No se podrá intercambiar por ninguna otra moneda, excepto a través de un dispendioso proceso burocrático y policivo en el Banco Central de Venezuela (BCV).

 

Después de la promulgación de la Ley de Ilícitos Cambiarios, con el bolívar sólo se podrá comprar bienes y servicios en Venezuela, aunque allá escasea todo. Con la hiperinflación que existe (más de 30% anual en abril) y con la creciente escasez de dólares en manos del gobierno, que es el único facultado para entregar dólares (u otras monedas) por bolívares, lo que se viene es una gran devaluación o desvalorización de la moneda venezolana. La reciente caída del precio internacional del petróleo agudizará la crisis cambiaria.

Ningún extranjero, ni los negocios de frontera, deben recibir y guardar bolívares. Se trata de una moneda en caída libre, que perdió su convertibilidad. Es como tener pesos cubanos.

Al final de cuentas, se trata de una de las mayores estafas que el gobierno de Hugo Chávez le ha hecho al pueblo venezolano: acabar de un zarpazo con el poder de compra de su moneda frente al resto del mundo.

 

O sea que la moneda con la cual se remunera el trabajo de los venezolanos y la que aplica a sus ahorros, sólo servirá para jugar monopolio, si acaso.