Los precios al consumidor cerraron el año pasado en 4,09% anual y los precios al productor en 3,27% anual.
Este comportamiento se sitúa en el rango alto de la meta oficial trazada por la Junta Directiva del Banco de la República. En 2015 la inflación al consumidor cerró en 6,77% y en 2016 en 5,75%, de manera que el desempeño de 2017 hace parte de una bienvenida tendencia decreciente.
Pero la tendencia a la baja se estancó a partir de agosto de 2017 en un nivel en el horizonte de 4% anual. Preocupa que aparte de los renglones de alimentos y vestuario, los demás están por encima de este promedio.
Por ejemplo, los renglones de esparcimiento, educación, salud, y comunicaciones se situaron en diciembre por encima del 6% anual, sin que se caractericen por una clara tendencia a su disminución.
Hay que tener en cuenta que el desempeño de las variables monetarias es actualmente consistente con una inflación como la que se registró a finales de 2017, pero no con uno que la presione a la baja. En efecto, tanto los medios de pago (M1) como a liquidez ampliada (M3) crecen a tasas cercanas al 7% anual, en tanto que la cartera del sistema financiero aumenta a un ritmo anual ligeramente superior al 5% anual.
Por otro lado, la firmeza de la tasa de cambio del peso, que lleva mas de un año, ha contribuido a frenar las expectativas inflacionarias y ha facilitado el manejo de la tasa de interés por parte del Banco de la República.
Durante 2017 el Banco redujo gradualmente su tasa de intervención en dos puntos porcentuales, de 7,75% anual a 4,75% anual, lo que ha inducido disminuciones casi equivalentes en las tasas de interés activas, incluidas las del crédito de consumo.
Dado que la inflación se mantiene en el rango alto de la meta oficial, habiéndose revertido en los últimos 5 meses su trayectoria descendente, y que la liquidez muestra una tendencia a aumentar y mas si se considera el incremento reciente en los precios internacionales del petróleo y las presiones de gasto público propias de un año electoral, se puede concluir que sencillamente se agotó por ahora el margen para reducciones adicionales en las tasas de interés.
Pero la tendencia a la baja se estancó a partir de agosto de 2017 en un nivel en el horizonte de 4% anual. Preocupa que aparte de los renglones de alimentos y vestuario, los demás están por encima de este promedio.
Por ejemplo, los renglones de esparcimiento, educación, salud, y comunicaciones se situaron en diciembre por encima del 6% anual, sin que se caractericen por una clara tendencia a su disminución.
Hay que tener en cuenta que el desempeño de las variables monetarias es actualmente consistente con una inflación como la que se registró a finales de 2017, pero no con uno que la presione a la baja. En efecto, tanto los medios de pago (M1) como a liquidez ampliada (M3) crecen a tasas cercanas al 7% anual, en tanto que la cartera del sistema financiero aumenta a un ritmo anual ligeramente superior al 5% anual.
Por otro lado, la firmeza de la tasa de cambio del peso, que lleva mas de un año, ha contribuido a frenar las expectativas inflacionarias y ha facilitado el manejo de la tasa de interés por parte del Banco de la República.
Durante 2017 el Banco redujo gradualmente su tasa de intervención en dos puntos porcentuales, de 7,75% anual a 4,75% anual, lo que ha inducido disminuciones casi equivalentes en las tasas de interés activas, incluidas las del crédito de consumo.
Dado que la inflación se mantiene en el rango alto de la meta oficial, habiéndose revertido en los últimos 5 meses su trayectoria descendente, y que la liquidez muestra una tendencia a aumentar y mas si se considera el incremento reciente en los precios internacionales del petróleo y las presiones de gasto público propias de un año electoral, se puede concluir que sencillamente se agotó por ahora el margen para reducciones adicionales en las tasas de interés.