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La felicidad como tal no existe. Su búsqueda confunde y desvía la atención de lo mejor que nos depara la vida. Impide que la abordemos con realismo y autenticidad.
No es un propósito de vida lograr una felicidad de la que ni siquiera conocemos el contenido. Existir y sobrevivir es lo principal. Hacerlo lo mejor posible con lo que está a nuestro alcance, es lo mas razonable.
En la vida abundan los trabajos y las diversiones, las contrariedades y las realizaciones, los infortunios y los golpes de suerte. Todo ello con un final por todos conocido, pero al que solemos darle la espalda.
En cualquier vida duradera son tan numerosos los acontecimientos y tan diversas las respuestas y aprendizajes, que no hay una sola palabra con la cual se pueda categorizarla.
Superar los malos momentos es uno de los mayores desafíos. Saber disfrutar sin pretensiones inalcanzables los buenos momentos es otro gran desafío.
El destino es juguetón. Se embelesa con sus idas y venidas. Se entretiene con nuestras afectaciones y vanidades.
La felicidad solo existe en la imágenes de las redes sociales y en las auto fotos (selfies). Al igual de como era en los álbumes familiares.
Llevar una vida mas armoniosa es un loable objetivo, cuyo logro exige unas dosis de sensatez, templanza y capacidad de adaptación. Los siguientes diez preceptos son imprescindibles para avanzar en este camino:
1) Sentir y expresar gratitud con lo que se tiene. Estar vivo es ganancia. Despertar cada día es un invaluable obsequio de la naturaleza.
2) Vivir la propia vida y no la de los demás. Las vidas ajenas son ajenas. Mas que suficiente, la administración de la vida propia.
3) No justificar errores y debilidades. Nunca achacárselos a terceros. Reconocerlos, enfrentarlos, y enmendarlos cuando ello sea factible.
4) Respetarse a sí mismo. Rehuir lo tóxico que altera el buen funcionamiento del cuerpo y eludir a las personas y grupos que envenenan el alma.
5) Solucionar las situaciones problemáticas. Solucionar, solucionar, solucionar. No dejarse abrumar por las adversidades.
6) Dejar atrás lo que no nos es útil. No dejarse esclavizar por los objetos que nos rodean y por hábitos y costumbres que enloquecen nuestra funcionalidad.
7) Proponerse dormir bien. Evitar en lo posible actividades y negocios que producen pesadillas y desvelos por las noches.
8) Valorar pequeños grandes detalles. Apreciar en su verdadera dimensión instantes y fragmentos encantadores de la vida diaria que solo se visibilizan con una debida atención.
9) Abordar la vida como la aventura que es. Una epopeya cuyo desenlace depende en gran medida de nuestra voluntad y comportamiento.
10) Respetar a los demás. No fastidiar o entorpecer voluntades ajenas con conductas egoístas y autistas, como si fuéramos los únicos dueños de los espacios vitales por donde nos movemos.
Para la implementación de estos preceptos hay que alejar sentimientos de amargura e inconformidad por expectativas no cumplidas. No darse por vencido. Nunca permitir que pesadumbres y sinsabores se conviertan en los regidores de nuestro espíritu durante el día y la noche.
No hay mas remedio que ponerle buena cara al mal tiempo con la esperanza de disipar sus consecuencias o al menos aminorarlas. Porque si al mal tiempo le agregamos una nociva disposición personal, el día se tornará en noche y la noche en angustioso drama.
No son terceros los que harán la tarea por nosotros. El uso de los preceptos aquí esbozados es una responsabilidad que no se puede delegar. Aplíquelos sin esperar milagros pero si mejoras sustanciales.