Al celebrar sus 50 años, la revolución comunista en Cuba tiene poco que mostrar, excepto por las remembranzas románticas de la llegada al poder del grupo que tiranizó a la isla. En Cuba actualmente no hay posibilidades de disidencia política y su población no tiene la libertad de viajar al exterior y de comunicarse con el resto del mundo.
En términos económicos, antes de la revolución Cuba era el tercer país más avanzado después de Argentina y Chile. Su economía era de un tamaño similar a la de Japón. Actualmente ocupa el puesto 21 de toda América Latina, aunque es posible que esa posición sea inferior puesto que no se tienen cifras confiables. El gobierno de Cuba es reconocido por el permanente engaño que trata de hacer con la manipulación de las estadísticas.
Como sea, un estudio realizado por Jorge Salazar-Carrillo de Florida International University que comparó el PIB de hace 50 años con el actual, llegó a la conclusión que el actual es 5% el que era en ese entonces. Cuba era virtualmente auto suficiente en comida y actualmente importa 84% de sus necesidades al respecto. La cosecha de azúcar fue de 7 millones de toneladas en 1952, la que se compara desfavorablemente con los 1.5 millones de toneladas que se produjeron en 2008.
El gobierno cubano se precia de sus servicios de salud y educación. La verdad es que ambos servicios han sufrido con la permanente crisis económica que ha padecido la isla, así como por la falta de integración con el resto del mundo. Especialistas imparciales califican los servicios de la isla como apenas regulares, carentes de excelencia en términos de equipos y tecnología, atendidos por profesionales que están en la ante penúltima moda en cuanto a conocimientos.
Pero la reflexión más importante que hay que hacerse al cabo de 50 años es donde estaría Cuba hoy en día si hubiera disfrutado de un desarrollo sostenido en ese lapso. Indudablemente sería uno de los países más rico del continente y poseería los recursos suficientes para prestarle los mejores servicios sociales a su población. En esos 50 años, no hubiera sido el país mendigante que fue, primero con Rusia y ahora último con Venezuela.
¿Qué hay para celebrar en esos 50 años? Nada en realidad, excepto por el éxito de un grupo de revolucionarios que logró mantenerse en el poder, privando a la población de las libertades básicas y de las oportunidades que depara el progreso económico. Eso es en el fondo lo que celebran los amigos de este régimen en el resto del mundo, para quienes siempre ha sido lo de menos la real situación del pueblo cubano.
Como sea, un estudio realizado por Jorge Salazar-Carrillo de Florida International University que comparó el PIB de hace 50 años con el actual, llegó a la conclusión que el actual es 5% el que era en ese entonces. Cuba era virtualmente auto suficiente en comida y actualmente importa 84% de sus necesidades al respecto. La cosecha de azúcar fue de 7 millones de toneladas en 1952, la que se compara desfavorablemente con los 1.5 millones de toneladas que se produjeron en 2008.
El gobierno cubano se precia de sus servicios de salud y educación. La verdad es que ambos servicios han sufrido con la permanente crisis económica que ha padecido la isla, así como por la falta de integración con el resto del mundo. Especialistas imparciales califican los servicios de la isla como apenas regulares, carentes de excelencia en términos de equipos y tecnología, atendidos por profesionales que están en la ante penúltima moda en cuanto a conocimientos.
Pero la reflexión más importante que hay que hacerse al cabo de 50 años es donde estaría Cuba hoy en día si hubiera disfrutado de un desarrollo sostenido en ese lapso. Indudablemente sería uno de los países más rico del continente y poseería los recursos suficientes para prestarle los mejores servicios sociales a su población. En esos 50 años, no hubiera sido el país mendigante que fue, primero con Rusia y ahora último con Venezuela.
¿Qué hay para celebrar en esos 50 años? Nada en realidad, excepto por el éxito de un grupo de revolucionarios que logró mantenerse en el poder, privando a la población de las libertades básicas y de las oportunidades que depara el progreso económico. Eso es en el fondo lo que celebran los amigos de este régimen en el resto del mundo, para quienes siempre ha sido lo de menos la real situación del pueblo cubano.