Luego de los saqueos propiciados por el gobierno de Nicolás Maduro al comercio, sin reservas internacionales, con la inflación mas alta del planeta, la moneda de Venezuela sigue en picada.
El país con las mayores reservas de petróleo del planeta sencillamente está quebrado. No tiene como pagar sus deudas. Proveedores, como en el caso de algunos de Brasil y otros de Panamá, se han quedado con los crespos hechos a la hora de cobrar.
Se requiere ser o bien un loco aventurero o bien un despistado para venderle a crédito al gobierno de Venezuela o a sus empresas públicas o privadas. A los proveedores de Colombia les costó bastante aprender esta lección, deslumbrados como estuvieron en una época con la posibilidad de vender con márgenes muy altos.
El 14 de noviembre de 2013 el tipo de cambio en el mercado negro de la frontera (Cúcuta) llegó a 67 bolívares por dólar. Hace un mes era de 46 bolívares por dólar. En 30 días una devaluación del 46% del dólar negro, lo que es un indicio de la desintegración económica que sufre Venezuela.
El sector privado, no solamente no consigue dólares para importar las materias primas, insumos y maquinaria y equipo, que necesita para producir, sino que además se ve forzado por el gobierno a vender a precios de baratija lo poco que pone en las estanterías. ¿Qué capacidad le queda a estos empresarios para cumplir con sus deudas con proveedores extranjeros?
A medida que se amplía la brecha entre los dólares oficiales y los dólares negros, se acrecienta la rentabilidad del mejor negocio del mundo. A ese mejor negocio del mundo tienen acceso los funcionarios del gobierno, especialmente los que se la pasan viajando con cualquier excusa para adquirir bienes en el exterior, y sus mas cercanos amigos en el sector privado.
Ellos se lucran sin trabajar, como si vivieran en un paraíso, por el solo hecho de poder disponer de dólares oficiales a la ridícula tasa oficial de 6.30 bolívares por dólar, y lo hacen a costa de los demás venezolanos, esa mayoría sin acceso a dólares oficiales y que son retribuidos con una moneda ladrona expuesta a una hiperinflación del 55% anual.
Se requiere ser o bien un loco aventurero o bien un despistado para venderle a crédito al gobierno de Venezuela o a sus empresas públicas o privadas. A los proveedores de Colombia les costó bastante aprender esta lección, deslumbrados como estuvieron en una época con la posibilidad de vender con márgenes muy altos.
El 14 de noviembre de 2013 el tipo de cambio en el mercado negro de la frontera (Cúcuta) llegó a 67 bolívares por dólar. Hace un mes era de 46 bolívares por dólar. En 30 días una devaluación del 46% del dólar negro, lo que es un indicio de la desintegración económica que sufre Venezuela.
El sector privado, no solamente no consigue dólares para importar las materias primas, insumos y maquinaria y equipo, que necesita para producir, sino que además se ve forzado por el gobierno a vender a precios de baratija lo poco que pone en las estanterías. ¿Qué capacidad le queda a estos empresarios para cumplir con sus deudas con proveedores extranjeros?
A medida que se amplía la brecha entre los dólares oficiales y los dólares negros, se acrecienta la rentabilidad del mejor negocio del mundo. A ese mejor negocio del mundo tienen acceso los funcionarios del gobierno, especialmente los que se la pasan viajando con cualquier excusa para adquirir bienes en el exterior, y sus mas cercanos amigos en el sector privado.
Ellos se lucran sin trabajar, como si vivieran en un paraíso, por el solo hecho de poder disponer de dólares oficiales a la ridícula tasa oficial de 6.30 bolívares por dólar, y lo hacen a costa de los demás venezolanos, esa mayoría sin acceso a dólares oficiales y que son retribuidos con una moneda ladrona expuesta a una hiperinflación del 55% anual.