Se trata de un desenlace sorprendente en el que parece ser que la peor parte la llevará el partido opositor al nombramiento de Brett Kavanaugh a la Corte Suprema de Justicia.
Faltando poco para la fecha de su intervención en el Senado no se sabe si Christine Blasey Ford asistirá para ratificar sus acusaciones de agresión sexual cuando ella y Kavanough eran menores de edad.
Para empezar, ni Ford, ni la otra mujer que lo acusó de agresión sexual cuando ambos estaban en la universidad, recuerdan la fecha y el lugar específico donde ocurrieron los hechos. Además, las personas cercanas a los protagonistas por esa época tampoco recuerdan que hubiera sucedido algo parecido a las acusaciones. Simplemente no hay testigos que puedan corroborar la versión de las dos mujeres.
Ese fue un primer golpe a la causa de los opositores, que trataron de esquivar la falta de pruebas con el argumento de que se trataba de ‘mujeres traumatizadas' por lo sucedido hace mas de 30 años. Y la solidaridad de género no se hizo esperar. Mujeres dedicadas a la política y al periodismo, al unísono, sin siquiera escuchar a Kavenough, salieron a decir que las versiones de Ford y de la otra acusadora eran la verdad y nada mas que la verdad y que nadie tenía el derecho de cuestionarlas dada su condición de víctimas (para colmo, de un hombre blanco alfa exitoso).
Por lo visto para estas feministas en estos casos hay que echar a la caneca el principio de la presunción de inocencia por el cual tanto ha luchado la humanidad desde hace siglos. A la caneca aquello de que el acusado pueda responder a las acusaciones y dar su versión de los hechos, antes de llegar a cualquier conclusión sobre su inocencia o culpabilidad.
A Kavenough entonces lo condenaron sin siquiera haber tenido la oportunidad de responder públicamente. Lo hizo privadamente bajo la gravedad de juramento ante el Senado. Su acusadora Ford ha solicitado declarar sin juramento de por medio.
Finalmente Kavenough dio una entrevista en televisión. Allí no dio para nada la imagen de un alfa prepotente y exitoso, sino todo lo contrario, de un ser humano vulnerable, muy afectado por lo que le estaba sucediendo no solamente a él sino a su familia (esposa y dos hijas menores de edad) ante unas acusaciones que según él son completamente traídas de los cabellos (cerca de un centenar de mujeres que han trabajado con el personaje o que lo conocen hicieron una manifestación pública de su conducta intachable en el trabajo y en lo personal).
Al final de la entrevista televisiva Kavenough sorprendió con una confesión: que fue virgen durante el colegio y durante algún tiempo luego de su graduación de ‘high school’. ¿Un virgen exhibicionista y agresor sexual? Puede ser, pero difícil. Según él, sus preocupaciones centrales eran ser el primero de la clase, los deportes (basquetbol) y obras sociales. En cambio, de la vida adolescente de sus dos acusadoras, ambas de familias adineradas, testimonios en anuarios y de personas que las conocieron en esa época, acerca de unos ambientes de muchas fiestas, borracheras con pérdida de conocimiento y hasta consumo de drogas.
Hasta ahora lo que da la impresión es que Trump postuló como candidato a un ‘nerdo’ total. Y el Partido Demócrata cayó en la trampa. Para las feministas, que tanta influencia tienen entre los demócratas, si de un hombre blanco alfa se trata, es inevitable que algún pecado o pecadillo salga a relucir en su trato con las mujeres, y qué mejor que sacarlo a la luz en vísperas de las elecciones de noviembre 6 cuando estará en juego el actual control que ejerce el Partido Republicano sobre la Cámara y el Senado.
¿Qué mejor que un escándalo de esta naturaleza para hacer vibrar al electorado femenino antes de las elecciones de noviembre? Sin embargo, en esta ocasión, no pudieron obtener pruebas concluyentes de que Kavanough es un agresor sexual: a duras penas acusaciones poco creíbles e imposibles de corroborar de lo que jurídicamente solo puede catalogarse como mala conducta sexual.
Pero aparentemente ni siquiera fue cierto que Kavenough se rajó en conducta. Nunca se imaginaron las feministas que lo que tenían en frente era un nerdo virgen. Un nerdo tan nerdo que pasó incólume por el colegio y los primeros años de universidad.
Ahora el caso para los demócratas y sus feministas es muy cuesta arriba ante el imaginario popular. Puede decirse lo que sea: los malos pensamientos que haya tenido el juez ya no importan. A un virgen hay que reconocerle sus méritos. Todo un apresurado andamiaje, montado con la desfachatada complicidad de la gran mayoría de los medios tradicionales de comunicación (todos ellos anti-Trump), se estrelló con la escueta realidad de que el acusado es un nerdo virgen.
De que siempre haya sido y continúa siendo un nerdo, todo el mundo da testimonio. Pero eso de que haya sido virgen hasta bien entrado en la universidad, ¿quién lo puede comprobar? De seguro los demócratas y sus aliadas feministas están buscando una mujer que salga con el cuento de que Kavenough perdió con ella la virginidad antes de lo que dice haberla perdido. Pero aún así, ¿quién puede probar que ello sucedió?
A los demócratas les salió el tiro por la culata. Las feministas quedaron desprestigiadas gracias a su extremismo y falta de sindéresis. Después de todo muchas mujeres son madres de hijos y esposas y no están de acuerdo con la existencia de un entorno tóxico y restringido para los hombres a su alrededor. Y por el lado de los hombres, con la excepción de algunos milenios beta, la indignación no puede ser mayor con todo lo que se ha dado alrededor de este caso, y muy especialmente con esa ingenua idea y pretensión de que a las mujeres hay que creerles simplemente porque son mujeres.