Después de años de vacas flacas, la reciente brusca devaluación del peso constituye para la floricultura maná caído del cielo. Se traducirá en una mejora significativa de la rentabilidad del negocio.
En 2014 Colombia exportó alrededor de US$1.400 millones en flores, de lo cual cerca de un 75% con destino a Estados Unidos. Durante años estas exportaciones crecieron vegetativamente como resultado de un proceso de revaluación del peso que se extendió desde 2003 hasta 2012 y que apenas empezó a revertirse en 2013, pero especialmente a partir de finales de 2014 cuando se desplomaron los precios internacionales del petróleo y del carbón, las dos principales exportaciones de Colombia.
El año pasado la devaluación fue de un 24,2%, pero la totalidad de ella tuvo lugar en el último trimestre. Estos porcentajes de caída en el valor del peso se traducirán en un aumento casi equivalente en los ingresos en pesos de las exportaciones del sector floricultor. Pero lo interesante del caso (y esto aplica a otros exportadores de alto valor agregado nacional como en el caso del café, banano y azúcar) es que sus costos de producción se han incrementado a un ritmo mucho menor.
Como se sabe, la inflación en Colombia bordea actualmente el 4% anual y el aumento del salario mínimo para 2015, que sirve de punto de referencia para otros aumentos salariales, se decretó por el gobierno en 4,6%. Por otro lado, el desplome de los precios del petróleo debería traducirse, al menos parcialmente, en descensos en términos reales de los precios de algunos fertilizantes e insumos que utiliza la floricultura, así como en sus medios de transporte.
Ahora bien, las perspectivas a comienzos de 2015 apuntan a que el ciclo de bajos precios del petróleo apenas se inicia, que puede extenderse por varios años, y que por lo tanto Colombia enfrentará presiones hacia devaluaciones adicionales de su moneda.
Si se da este escenario y siempre y cuando las autoridades económicas logren mantener bajo control la inflación, lo que no será tarea fácil ahora que no contarán con el ancla de un peso fuerte, el cambio en los precios relativos inducidos por la devaluación tendrá un impacto positivo de varios años en la rentabilidad de la floricultura y de otras actividades exportadoras intensivas en mano de obra.
El año pasado la devaluación fue de un 24,2%, pero la totalidad de ella tuvo lugar en el último trimestre. Estos porcentajes de caída en el valor del peso se traducirán en un aumento casi equivalente en los ingresos en pesos de las exportaciones del sector floricultor. Pero lo interesante del caso (y esto aplica a otros exportadores de alto valor agregado nacional como en el caso del café, banano y azúcar) es que sus costos de producción se han incrementado a un ritmo mucho menor.
Como se sabe, la inflación en Colombia bordea actualmente el 4% anual y el aumento del salario mínimo para 2015, que sirve de punto de referencia para otros aumentos salariales, se decretó por el gobierno en 4,6%. Por otro lado, el desplome de los precios del petróleo debería traducirse, al menos parcialmente, en descensos en términos reales de los precios de algunos fertilizantes e insumos que utiliza la floricultura, así como en sus medios de transporte.
Ahora bien, las perspectivas a comienzos de 2015 apuntan a que el ciclo de bajos precios del petróleo apenas se inicia, que puede extenderse por varios años, y que por lo tanto Colombia enfrentará presiones hacia devaluaciones adicionales de su moneda.
Si se da este escenario y siempre y cuando las autoridades económicas logren mantener bajo control la inflación, lo que no será tarea fácil ahora que no contarán con el ancla de un peso fuerte, el cambio en los precios relativos inducidos por la devaluación tendrá un impacto positivo de varios años en la rentabilidad de la floricultura y de otras actividades exportadoras intensivas en mano de obra.