En el segundo trimestre de 2014 su crecimiento fue de 4,3% frente a igual período del año anterior. En el primer trimestre el aumento había sido de 6,5%.
El Dane presentó este estimativo sin cifras por el lado de la demanda (consumo, inversión, importaciones y exportaciones). A esta entidad se le ha vuelto una cuestionable costumbre solo presentar una cara de la moneda cuando del PIB se trata y dejar transcurrir un tiempo para presentar por separado la otra cara de la moneda. De manera que el análisis que aquí se realiza es necesariamente parcial. Solo se refiere al desempeño por el lado de la oferta, o sea el de los distintos sectores de la economía.
Una gran mayoría de estos sectores registraron un crecimiento inferior al del trimestre anterior. En el caso del sector agropecuario, el cultivo del café, que en trimestres anteriores había jalonado el PIB, presentó una disminución de 1,9%. El resto de la agricultura y la actividad pecuaria mostraron igualmente un menor dinamismo, por lo que el crecimiento de la totalidad del sector fue de apenas 1,6%, el mas bajo desde comienzos de 2012.
En el caso del sector de la minería el panorama lució menos alentador aún. La tal locomotora en la que iba a constituirse este sector se ha frenado en seco. En este segundo trimestre cayó 2,2%, una cifra negativa que no se veía en años. La producción petrolera se redujo 2,8%. A su vez. la de los minerales metalíferos, dentro de los cuales se encuentra el oro, se desplomó en 15,5%, en tanto que la producción de carbón solo se incrementó 2,8%.
Como si lo anterior fuera poco, la producción de la industria manufacturera cayó 1,4%. Doce subsectores experimentaron descensos. Solo es rescatable el desempeño de ingenios (+16%), productos lácteos (+5,2%), bebidas (5,1%), productos de cuero y calzado (+5%), equipo de transporte (4,6%), y aceites y grasas vegetales (+4,1%).
El sector de la construcción, aunque fue el principal impulsor de la actividad económica, creció menos que en el primer trimestre. Si bien su componente de obras civiles aumentó 17,6%, el de la construcción de vivienda y otras edificaciones solo se incrementó 1,4%.
Por otro lado, el comercio tuvo un desempeño aceptable al crecer 5%, pero los hoteles y restaurantes solo lo hicieron en 2,9%. Por su parte, el transporte aéreo aumentó en 5,9% y el terrestre en 4%, en tanto que correo y telecomunicaciones lo hizo en 4,6%.
Otros sectores que contribuyeron a que la desaceleración del PIB no hubiera sido mas acentuada fueron actividades empresariales (+8,8%), intermediación financiera (+7,9%), servicios sociales y de salud (+7,5%), y administración pública (+6,8%).
Se vislumbra una prolongación de la tendencia a un menor crecimiento económico. La meta del gobierno para el año completo de 2014 es 4,7%. En el conjunto de los dos primeros trimestres, o sea en el primer semestre, el crecimiento fue de 5,4%. Pero si se mantiene la actual tendencia lo mas probable es que el resultado final a diciembre se sitúe mas cerca al 4% que al 5%.
Difícil para Colombia lograr de manera sostenible altas tasas de crecimiento económico con base en consumo financiado con tarjetas de crédito y con gasto público en medio de un creciente déficit fiscal. El entorno externo, y muy especialmente el del vecindario, no es conducente al optimismo. Tampoco lo es el deterioro de la seguridad en las zonas rurales, la amenaza de nuevos impuestos, y el estancamiento del sector exportador.
Una gran mayoría de estos sectores registraron un crecimiento inferior al del trimestre anterior. En el caso del sector agropecuario, el cultivo del café, que en trimestres anteriores había jalonado el PIB, presentó una disminución de 1,9%. El resto de la agricultura y la actividad pecuaria mostraron igualmente un menor dinamismo, por lo que el crecimiento de la totalidad del sector fue de apenas 1,6%, el mas bajo desde comienzos de 2012.
En el caso del sector de la minería el panorama lució menos alentador aún. La tal locomotora en la que iba a constituirse este sector se ha frenado en seco. En este segundo trimestre cayó 2,2%, una cifra negativa que no se veía en años. La producción petrolera se redujo 2,8%. A su vez. la de los minerales metalíferos, dentro de los cuales se encuentra el oro, se desplomó en 15,5%, en tanto que la producción de carbón solo se incrementó 2,8%.
Como si lo anterior fuera poco, la producción de la industria manufacturera cayó 1,4%. Doce subsectores experimentaron descensos. Solo es rescatable el desempeño de ingenios (+16%), productos lácteos (+5,2%), bebidas (5,1%), productos de cuero y calzado (+5%), equipo de transporte (4,6%), y aceites y grasas vegetales (+4,1%).
El sector de la construcción, aunque fue el principal impulsor de la actividad económica, creció menos que en el primer trimestre. Si bien su componente de obras civiles aumentó 17,6%, el de la construcción de vivienda y otras edificaciones solo se incrementó 1,4%.
Por otro lado, el comercio tuvo un desempeño aceptable al crecer 5%, pero los hoteles y restaurantes solo lo hicieron en 2,9%. Por su parte, el transporte aéreo aumentó en 5,9% y el terrestre en 4%, en tanto que correo y telecomunicaciones lo hizo en 4,6%.
Otros sectores que contribuyeron a que la desaceleración del PIB no hubiera sido mas acentuada fueron actividades empresariales (+8,8%), intermediación financiera (+7,9%), servicios sociales y de salud (+7,5%), y administración pública (+6,8%).
Se vislumbra una prolongación de la tendencia a un menor crecimiento económico. La meta del gobierno para el año completo de 2014 es 4,7%. En el conjunto de los dos primeros trimestres, o sea en el primer semestre, el crecimiento fue de 5,4%. Pero si se mantiene la actual tendencia lo mas probable es que el resultado final a diciembre se sitúe mas cerca al 4% que al 5%.
Difícil para Colombia lograr de manera sostenible altas tasas de crecimiento económico con base en consumo financiado con tarjetas de crédito y con gasto público en medio de un creciente déficit fiscal. El entorno externo, y muy especialmente el del vecindario, no es conducente al optimismo. Tampoco lo es el deterioro de la seguridad en las zonas rurales, la amenaza de nuevos impuestos, y el estancamiento del sector exportador.