En vista de las últimas tendencias en materia de inflación, devaluación y anuncios programáticos del nuevo gobierno de Gustavo Petro, se actualizaron las proyecciones económicas de mediano plazo elaboradas a comienzos de agosto.

Quienes hayan adquirido la versión de agosto de las proyecciones tienen derecho a recibir gratis esta actualización de septiembre. Para tal efecto enviar solicitud a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. 

Quienes todavía no las hayan adquirido y deseen informarse mejor sobre las tendencias de mediano plazo de la economía colombiana, hacer click en:

https://lanota.sellfy.store/p/2xkj/

En general, se han reajustado hacia el alza los estimativos de inflación y devaluación. 

Por otro lado, persiste un elevado grado de confusión e indeterminación acerca de las políticas económicas del nuevo gobierno. En especial, poca o ninguna claridad poseen los inversionistas nacionales y extranjeros sobre el rumbo que esas políticas pretenden imprimirle a la economía colombiana.

Es como si la mejor noticia actual para el sector privado fuera que este gobierno no será tan hostil a su actividad como inicialmente algunos lo pronosticaron. Sin embargo, cero en iniciativas de estímulos y de estrategias para impulsar sectores específicos. 

Mucha “olla de grillos” en el área de la política tributaria, laboral, energética y agropecuaria. Declaraciones que rayan en lo insólito e irresponsable con respecto a  sectores como los de petróleo, gas natural, carbón y oro, cuya actividad es determinante para financiar los muy elevados déficits fiscales y externos. 

Los políticos colombianos son “expertos” en reformas tributarias y en permanentes modificaciones constitucionales. Se la pasan en eso como si se tratara de su principal pasatiempo. Con un enorme costo para quienes son los verdaderos creadores de riqueza y generadores de empleo sostenible y productivo. 

En vista de tales circunstancias, se contempla un escenario de relativo estancamiento de la inversión privada y sin que el sector público pueda reactivar mayormente la suya porque todo se le va en gastos de funcionamiento. 

Lo único que por ahora se puede concluir es que el actual entorno político está lejos de inspirar la confianza que necesitan quienes estarían dispuestos a comprometer a futuro sus capitales, mas allá de lo básico o esencial.