La economía de Brasil lleva mas de un año estancada, con un desempeño muy por debajo del de otros países de América Latina.
En 2012 el crecimiento económico de Brasil fue de apenas 0,9%, que para un país emergente es una recesión. En el primer trimestre de 2013 el aumento del PIB fue un lánguido 1,9%. Ya son cinco trimestres consecutivos en donde los datos de crecimiento han estado muy por debajo de las expectativas de los expertos.
Pero al tiempo que la economía se ha estancado, la inflación se ha acelerado a 6,6% anual. Es decir, Brasil parece estar sufriendo de ese temido fenómeno llamado “estanflación”. De hecho, el Banco Central se vio obligado recientemente a aumentar su tasa de interés de intervención de 7,5% anual a 8% anual.
Como si lo anterior fuera poco, la Bolsa de Sao Paulo, el índice Bovespa, ha perdido cerca de una tercera parte de su valor en dólares desde comienzos de 2010. A su vez, el real se ha devaluado en un 8% en los dos últimos meses de este año.
De manera que Brasil ya no es parte de un milagro económico, como se lo describiera en años anteriores cuando alcanzó un crecimiento económico cercano a 7%. Si se hablara de milagros económicos en América Latina habría que mencionar a Chile, Perú, Panamá, México y Colombia, antes que a Brasil.
En realidad, el pobre desempeño actual de Brasil es resultado de un modelo económico basado en un excesivo proteccionismo, un abrumador burocratismo y un populismo ramplón. Vuelve y juega la misma historia de siempre.
Debido a sus inmensos recursos naturales e incuestionable potencial, cada vez que por una evolución favorable de sus términos de intercambio registra un elevado crecimiento, el planeta entero celebra jubiloso el “milagro brasilero”. A lo que le sigue la desilusión de lo fugaz del milagro y la reiteración de que el Brasil de ahora continúa siendo el Brasil de siempre.
Pero al tiempo que la economía se ha estancado, la inflación se ha acelerado a 6,6% anual. Es decir, Brasil parece estar sufriendo de ese temido fenómeno llamado “estanflación”. De hecho, el Banco Central se vio obligado recientemente a aumentar su tasa de interés de intervención de 7,5% anual a 8% anual.
Como si lo anterior fuera poco, la Bolsa de Sao Paulo, el índice Bovespa, ha perdido cerca de una tercera parte de su valor en dólares desde comienzos de 2010. A su vez, el real se ha devaluado en un 8% en los dos últimos meses de este año.
De manera que Brasil ya no es parte de un milagro económico, como se lo describiera en años anteriores cuando alcanzó un crecimiento económico cercano a 7%. Si se hablara de milagros económicos en América Latina habría que mencionar a Chile, Perú, Panamá, México y Colombia, antes que a Brasil.
En realidad, el pobre desempeño actual de Brasil es resultado de un modelo económico basado en un excesivo proteccionismo, un abrumador burocratismo y un populismo ramplón. Vuelve y juega la misma historia de siempre.
Debido a sus inmensos recursos naturales e incuestionable potencial, cada vez que por una evolución favorable de sus términos de intercambio registra un elevado crecimiento, el planeta entero celebra jubiloso el “milagro brasilero”. A lo que le sigue la desilusión de lo fugaz del milagro y la reiteración de que el Brasil de ahora continúa siendo el Brasil de siempre.