Muchos periodistas y comentaristas condenan a las “excusas” de los actos terroristas pero no a los autores de esos actos.
La intolerancia de la religión musulmana ha salido a relucir con todo su esplendor en las recientes violentas manifestaciones que se han presentado frente a las embajadas de Estados Unidos y de otros países en el Medio Oriente. La excusa para la violencia en esta ocasión fue una película producida en Estados Unidos sobre Mahoma, pero en otras ocasiones ha sido una caricatura o la publicación de una novela.
Esta película, que ni siquiera ha sido transmitida en las salas de cine, que no tiene autoría ni respaldo importante de la industria cinematográfica mundial, que no representa los puntos de vista de ningún gobierno, ha llevado a las turbas musulmanas a asesinar diplomáticos y a otros graves desbordes de violencia.
En el llamado mundo occidental existe una tradición de tolerancia frente a puntos de vista opuestos. No se asesinan diplomáticos ni se asaltan embajadas y negocios cada vez que sale una película o una manifestación artística o de otra índole en la que se ridiculiza al cristianismo o al judaísmo. Ni mucho menos los gobiernos de estos países estimulan a hordas salvajes a realizar ataques contra quienes piensan distinto en temas religiosos. Hay libertades de expresión y de cultos y los periodistas y comentaristas son los primeros en defenderlas.
Sin embargo, cuando en el mundo musulmán se queman biblias y se violan todos los derechos humanos de minorías cristianas como en el caso de los coptos egipcios, no hay la mas leve protesta. Ahí no importa que no haya libertades de expresión y de cultos. Lo que se escucha es que los musulmanes son “libres” de violar estos derechos porque esa es su “cultura”.
Según estos periodistas y comentaristas, los radicales musulmanes están en su derecho no solamente de indignarse con las críticas a su religión sino adicionalmente de manifestar esa indignación destruyendo las vidas y propiedades que quien se atraviese en el camino. Nadie debe musitar palabra alguna en contra de la religión musulmana. Y no merecen repudio los varios gobiernos y muchos líderes musulmanes que alimentan y estimulan estos odios y fanatismos.
Para estos periodistas y comentaristas son condenables, no los crímenes de los fanáticos y sus padrinos, sino las expresiones públicas de quienes haciendo uso de la libertad de expresión critican la intolerancia y los anacronismos de la religión musulmana.
(Advertencia: lanota.com solo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Esta película, que ni siquiera ha sido transmitida en las salas de cine, que no tiene autoría ni respaldo importante de la industria cinematográfica mundial, que no representa los puntos de vista de ningún gobierno, ha llevado a las turbas musulmanas a asesinar diplomáticos y a otros graves desbordes de violencia.
En el llamado mundo occidental existe una tradición de tolerancia frente a puntos de vista opuestos. No se asesinan diplomáticos ni se asaltan embajadas y negocios cada vez que sale una película o una manifestación artística o de otra índole en la que se ridiculiza al cristianismo o al judaísmo. Ni mucho menos los gobiernos de estos países estimulan a hordas salvajes a realizar ataques contra quienes piensan distinto en temas religiosos. Hay libertades de expresión y de cultos y los periodistas y comentaristas son los primeros en defenderlas.
Sin embargo, cuando en el mundo musulmán se queman biblias y se violan todos los derechos humanos de minorías cristianas como en el caso de los coptos egipcios, no hay la mas leve protesta. Ahí no importa que no haya libertades de expresión y de cultos. Lo que se escucha es que los musulmanes son “libres” de violar estos derechos porque esa es su “cultura”.
Según estos periodistas y comentaristas, los radicales musulmanes están en su derecho no solamente de indignarse con las críticas a su religión sino adicionalmente de manifestar esa indignación destruyendo las vidas y propiedades que quien se atraviese en el camino. Nadie debe musitar palabra alguna en contra de la religión musulmana. Y no merecen repudio los varios gobiernos y muchos líderes musulmanes que alimentan y estimulan estos odios y fanatismos.
Para estos periodistas y comentaristas son condenables, no los crímenes de los fanáticos y sus padrinos, sino las expresiones públicas de quienes haciendo uso de la libertad de expresión critican la intolerancia y los anacronismos de la religión musulmana.
(Advertencia: lanota.com solo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).