La gran mayoría de los analistas económicos creen que todo se arregla con más estímulos fiscales, bajas tasas de interés y expansiones monetarias. Culpan a los gobiernos y bancos centrales por falta de acción. ¿De dónde habrán sacado la simplista idea que un problema de exceso de gasto y de deuda se corrige con más gasto? Estos analistas se educaron en la escuela de pensamiento que sostiene que los gobiernos tienen la varita mágica para crear riqueza y para evitar las crisis que ellos mismos ocasionan.
Los gobiernos y los políticos que los administran son irremediablemente irresponsables. Nada detiene su propensión a gastar mucho más de lo que reciben por impuestos. También es incontrolable su inclinación a promover e inducir absurdas expansiones monetarias y crediticias bajo el pretexto de que esa es la forma de alcanzar altos crecimientos y niveles de empleo.
Los gobiernos y los líderes políticos son, al final de cuentas, los culpables de las recesiones que afectan a las economías. Pero, con la complicidad de los medios de comunicación, se han inventado toda clase de disculpas y chivos expiatorios. Estos gobernantes, crean la enfermedad y luego son incapaces de aplicar la dura medicina que se requiere para curarla.
Como sea, ya nada ni nadie impedirá que la economía global tenga una segunda recaída, que equivaldría a los que algunos califican de depresión. De hecho, con los irresponsables paquetes de estímulo fiscal y monetario que los gobiernos implementaron durante 2009-2010 lo único que lograron fue postergar la necesaria corrección que se imponía para enderezar el rumbo. Pero no sólo eso. Con esos paquetes de estímulo le dieron un golpe de gracia adicional a las bases estructurales de esas economías.
Mayores deudas y déficit fiscales, así como salvamento de bancos y empresas no viables. Desvalorización de las monedas y elevación de los precios de los productos básicos, incluido el petróleo. Señales equivocas a empresarios e inversionistas. Desestimulo al ahorro.
En resumen, con los paquetes de estímulos las economías avanzadas (y otras como la de China) quedaron mucho más vulnerables y expuestas que hace tres años. En lugar de dejar operar las fuerzas de mercado, como corresponde en sistemas capitalistas bien entendidos, los gobiernos continuaron alterándolas, ahondando las causas de la crisis.
Ahora bien, lo que se viene impactará negativamente a América Latina. En el caso de Colombia es especialmente relevante el descenso en el precio internacional de productos de exportación como el petróleo y el carbón. También la menor demanda por otras exportaciones y una mengua en los ingresos de inversión extranjera. Se debilitará la tendencia de fortalecimiento del peso y se reducirá la tasa de crecimiento del PIB (ver nuestras proyecciones 2011–2015).
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