Grandes titulares sobre un préstamo de US$20.000 millones de China a Venezuela. Todo indica que se trata de un pésimo negocio para Venezuela.
Y de un excelente negocio para China. El préstamo es por mitades en dólares y en yuanes, la moneda china. La parte en yuanes es para comprar bienes y servicios de China. El precio y la calidad de estos bienes y servicios no se cotejará con los de otros países. China podrá cobrar lo que sea por ellos.
El otro componente del préstamo es en dólares y coincide más o menos con la inversión que PDVSA tendrá que hacer en la empresa que se creará conjuntamente con la petrolera china CNPC para explotar el proyecto Junín-4 de la faja del Orinoco. La participación de PDVSA en ese proyecto, que cuesta US$16.300 millones, es del 60% y la de CNPC es del restante 40%.
Ahora bien, ¿qué garantía tendrá China Development Bank sobre el préstamo a 10 años que concederá al gobierno de Venezuela? Según fuentes chinas, PDVSA y CNPC firmaron un contrato de compra-venta de petróleo para garantizar el pago del préstamo. O sea que PDVSA hipotecó su producción futura de petróleo.
Se trata entonces de un préstamo atado a la compra de bienes y servicios procedentes de China, a los precios que allá se determinen, y también supeditado al desarrollo del proyecto petrolero Junín-4. El pago se hará con exportaciones de petróleo de Venezuela a China. Venezuela sufragará el alto costo del transporte de llevar el crudo hasta ese lejano país y el precio que se establecerá será el más favorable posible para China de los que prevalezcan en el mercado internacional del crudo en cada momento específico. Aparte de lo anterior el préstamo contempla el pago de intereses y no hay cláusula alguna que proteja a Venezuela del riesgo cambiario (por ejemplo, de la eventualidad de una revaluación del yuan).
En otras palabras, China gana con la venta a Venezuela de productos y servicios a precios altos, y gana haciéndose a petróleo venezolano a precios muy favorables. Ese es el negocio que el inepto Hugo Chávez acaba de firmar con el hábil gobierno de China.
En círculos internacionales se ríen a carcajadas de la facilidad con la cual el gobierno venezolano acepta las condiciones leoninas que se incluyen en la letra menuda de la gran mayoría de los acuerdos que Chávez ha firmado con otros gobiernos. Este último que realizó con China ciertamente no es la excepción.
El otro componente del préstamo es en dólares y coincide más o menos con la inversión que PDVSA tendrá que hacer en la empresa que se creará conjuntamente con la petrolera china CNPC para explotar el proyecto Junín-4 de la faja del Orinoco. La participación de PDVSA en ese proyecto, que cuesta US$16.300 millones, es del 60% y la de CNPC es del restante 40%.
Ahora bien, ¿qué garantía tendrá China Development Bank sobre el préstamo a 10 años que concederá al gobierno de Venezuela? Según fuentes chinas, PDVSA y CNPC firmaron un contrato de compra-venta de petróleo para garantizar el pago del préstamo. O sea que PDVSA hipotecó su producción futura de petróleo.
Se trata entonces de un préstamo atado a la compra de bienes y servicios procedentes de China, a los precios que allá se determinen, y también supeditado al desarrollo del proyecto petrolero Junín-4. El pago se hará con exportaciones de petróleo de Venezuela a China. Venezuela sufragará el alto costo del transporte de llevar el crudo hasta ese lejano país y el precio que se establecerá será el más favorable posible para China de los que prevalezcan en el mercado internacional del crudo en cada momento específico. Aparte de lo anterior el préstamo contempla el pago de intereses y no hay cláusula alguna que proteja a Venezuela del riesgo cambiario (por ejemplo, de la eventualidad de una revaluación del yuan).
En otras palabras, China gana con la venta a Venezuela de productos y servicios a precios altos, y gana haciéndose a petróleo venezolano a precios muy favorables. Ese es el negocio que el inepto Hugo Chávez acaba de firmar con el hábil gobierno de China.
En círculos internacionales se ríen a carcajadas de la facilidad con la cual el gobierno venezolano acepta las condiciones leoninas que se incluyen en la letra menuda de la gran mayoría de los acuerdos que Chávez ha firmado con otros gobiernos. Este último que realizó con China ciertamente no es la excepción.