Es una adivinanza para inteligentes. La respuesta no hace alusión al aguacate sino al Presidente de Estados Unidos Barack Obama.
Su reciente gira por América Latina lo llevó a Brasil, Chile y San Salvador. Sin propuestas concretas, con un mensaje lleno de clichés, esta gira pasó desapercibida. Para rematar, en las ruedas de prensa más le preguntaron sobre la crisis de Libia y el confuso rol de su país en la alianza contra Gadaffi, que sobre temas que inquietan a los países latinoamericanos.
Y en verdad, ¿Para qué la gira? Viajó con Michelle Obama, la primera dama. Bien hubiera podido venir ella y hubiera dado exactamente lo mismo.
En Brasil expresó simpatía con la añeja aspiración de ese país a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La misma simpatía que expresó en su viaje a la India con respecto a ese otro país. ¿Algo adicional que no fuera la de renovar lazos de amistad? Habrá que esperar a la próxima filtración de Wikileaks para saber a ciencia cierta.
En Chile francamente no se sabe qué fue lo que hizo fuera de innmerables saludos protocolarios. El Presidente Sebastián Piñera, en un importante gesto de solidaridad con sus hermanos de la región, le recalcó la importancia de aprobar el TLC de Colombia y Panamá. Nadie se acuerda de cuál fue la respuesta de Obama (aparentemente antes de responder una babosada le pidió permiso a sus jefes en el movimiento sindical de su país).
Después siguió para San Salvador, sin que se sepa la razón específica de su visita ahí. Y de seguro, nunca se sabrá, aún con otros Wikileaks.
Y en verdad, ¿Para qué la gira? Viajó con Michelle Obama, la primera dama. Bien hubiera podido venir ella y hubiera dado exactamente lo mismo.
En Brasil expresó simpatía con la añeja aspiración de ese país a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La misma simpatía que expresó en su viaje a la India con respecto a ese otro país. ¿Algo adicional que no fuera la de renovar lazos de amistad? Habrá que esperar a la próxima filtración de Wikileaks para saber a ciencia cierta.
En Chile francamente no se sabe qué fue lo que hizo fuera de innmerables saludos protocolarios. El Presidente Sebastián Piñera, en un importante gesto de solidaridad con sus hermanos de la región, le recalcó la importancia de aprobar el TLC de Colombia y Panamá. Nadie se acuerda de cuál fue la respuesta de Obama (aparentemente antes de responder una babosada le pidió permiso a sus jefes en el movimiento sindical de su país).
Después siguió para San Salvador, sin que se sepa la razón específica de su visita ahí. Y de seguro, nunca se sabrá, aún con otros Wikileaks.
En fin. No por lo anterior es malo que Obama viaje por estas latitudes. Por lo menos se entera un poco más sobre una región que no conoce mayormente, lo cual puede tener algún valor si es reelegido. Aunque como va la economía de su país las probabilidades de que esto suceda no son muy altas.