Y construir un nuevo coliseo poli funcional con las más avanzadas tecnologías. Bogotá se lo merece.
El actual coliseo es un mamotreto, una horripilante mole de cemento con capacidad para sólo 12.500 espectadores mal acomodados, sin acústica y sin facilidades para los deportistas o artistas que allí se presentan.
Como bien lo señala el presidente del Concejo de Bogotá Celio Nieves, Bogotá tiene más de 7.5 millones de habitantes y requiere un coliseo cubierto poli funcional con una capacidad de mínimo 25.000 espectadores.
En Estados Unidos y Canadá se demuelen sin compasión estructuras deportivas anacrónicas para dar lugar a unas nuevas construidas con todas las facilidades que proporciona la tecnología moderna. Es imposible introducirle los avances tecnológicos actuales, que son muchos, a una obsoleta mole de cemento como el actual coliseo El Campín.
Los expertos en estos temas no están en Colombia, donde la improvisación con estructuras deportivas y recreativas ha sido la regla. Se ha gastado una cantidad inmensa de dinero en la construcción de unas moles de cemento que no son poli funcionales, que no prestan un servicio adecuado a deportistas, artistas y espectadores.
Los mejores expertos en coliseos cubiertos están indudablemente en Estados Unidos y Canadá. Se puede acudir a su asesoría para no equivocarse en el tipo de escenario que necesita con urgencia la capital colombiana. Uno que cumpla con todas las normas internacionales y que se constituya en un lugar para competencias deportivas y conciertos de primer nivel.
En Colombia (y en América Latina) cuesta reconocer que todo ya está inventado y que el mejor negocio es siempre acudir a los que más conocen del tema. Con frecuencia se adopta la posición de que aquí todo se sabe y si por casualidad hay algo que no se sabe basta aplicarle una dosis de ingenio propio. Sin embargo, en el caso de estructuras deportivas y recreativas no solamente es muy poco lo que se sabe sino que esta gran ignorancia no reconocida lo único que ha producido son chambonadas de marca mayor.
Desafortunadamente eso es lo que hasta ahora ha sucedido con casi todas las estructuras deportivas y recreativas que se han construido a lo largo y ancho del país.
Como bien lo señala el presidente del Concejo de Bogotá Celio Nieves, Bogotá tiene más de 7.5 millones de habitantes y requiere un coliseo cubierto poli funcional con una capacidad de mínimo 25.000 espectadores.
En Estados Unidos y Canadá se demuelen sin compasión estructuras deportivas anacrónicas para dar lugar a unas nuevas construidas con todas las facilidades que proporciona la tecnología moderna. Es imposible introducirle los avances tecnológicos actuales, que son muchos, a una obsoleta mole de cemento como el actual coliseo El Campín.
Los expertos en estos temas no están en Colombia, donde la improvisación con estructuras deportivas y recreativas ha sido la regla. Se ha gastado una cantidad inmensa de dinero en la construcción de unas moles de cemento que no son poli funcionales, que no prestan un servicio adecuado a deportistas, artistas y espectadores.
Los mejores expertos en coliseos cubiertos están indudablemente en Estados Unidos y Canadá. Se puede acudir a su asesoría para no equivocarse en el tipo de escenario que necesita con urgencia la capital colombiana. Uno que cumpla con todas las normas internacionales y que se constituya en un lugar para competencias deportivas y conciertos de primer nivel.
En Colombia (y en América Latina) cuesta reconocer que todo ya está inventado y que el mejor negocio es siempre acudir a los que más conocen del tema. Con frecuencia se adopta la posición de que aquí todo se sabe y si por casualidad hay algo que no se sabe basta aplicarle una dosis de ingenio propio. Sin embargo, en el caso de estructuras deportivas y recreativas no solamente es muy poco lo que se sabe sino que esta gran ignorancia no reconocida lo único que ha producido son chambonadas de marca mayor.
Desafortunadamente eso es lo que hasta ahora ha sucedido con casi todas las estructuras deportivas y recreativas que se han construido a lo largo y ancho del país.