Después de vender su participación de 50% en la refinería Ruhr Oel de Alemania, PDVSA luce desesperada por vender a Citgo en Estados Unidos.
PDVSA produce cada vez menos. Su verdadera producción actual equivalente de petróleo se calcula en cerca de 2 millones de barriles diarios, luego de que llegó a producir, antes de que se iniciara el gobierno de Hugo Chávez, 3.4 millones de barriles diarios. Esa caída en la producción explica la razón por la cual el país no se ha podido beneficiar de los altos precios internacionales actuales del petróleo.
La venta de la participación del 50% en la refinería de Ruhr Oel fue por US$1.600 millones al grupo petrolero ruso Rosneft. La otra mitad pertenece a la británica BP. La idea era conseguir recursos para pagar por el armamento pesado que Rusia le ha vendido a Venezuela. Todos los analistas concuerdan que el precio de esta venta estuvo muy por debajo de lo que se hubiera obtenido con una operación transparente y bien asesorada. Los cálculos más pesimistas colocaban el valor de ese 50% en unos US$3.500 millones.
Rusia hizo en este caso otro gran negocio, tal como ya se ha vuelto costumbre en sus transacciones con la Venezuela de Chávez.
Ahora último Chávez le ha puesto el ojo a Citgo Petroleum y sus refinerías. Piensa que por la empresa basada en Houston puede obtener unos US$10.000 millones. Pero los analistas consideran que ese precio no es realista.
Citgo emitió en este año bonos por valor de US$3.500 millones y sus refinerías figuran como colateral en estos préstamos. Por otro lado, Citgo no están bien administrada, y tal como es la regla con todas las empresas que maneja el gobierno de Chávez, empezó a producir pérdidas. En 2009, esas pérdidas fueron US$201 millones, luego de reportar ganancias en 2008 por US$801 millones. En el primer trimestre de 2010 Citgo perdió US$128 millones.
La deuda pública total (externa e interna) de Venezuela ha registrado un acelerado crecimiento durante el gobierno de Chávez. Al finalizar 1998 era de US$28.700 millones, de los cuales US$23.317 correspondían a su componente externo. Al cierre del tercer trimestre de 2010, la deuda pública total alcanzaba US$100.700 millones, de los cuales la externa era US$68.800 millones. Ello no obstante que se ha favorecido con una bonanza sin precedentes en los precios internacionales del petróleo.
La venta de la participación del 50% en la refinería de Ruhr Oel fue por US$1.600 millones al grupo petrolero ruso Rosneft. La otra mitad pertenece a la británica BP. La idea era conseguir recursos para pagar por el armamento pesado que Rusia le ha vendido a Venezuela. Todos los analistas concuerdan que el precio de esta venta estuvo muy por debajo de lo que se hubiera obtenido con una operación transparente y bien asesorada. Los cálculos más pesimistas colocaban el valor de ese 50% en unos US$3.500 millones.
Rusia hizo en este caso otro gran negocio, tal como ya se ha vuelto costumbre en sus transacciones con la Venezuela de Chávez.
Ahora último Chávez le ha puesto el ojo a Citgo Petroleum y sus refinerías. Piensa que por la empresa basada en Houston puede obtener unos US$10.000 millones. Pero los analistas consideran que ese precio no es realista.
Citgo emitió en este año bonos por valor de US$3.500 millones y sus refinerías figuran como colateral en estos préstamos. Por otro lado, Citgo no están bien administrada, y tal como es la regla con todas las empresas que maneja el gobierno de Chávez, empezó a producir pérdidas. En 2009, esas pérdidas fueron US$201 millones, luego de reportar ganancias en 2008 por US$801 millones. En el primer trimestre de 2010 Citgo perdió US$128 millones.
La deuda pública total (externa e interna) de Venezuela ha registrado un acelerado crecimiento durante el gobierno de Chávez. Al finalizar 1998 era de US$28.700 millones, de los cuales US$23.317 correspondían a su componente externo. Al cierre del tercer trimestre de 2010, la deuda pública total alcanzaba US$100.700 millones, de los cuales la externa era US$68.800 millones. Ello no obstante que se ha favorecido con una bonanza sin precedentes en los precios internacionales del petróleo.
Al finalizar junio de 2010, el nivel de deuda financiera reconocida por PDVSA era de US$21.920 millones, pero ahí no se incluyen más de US$10.000 millones que la empresa esconde, ni las indemnizaciones debidas pero no pagadas a las empresas del sector petrolero que fueron expropiadas. Tampoco se incluye como deuda de PDVSA los préstamos recientes de China por US$20.000 millones que deberán pagarse en los próximos años con exportaciones de crudo y sus derivados.
Ni qué decir de los compromisos adquiridos con distintos socios extranjeros para explotar el crudo pesado de la faja del Orinoco y otros proyectos como el importante campo Perla de gas natural con la española Repsol y la italiana Eni. PDVSA tendría que desembolsar decenas de miles de millones de dólares para acompañar a sus socios en estos emprendimientos durante los próximos cinco años.
La verdad es que PDVSA está quebrada. No dispone de recursos para estos fines, ni los tendrá en los próximos años. Sin embargo, una empresa como Eni, a estas alturas del paseo, hace el ridículo anunciando a los cuatro vientos que sus proyectos en Venezuela son realidad. Sus directivos deberían preguntarle a Petrobras en qué terminó el aporte de PDVSA al supuesto proyecto conjunto de la refinería Abreu e Lima en el nororiental estado de Pernambuco en Brasil.
Después de una gran fanfarria, de cuatro visitas de Chávez al sitio para lanzar y relanzar el proyecto de la refinería con el Presidente Luis Inazio Lula da Silva, después de varios baratos y desafinados discursos patrioteros de ambos mandatarios, cero aporte de PDVSA.
Últimamente pocas entidades financieras internacionales le prestan a PDVSA. Si compran sus bonos es con un sobre precio escandaloso. Comparte con el gobierno de Ecuador las primas de riesgo más alta de América Latina.
De manera que la venta de Citgo, el último gran activo que le queda a PDVSA en el exterior, parecería inevitable. Obviamente será a un pésimo precio desde el punto de vista de los intereses de Venezuela. Pero le proporcionará un pasajero respiro a la quebrada PDVSA, que quedará sin más activos que feriar.
Ni qué decir de los compromisos adquiridos con distintos socios extranjeros para explotar el crudo pesado de la faja del Orinoco y otros proyectos como el importante campo Perla de gas natural con la española Repsol y la italiana Eni. PDVSA tendría que desembolsar decenas de miles de millones de dólares para acompañar a sus socios en estos emprendimientos durante los próximos cinco años.
La verdad es que PDVSA está quebrada. No dispone de recursos para estos fines, ni los tendrá en los próximos años. Sin embargo, una empresa como Eni, a estas alturas del paseo, hace el ridículo anunciando a los cuatro vientos que sus proyectos en Venezuela son realidad. Sus directivos deberían preguntarle a Petrobras en qué terminó el aporte de PDVSA al supuesto proyecto conjunto de la refinería Abreu e Lima en el nororiental estado de Pernambuco en Brasil.
Después de una gran fanfarria, de cuatro visitas de Chávez al sitio para lanzar y relanzar el proyecto de la refinería con el Presidente Luis Inazio Lula da Silva, después de varios baratos y desafinados discursos patrioteros de ambos mandatarios, cero aporte de PDVSA.
Últimamente pocas entidades financieras internacionales le prestan a PDVSA. Si compran sus bonos es con un sobre precio escandaloso. Comparte con el gobierno de Ecuador las primas de riesgo más alta de América Latina.
De manera que la venta de Citgo, el último gran activo que le queda a PDVSA en el exterior, parecería inevitable. Obviamente será a un pésimo precio desde el punto de vista de los intereses de Venezuela. Pero le proporcionará un pasajero respiro a la quebrada PDVSA, que quedará sin más activos que feriar.