El presidente del Senado de Colombia dijo que el atentado contra la sede de Caracol Radio fue realizado por un grupo de extrema derecha.
Si Benedetti no sabe a ciencia cierta quién organizó el atentado, debería callarse. Pero últimamente Benedetti ha dado rienda suelta a su lengua. Su discurso en la toma de posesión de Juan Manuel Santos fue casi tan largo como el del Presidente de la República. Lleno de lugares comunes y muy despreciativo de la gestión del ex Presidente Álvaro Uribe.
Lo que dijo Benedetti sobre el atentado es un exabrupto. Es como volver a aquellas épocas en que después de las bombas y atentados de Pablo Escobar salían varios políticos y figurines a decir que eso no era hechura del famoso mafioso, que no había que hacer juicios a la ligera, que detrás de eso estaban otras oscuras manos negras. Así también se ha dicho después de cada acción terrorista importante de las FARC.
Sería bueno que Benedetti le explicara al país a qué grupos de extrema derecha se refiere, puesto que se sepa, durante las últimas décadas todos los atentados con carro bomba, como el de la sede de Caracol Radio, fueron realizados o bien por las FARC o bien por narcotraficantes como Escobar.
O sea que no hay que ponerle tanto misterio a este último atentado. Se ha vuelto una macabra coincidencia que cada vez que se reactiva el espectro de una eventual negociación con las FARC, cada vez que las ONGs y la senadora Piedad Córdoba se alborotan con la perspectiva del inicio de un “proceso de paz”, se multiplican las acciones terroristas por parte de ese grupo, para desgracia de las innumerables víctimas que esas acciones dejan. Por fortuna, el poder destructivo de las FARC ya no es el de hace un tiempo.
Esas ONGs como Colombianos y Colombianas por la Paz, así como la senadora Piedad Córdoba, nunca han condenado contundentemente los actos terroristas que usualmente van paralelos a sus ofensivas a favor de negociaciones o diálogos. Después de toda el agua que ha corrido por debajo del puente, la mayoría de los colombianos se han vuelto completamente escépticos de toda ONG que ondea la bandera de la “paz”, porque generalmente detrás de esa bandera se esconde el compromiso de defender a compañeros de viaje comprometidos con el narcoterrorismo.
Pero volviendo al tema del locuaz Benedetti, viajó a Venezuela a entrevistarse con el Presidente Hugo Chávez y con los principales voceros de ese gobierno. Y ofreció hasta lo indecible. Creación de municipios bilaterales, proyectos comunes en minería y energía, y quién sabe que otras promesas de político.
Tanta belleza es a todas luces prematura. Ni siquiera se han reunido las comisiones bilaterales que abordarán los temas actualmente más álgidos de las relaciones entre los dos países. Habría que esperar si, por ejemplo, se avanza en lo del pago de la deuda a los exportadores colombianos y a las empresas colombianas allá expropiadas, así como en el tema de la colaboración del gobierno de Chávez con las FARC y el ELN, antes de empezar a pensar en los pajaritos de oro de Benedetti.
Lo que dijo Benedetti sobre el atentado es un exabrupto. Es como volver a aquellas épocas en que después de las bombas y atentados de Pablo Escobar salían varios políticos y figurines a decir que eso no era hechura del famoso mafioso, que no había que hacer juicios a la ligera, que detrás de eso estaban otras oscuras manos negras. Así también se ha dicho después de cada acción terrorista importante de las FARC.
Sería bueno que Benedetti le explicara al país a qué grupos de extrema derecha se refiere, puesto que se sepa, durante las últimas décadas todos los atentados con carro bomba, como el de la sede de Caracol Radio, fueron realizados o bien por las FARC o bien por narcotraficantes como Escobar.
O sea que no hay que ponerle tanto misterio a este último atentado. Se ha vuelto una macabra coincidencia que cada vez que se reactiva el espectro de una eventual negociación con las FARC, cada vez que las ONGs y la senadora Piedad Córdoba se alborotan con la perspectiva del inicio de un “proceso de paz”, se multiplican las acciones terroristas por parte de ese grupo, para desgracia de las innumerables víctimas que esas acciones dejan. Por fortuna, el poder destructivo de las FARC ya no es el de hace un tiempo.
Esas ONGs como Colombianos y Colombianas por la Paz, así como la senadora Piedad Córdoba, nunca han condenado contundentemente los actos terroristas que usualmente van paralelos a sus ofensivas a favor de negociaciones o diálogos. Después de toda el agua que ha corrido por debajo del puente, la mayoría de los colombianos se han vuelto completamente escépticos de toda ONG que ondea la bandera de la “paz”, porque generalmente detrás de esa bandera se esconde el compromiso de defender a compañeros de viaje comprometidos con el narcoterrorismo.
Pero volviendo al tema del locuaz Benedetti, viajó a Venezuela a entrevistarse con el Presidente Hugo Chávez y con los principales voceros de ese gobierno. Y ofreció hasta lo indecible. Creación de municipios bilaterales, proyectos comunes en minería y energía, y quién sabe que otras promesas de político.
Tanta belleza es a todas luces prematura. Ni siquiera se han reunido las comisiones bilaterales que abordarán los temas actualmente más álgidos de las relaciones entre los dos países. Habría que esperar si, por ejemplo, se avanza en lo del pago de la deuda a los exportadores colombianos y a las empresas colombianas allá expropiadas, así como en el tema de la colaboración del gobierno de Chávez con las FARC y el ELN, antes de empezar a pensar en los pajaritos de oro de Benedetti.