Colombia no puede tener al nuevo jefe de las Farc ejerciendo desde Venezuela amparado por el gobierno de Hugo Chávez.
Hasta ahora este terrorista se la ha pasado en Venezuela. Ha cruzado la frontera esporádicamente en Norte de Santander, para luego retornar a su santuario. Mientras tanto el gobierno colombiano haciéndose el de vista gorda frente a su vecino, no solamente con alias Timochenko sino también con otros cabecillas de las Farc.
Pues bien, ha llegado el momento de sincerar la relación diplomática con Venezuela. Si los cabecillas de las Farc usan territorio venezolano para planear, programar y financiar sus actividades terroristas en Colombia, y lo hacen con el conocimiento del gobierno venezolano como es actualmente el caso, no tiene sentido mantener relaciones diplomáticas con ese país. Se trata de un acto grave de hostilidad de un país hacía otro país.
El problema no se resuelve “haciéndose el loco” como hasta ahora lo ha hecho el gobierno de Juan Manuel Santos. Según el ministro del Interior Germán Vargas Lleras, “Timochenko es el siguiente objetivo de nuestra fuerza pública”. ¿Pero si el objetivo permanece escondido en Venezuela? ¿Será entonces que hay que bombardear territorio venezolano?
Dado que lo que se sabe de alias Timochenko es que rehúye el combate directo y que le gusta la buena vida, con seguridad buscará establecer su base de operaciones en territorio de otro país, por fuera del alcance de la fuerza pública colombiana. Entonces, Colombia debería dejar muy en claro que el gobierno de un país que acoja al jefe de las Farc es también su enemigo y advertir desde ya que no permanecerá con los brazos cruzados mientras desde territorio ajeno se atenta impunemente contra su población.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Pues bien, ha llegado el momento de sincerar la relación diplomática con Venezuela. Si los cabecillas de las Farc usan territorio venezolano para planear, programar y financiar sus actividades terroristas en Colombia, y lo hacen con el conocimiento del gobierno venezolano como es actualmente el caso, no tiene sentido mantener relaciones diplomáticas con ese país. Se trata de un acto grave de hostilidad de un país hacía otro país.
El problema no se resuelve “haciéndose el loco” como hasta ahora lo ha hecho el gobierno de Juan Manuel Santos. Según el ministro del Interior Germán Vargas Lleras, “Timochenko es el siguiente objetivo de nuestra fuerza pública”. ¿Pero si el objetivo permanece escondido en Venezuela? ¿Será entonces que hay que bombardear territorio venezolano?
Dado que lo que se sabe de alias Timochenko es que rehúye el combate directo y que le gusta la buena vida, con seguridad buscará establecer su base de operaciones en territorio de otro país, por fuera del alcance de la fuerza pública colombiana. Entonces, Colombia debería dejar muy en claro que el gobierno de un país que acoja al jefe de las Farc es también su enemigo y advertir desde ya que no permanecerá con los brazos cruzados mientras desde territorio ajeno se atenta impunemente contra su población.
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