A pesar de la caída en los ingresos por exportaciones de petróleo y carbón en los primeros cuatro meses de 2015, las reservas internacionales del Banco de la República se han mantenido firmes.
Esas reservas netas cerraron el 31 de diciembre de 2014 en US$47.323 millones. Cuatro meses después, en abril 30 de 2015, fueron US$47.300 millones. Es claro que el objetivo de defender la posición de reservas internacionales es uno importante en la actual política económica.
El ajuste del desequilibrio comercial y de unos crecientes déficit en las cuentas corrientes externas (exportaciones de bienes y servicios – importaciones bienes y servicios), se ha compensado con ingresos de capital, pero en cuantía inferior a los dos años inmediatamente anteriores. Los ingresos por concepto de préstamos externos netos del sector privado, así como aquellos por inversión extranjera directa, muestran un clara tendencia descendente.
Solo aquellos ingresos por concepto de préstamos externos del sector público (Tesorería General de la República) han aumentado significativamente en relación con lo sucedido en los primeros cuatro meses de 2014 y 2013.
El grueso del ajuste a un sector externo menos generador de divisas ha sido una devaluación real del peso cercana a 30% en los últimos seis meses. Se trata definitivamente de una devaluación elevada que aumentará los costos de importar y harán mas atractivas las exportaciones.
Todo indica que habrá mas devaluación en términos reales. El impacto de la devaluación sobre la estructura productiva del país solo se materializará si la tendencia a un peso barato viene para quedarse por un tiempo razonable y si la inflación no se acelera en el entretanto. No hay el mas mínimo indicio de que el gobierno esté dispuesto a “quemar” sus reservas internacionales para amortiguar las devaluaciones del peso.
El nivel actual de las reservas internacionales es el equivalente a casi siete meses de importaciones de bienes y servicios, lo que se considera un indicador, no especialmente alto, pero sí suficiente para darle tranquilidad a los acreedores externos. Colombia cuenta además con una deuda pública externa que en términos de costos y plazos es favorable frente a la de otros países de similar grado de desarrollo.
El mensaje al exterior es, entonces, que el ajuste en los niveles de gasto se hará especialmente con la mayor devaluación (que implica un empobrecimiento de los colombianos frente al resto del mundo) y con una reducción del gasto público (lo que todavía no es del todo claro).
Por el lado del sector privado el ajuste ya empezó. Se observa una desaceleración del crecimiento del comercio minorista y un descenso en los planes de inversión en finca raíz. Ningún empresario tradicional proyecta actualmente expansiones en sus negocios como las que se vieron entre el segundo semestre de 2010 y el primer semestre de 2014. Por el contrario, se imponen la cautela y los esfuerzos para optimizar costos.
El ajuste del desequilibrio comercial y de unos crecientes déficit en las cuentas corrientes externas (exportaciones de bienes y servicios – importaciones bienes y servicios), se ha compensado con ingresos de capital, pero en cuantía inferior a los dos años inmediatamente anteriores. Los ingresos por concepto de préstamos externos netos del sector privado, así como aquellos por inversión extranjera directa, muestran un clara tendencia descendente.
Solo aquellos ingresos por concepto de préstamos externos del sector público (Tesorería General de la República) han aumentado significativamente en relación con lo sucedido en los primeros cuatro meses de 2014 y 2013.
El grueso del ajuste a un sector externo menos generador de divisas ha sido una devaluación real del peso cercana a 30% en los últimos seis meses. Se trata definitivamente de una devaluación elevada que aumentará los costos de importar y harán mas atractivas las exportaciones.
Todo indica que habrá mas devaluación en términos reales. El impacto de la devaluación sobre la estructura productiva del país solo se materializará si la tendencia a un peso barato viene para quedarse por un tiempo razonable y si la inflación no se acelera en el entretanto. No hay el mas mínimo indicio de que el gobierno esté dispuesto a “quemar” sus reservas internacionales para amortiguar las devaluaciones del peso.
El nivel actual de las reservas internacionales es el equivalente a casi siete meses de importaciones de bienes y servicios, lo que se considera un indicador, no especialmente alto, pero sí suficiente para darle tranquilidad a los acreedores externos. Colombia cuenta además con una deuda pública externa que en términos de costos y plazos es favorable frente a la de otros países de similar grado de desarrollo.
El mensaje al exterior es, entonces, que el ajuste en los niveles de gasto se hará especialmente con la mayor devaluación (que implica un empobrecimiento de los colombianos frente al resto del mundo) y con una reducción del gasto público (lo que todavía no es del todo claro).
Por el lado del sector privado el ajuste ya empezó. Se observa una desaceleración del crecimiento del comercio minorista y un descenso en los planes de inversión en finca raíz. Ningún empresario tradicional proyecta actualmente expansiones en sus negocios como las que se vieron entre el segundo semestre de 2010 y el primer semestre de 2014. Por el contrario, se imponen la cautela y los esfuerzos para optimizar costos.