En 2008, la inflación al consumidor de Colombia fue de 7,67%, por encima de lo pronosticado por la mayoría de los analistas. Se trata del año de más alta inflación desde 2000.
Ese comportamiento ha ido de la mano de una desaceleración de la economía, de crecimientos del PIB superiores a 7,5% en 2007 a unos inferiores a 4% a partir del segundo trimestre de 2008. En 2007, la inflación al consumidor fue de 5,69%. O sea que comparado con el año anterior, 2008 fue uno de menor crecimiento y más alta inflación.
Recientemente el Banco de la República bajó su tasa de intervención en 50 puntos básicos (de 10% a 9,50%), como si se estuviera ganando la batalla contra la inflación. Y la verdad es que durante el segundo semestre del año la inflación se ha mantenido relativamente invariable, entre 7,5% y 8%. Si bien las autoridades monetarias confían en que la inflación por fin perderá fuerza en los primeros meses de 2009, existe el peligro de que una mayor devaluación del peso frente al dólar frustre, al menos parcialmente, estas esperanzas.
El gran culpable de alta inflación de 2008 fue, sin duda, el reglón de alimentos. En año completo el incremento en los precios de los alimentos fue de 13,2%, muy superior a vivienda (6,6%), educación (6,1%), salud (5,3), transporte y comunicaciones (5,2%), gastos varios (4,5%), cultura y esparcimiento (-0,03%), y vestuario (-0,2%).
Es claro que las políticas restrictivas de importaciones impulsadas por el Ministerio de Agricultura se han convertido en una piedra en el zapato para el logro de las metas de inflación. No de otra manera se explica el aumento de 25,5% en cereales y productos de panadería. Aparentemente esa política restrictiva impidió, en los últimos meses del año, que los precios cayeran, tal como si sucedió en los mercados internacionales luego del auge que registraron durante el primer semestre.
Y no sobra reconocer, por otro lado, que la alta demanda por parte de Venezuela también contribuyó a la alta inflación de alimentos. Por ejemplo, no hay duda que el aumento en tubérculos y plátanos (32,7%), hortalizas y legumbres (28,7%), y lácteos, grasas y huevos (11%) se originó, en parte, en las elevadas exportaciones al vecino país.
Recientemente el Banco de la República bajó su tasa de intervención en 50 puntos básicos (de 10% a 9,50%), como si se estuviera ganando la batalla contra la inflación. Y la verdad es que durante el segundo semestre del año la inflación se ha mantenido relativamente invariable, entre 7,5% y 8%. Si bien las autoridades monetarias confían en que la inflación por fin perderá fuerza en los primeros meses de 2009, existe el peligro de que una mayor devaluación del peso frente al dólar frustre, al menos parcialmente, estas esperanzas.
El gran culpable de alta inflación de 2008 fue, sin duda, el reglón de alimentos. En año completo el incremento en los precios de los alimentos fue de 13,2%, muy superior a vivienda (6,6%), educación (6,1%), salud (5,3), transporte y comunicaciones (5,2%), gastos varios (4,5%), cultura y esparcimiento (-0,03%), y vestuario (-0,2%).
Es claro que las políticas restrictivas de importaciones impulsadas por el Ministerio de Agricultura se han convertido en una piedra en el zapato para el logro de las metas de inflación. No de otra manera se explica el aumento de 25,5% en cereales y productos de panadería. Aparentemente esa política restrictiva impidió, en los últimos meses del año, que los precios cayeran, tal como si sucedió en los mercados internacionales luego del auge que registraron durante el primer semestre.
Y no sobra reconocer, por otro lado, que la alta demanda por parte de Venezuela también contribuyó a la alta inflación de alimentos. Por ejemplo, no hay duda que el aumento en tubérculos y plátanos (32,7%), hortalizas y legumbres (28,7%), y lácteos, grasas y huevos (11%) se originó, en parte, en las elevadas exportaciones al vecino país.