Según las cuentas nacionales, en el tercer trimestre de 2015 la construcción de edificaciones cayó 8.1% en relación con el mismo trimestre del año anterior.
Este descenso fue compensado por el aumento de 8,5% en la construcción de obras civiles. En el agregado, el sector de la construcción contabilizó en el tercer trimestre un incremento interanual de 0,8%.
El elevado ciclo de crecimiento de la actividad edificadora que se dio durante 2012-2014 parecería que ha llegado a su fin. Ello coincide con el debilitamiento del sector externo de la economía y que ha venido acompañado de una brusca devaluación del peso, especialmente desde finales de 2014.
Generalmente, cuando el peso se deprecia fuertemente, las inversiones en finca raíz se afectan negativamente. Se resienten el crecimiento económico y el empleo, y con ello los ingresos personales y el ahorro disponible para ser canalizados hacía estas inversiones. Dejan de fluir capitales de colombianos radicados en el exterior para tales fines. El menor ingreso de inversión extranjera incide en la demanda de arrendamientos de vivienda y oficinas.
Parte del actual reacomodo de la economía colombiana a los menores ingresos por exportaciones de petróleo y otros productos es la caída del valor en moneda extranjera de activos como los relacionados con la finca raíz.
Mientras no se estabilicen las expectativas de devaluación del peso (y ello no sucederá hasta que se revierta la tendencia de descenso en los precios internacionales del petróleo, se inicie en firme la recuperación de las exportaciones no tradicionales y aumente nuevamente la inversión extranjera), no habrá incentivos para una sólida reactivación de la actividad edificadora, la que además se encuentra sobre ofertada en varios centros urbanos por la elevado ritmo constructor de años anteriores.
El elevado ciclo de crecimiento de la actividad edificadora que se dio durante 2012-2014 parecería que ha llegado a su fin. Ello coincide con el debilitamiento del sector externo de la economía y que ha venido acompañado de una brusca devaluación del peso, especialmente desde finales de 2014.
Generalmente, cuando el peso se deprecia fuertemente, las inversiones en finca raíz se afectan negativamente. Se resienten el crecimiento económico y el empleo, y con ello los ingresos personales y el ahorro disponible para ser canalizados hacía estas inversiones. Dejan de fluir capitales de colombianos radicados en el exterior para tales fines. El menor ingreso de inversión extranjera incide en la demanda de arrendamientos de vivienda y oficinas.
Parte del actual reacomodo de la economía colombiana a los menores ingresos por exportaciones de petróleo y otros productos es la caída del valor en moneda extranjera de activos como los relacionados con la finca raíz.
Mientras no se estabilicen las expectativas de devaluación del peso (y ello no sucederá hasta que se revierta la tendencia de descenso en los precios internacionales del petróleo, se inicie en firme la recuperación de las exportaciones no tradicionales y aumente nuevamente la inversión extranjera), no habrá incentivos para una sólida reactivación de la actividad edificadora, la que además se encuentra sobre ofertada en varios centros urbanos por la elevado ritmo constructor de años anteriores.