El gobierno de Ecuador le propuso a la Asamblea Nacional un presupuesto para 2010 basado en supuestos completamente irreales.
En el presupuesto se proyecta para el año entrante un crecimiento del PIB de 6,8%. Al finalizar 2009, la economía ecuatoriana está estancada y por ninguna parte se observan fuentes posibles de crecimiento que lleven a pensar que habrá en poco tiempo una reversión de esta tendencia.
El presupuesto contempla un aumento en los gastos de 11%, lo que llevaría a un déficit superior a 5% del PIB. Naturalmente si el crecimiento económico es inferior al 6,8% proyectado, como seguramente lo será, el déficit se dispararía a niveles muy superiores.
Con sus incumplimientos el gobierno de Rafael Correa se las ha arreglado para marginarse de los mercados internacionales de capitales y con su hostilidad hacia la inversión extranjera para frenarla casi del todo. No le será fácil conseguir los US$2.200 millones en financiamiento externo y los US$1.900 millones en financiamiento interno que se han programado en el presupuesto.
Más razonable parece el supuesto de un precio internacional del petróleo de $65.90 barril, pero aún así existe una alta incertidumbre al respecto. Por otro lado, el presupuesto estima que la economía petrolera crecerá 1,3% (frente a un fantasioso 7,7% de la no petrolera). A finales de 2009, la producción petrolera de Ecuador estaba en declive y el gobierno no ha emprendido acciones creíbles para modificar esta tendencia en el cercano futuro.
La mayoría de los analistas imparciales piensan que es insostenible el nivel de gasto público en el que se ha embarcado el gobierno de Ecuador. Con una economía dolarizada y sin mayor acceso al capital externo, sus presupuestos deberían ser conservadores, pues de lo contrario el gobierno corre el peligro de quedarse sin margen de maniobra alguno.
El nivel actual de las reservas internacionales es reducido y “quemarlas” con gasto público es el camino que antecede a un colapso financiero de grandes proporciones. Ecuador no tiene ni el ahorro interno, ni el acceso al capital externo, para incurrir en déficit fiscales de la magnitud del proyectado en el presupuesto de 2010. No pareciera que Rafael Correa fuera economista de profesión.
El presupuesto contempla un aumento en los gastos de 11%, lo que llevaría a un déficit superior a 5% del PIB. Naturalmente si el crecimiento económico es inferior al 6,8% proyectado, como seguramente lo será, el déficit se dispararía a niveles muy superiores.
Con sus incumplimientos el gobierno de Rafael Correa se las ha arreglado para marginarse de los mercados internacionales de capitales y con su hostilidad hacia la inversión extranjera para frenarla casi del todo. No le será fácil conseguir los US$2.200 millones en financiamiento externo y los US$1.900 millones en financiamiento interno que se han programado en el presupuesto.
Más razonable parece el supuesto de un precio internacional del petróleo de $65.90 barril, pero aún así existe una alta incertidumbre al respecto. Por otro lado, el presupuesto estima que la economía petrolera crecerá 1,3% (frente a un fantasioso 7,7% de la no petrolera). A finales de 2009, la producción petrolera de Ecuador estaba en declive y el gobierno no ha emprendido acciones creíbles para modificar esta tendencia en el cercano futuro.
La mayoría de los analistas imparciales piensan que es insostenible el nivel de gasto público en el que se ha embarcado el gobierno de Ecuador. Con una economía dolarizada y sin mayor acceso al capital externo, sus presupuestos deberían ser conservadores, pues de lo contrario el gobierno corre el peligro de quedarse sin margen de maniobra alguno.
El nivel actual de las reservas internacionales es reducido y “quemarlas” con gasto público es el camino que antecede a un colapso financiero de grandes proporciones. Ecuador no tiene ni el ahorro interno, ni el acceso al capital externo, para incurrir en déficit fiscales de la magnitud del proyectado en el presupuesto de 2010. No pareciera que Rafael Correa fuera economista de profesión.