
En realidad, el problema con Venezuela es que no se tienen estadísticas confiables, incluidas las relacionadas con los ingresos que supuestamente recibe PDVSA por sus exportaciones de petróleo crudo y refinados.
Venezuela, como país, cada vez produce menos e importa más, eso no es ningún misterio. Pero lo que no se sabe a ciencia cierta, pero se sospecha, es que el volumen de las exportaciones de PDVSA ha descendido en forma significativa por el mal manejo y por la falta de mantenimiento de su infraestructura productiva.
(Hay un avivado que de cuando en vez sale a desvirtuar esta conclusión, que no es otro que el ministro para la Energía y el Petróleo Rafael Ramírez, pero que lo hace sin evidencias sólidas en la mano, por lo que su credibilidad está por los suelos).
Por otro lado, las divisas de PDVSA se han utilizado para atender las crecientes importaciones de gas natural que ha demandado el sector eléctrico, así como para pagar por las importaciones de maquinaria y equipo requeridos en la ampliación de la capacidad de generación termoeléctrica.
PDVSA igualmente ha proporcionado las divisas para otras importaciones oficiales, incluidas las de armamentos y las de alimentos de PDVAL (más familiarmente conocido como PUDREVAL).
Como si lo anterior fuera poco, PDVSA le ha pignorado sus exportaciones futuras al gobierno de China. Es decir, la empresa ya no percibe divisas por una parte de sus ventas. Venezuela está pagando en especie, con crudo y refinados, el servicio de la deuda de préstamos que China ya le concedió y que el gobierno de Chávez ya se gastó, sin saberse muy bien en qué.
También hay que tener en cuenta que PDVSA no recibe por el crudo y refinados que exporta a Cuba, la mitad de los cuales es reexportada a terceros países (con lo cual los hermanos Raúl y Fidel Castro se hacen a unas divisas que la empobrecida economía de la Isla es incapaz de generar).
Según el economista Ochoa, las reservas internacionales disponibles de manera inmediata que posee el Banco Central de Venezuela (BCV) sólo llegan a unos US$10.000 millones. Con ese nivel de reservas y con los compromisos que ha adquirido el gobierno venezolano pero que todavía no han sido pagados, incluidos los muy diversos y cuantiosos de PDVSA y CADIVI, es inevitable que sea totalmente insuficiente la oferta de moneda extranjera en el mercado cambiario.
No sorprende entonces que el dólar paralelo o negro, el que no se negocia a través de los muy restringidos canales oficiales, esté actualmente por las nubes (más de tres veces la tasa oficial más alta). Tampoco sorprende, que en medio de esta confusa situación cambiaria, nadie le venda a Venezuela sino es de contado, lo cual de por sí agudiza aún más la escasez de divisas.
Y menos sorprende que haya una rapiña solapada por los restringidos y subvalorados dólares oficiales, detrás de la cual se esconden maniobras fraudulentas en las que están comprometidos altos funcionarios del gobierno, lo que inevitablemente conduce a distorsiones adicionales en la asignación de las escasas divisas disponibles.
En realidad, el problema con Venezuela es que no se tienen estadísticas confiables, incluidas las relacionadas con los ingresos que supuestamente recibe PDVSA por sus exportaciones de petróleo crudo y refinados.
Venezuela, como país, cada vez produce menos e importa más, eso no es ningún misterio. Pero lo que no se sabe a ciencia cierta, pero se sospecha, es que el volumen de las exportaciones de PDVSA ha descendido en forma significativa por el mal manejo y por la falta de mantenimiento de su infraestructura productiva.
(Hay un avivado que de cuando en vez sale a desvirtuar esta conclusión, que no es otro que el ministro para la Energía y el Petróleo Rafael Ramírez, pero que lo hace sin evidencias sólidas en la mano, por lo que su credibilidad está por los suelos).
Por otro lado, las divisas de PDVSA se han utilizado para atender las crecientes importaciones de gas natural que ha demandado el sector eléctrico, así como para pagar por las importaciones de maquinaria y equipo requeridos en la ampliación de la capacidad de generación termoeléctrica.
PDVSA igualmente ha proporcionado las divisas para otras importaciones oficiales, incluidas las de armamentos y las de alimentos de PDVAL (más familiarmente conocido como PUDREVAL).
Como si lo anterior fuera poco, PDVSA le ha pignorado sus exportaciones futuras al gobierno de China. Es decir, la empresa ya no percibe divisas por una parte de sus ventas. Venezuela está pagando en especie, con crudo y refinados, el servicio de la deuda de préstamos que China ya le concedió y que el gobierno de Chávez ya se gastó, sin saberse muy bien en qué.
También hay que tener en cuenta que PDVSA no recibe por el crudo y refinados que exporta a Cuba, la mitad de los cuales es reexportada a terceros países (con lo cual los hermanos Raúl y Fidel Castro se hacen a unas divisas que la empobrecida economía de la Isla es incapaz de generar).
Según el economista Ochoa, las reservas internacionales disponibles de manera inmediata que posee el Banco Central de Venezuela (BCV) sólo llegan a unos US$10.000 millones. Con ese nivel de reservas y con los compromisos que ha adquirido el gobierno venezolano pero que todavía no han sido pagados, incluidos los muy diversos y cuantiosos de PDVSA y CADIVI, es inevitable que sea totalmente insuficiente la oferta de moneda extranjera en el mercado cambiario.
No sorprende entonces que el dólar paralelo o negro, el que no se negocia a través de los muy restringidos canales oficiales, esté actualmente por las nubes (más de tres veces la tasa oficial más alta). Tampoco sorprende, que en medio de esta confusa situación cambiaria, nadie le venda a Venezuela sino es de contado, lo cual de por sí agudiza aún más la escasez de divisas.
Y menos sorprende que haya una rapiña solapada por los restringidos y subvalorados dólares oficiales, detrás de la cual se esconden maniobras fraudulentas en las que están comprometidos altos funcionarios del gobierno, lo que inevitablemente conduce a distorsiones adicionales en la asignación de las escasas divisas disponibles.