A pesar del alza en el precio del petróleo, sus reservas internacionales se ubicaron a mediados de abril de 2011 en US$25.873 millones, su nivel más bajo desde 2005.
Es la única potencia petrolera cuyas reservas internacionales no aumentan. La relativa debilidad de la posición de reservas de Venezuela se origina en una serie de factores, entre lo que se pueden mencionar: 1) un gasto público desaforado; 2) una producción petrolera declinante; 3) disminución de exportaciones distintas al petróleo; 4) Aumento de importaciones de derivados de petroleo; 5) fuga de capitales; y 6) un significativo incremento de la deuda externa.
Lo primero para destacar es la evidente hipertrofia del sector público, con una burocracia oficial supremamente corrupta, ineficiente e inflada en personal y remuneración a todos los niveles. Es una burocracia que poco o nada aporta a la economía, pero que exige toda clase de prebendas.
Pero ojalá fuera sólo eso: parte de esa burocracia no solamente no produce nada, sino que ha dado a la tarea de destruir y saquear los emprendimientos productivos del país. Casi todas las empresas que se han expropiado, o no funcionan o lo hacen a media marcha. Las que todavía funcionan con la inercia que le imprimieron sus antiguos dueños, tienen una declinante trayectoria y su colapso es sólo cuestión de tiempo. Son empresas mantenidas con respiración artificial por el gobierno.
Como sea, una economía cada vez menos productiva y competitiva es sostenida con las exportaciones de petróleo. Estas han generado grandes excedentes gracias al aumento de los precios internacionales del crudo. Entre 1999–2002 fueron US$21.972 millones anuales en promedio; entre 2003–2006 ascendieron a US$40.253 millones anuales; y entre 2007–2010 llegaron a US$67.072 millones anuales.
Lo primero para destacar es la evidente hipertrofia del sector público, con una burocracia oficial supremamente corrupta, ineficiente e inflada en personal y remuneración a todos los niveles. Es una burocracia que poco o nada aporta a la economía, pero que exige toda clase de prebendas.
Pero ojalá fuera sólo eso: parte de esa burocracia no solamente no produce nada, sino que ha dado a la tarea de destruir y saquear los emprendimientos productivos del país. Casi todas las empresas que se han expropiado, o no funcionan o lo hacen a media marcha. Las que todavía funcionan con la inercia que le imprimieron sus antiguos dueños, tienen una declinante trayectoria y su colapso es sólo cuestión de tiempo. Son empresas mantenidas con respiración artificial por el gobierno.
Como sea, una economía cada vez menos productiva y competitiva es sostenida con las exportaciones de petróleo. Estas han generado grandes excedentes gracias al aumento de los precios internacionales del crudo. Entre 1999–2002 fueron US$21.972 millones anuales en promedio; entre 2003–2006 ascendieron a US$40.253 millones anuales; y entre 2007–2010 llegaron a US$67.072 millones anuales.
Estos mayores ingresos se han producido no obstante que el volumen de exportaciones de petróleo se redujo de un promedio de 3.2 millones de barriles diarios en 1999 a 2.3 millones de barriles diarios al finalizar 2010. Ni siquiera en su sector más importante, con reservas casi infinitas, y apesar del estímulo de los altos precios, Venezuela ha sido incapaz de conservar el nivel de producción de hace una década.
A pesar de estos considerables crecimientos en los ingresos petroleros, no solamente no han aumentado las reservas internacionales, sino que el PIB de Venezuela se ha estancado, las divisas no alcanzan para importar lo básico, y sobretodo la deuda externa pública se disparó. Esta última, la reconocida por el Banco Central de Venezuela, pasó de US$25.463 millones en 1999, a US$24.302 millones en 2002, a US$29.476 millones en 2006, y a US$65.246 millones en 2010.
A pesar de estos considerables crecimientos en los ingresos petroleros, no solamente no han aumentado las reservas internacionales, sino que el PIB de Venezuela se ha estancado, las divisas no alcanzan para importar lo básico, y sobretodo la deuda externa pública se disparó. Esta última, la reconocida por el Banco Central de Venezuela, pasó de US$25.463 millones en 1999, a US$24.302 millones en 2002, a US$29.476 millones en 2006, y a US$65.246 millones en 2010.
Ahora bien, esta deuda pública externa no incluye una serie de contingencias por disputas en tribunales internacionales relacionadas con expropiaciones relativamente recientes. Tampoco incluye pagos atrasados ya oficialmente reconocidos por concepto de algunas de esas expropiaciones. Al contabilizar estos renglones esa deuda ascendería a cerca de US$100.000 millones.
El tamaño de esa deuda pública externa podría estimarse en aproximadamente 80% del PIB de Venezuela en dólares, si este PIB se mide con una tasa de cambio de equilibrio, por ejemplo 8 bolívares fuertes por dólar. A título de comparación, en Colombia la deuda pública externa en 2010 ascendió a 13,6% del PIB.
(Al mantener un bolívar sobrevaluado los venezolanos, incluidas sus autoridades económicas, se engañan sobre la verdadera magnitud del tamaño de la economía y sobre el nivel de riqueza del país).
¿Cómo llegó Venezuela a una situación de una excesiva deuda pública externa en medio de una bonanza de precios del petróleo sin antecedentes? Puesto de otra manera, ¿cómo es posible que al tiempo que recibía aumentos significativos en ingresos petroleros y también en ingresos por concepto de endeudamiento púbico externo, la economía venezolana no solamente se haya estancado sino que incluso haya retrocedido?
La explicación radica obviamente en un modelo económico que en lugar de crear riqueza la destruye. En un modelo económico que derrocha o despilfarra los recursos disponibles. Así de sencillo. Venezuela se ha convertido en un país que se las ha arreglado para desperdiciar una situación incomparablemente favorable en sus términos de intercambio comercial.
Un país que es el más rico del Continente en recursos naturales, sigue sumido en el subdesarrollo y la pobreza, con una producción declinante de petróleo y otros productos básicos. Un país cada vez más descapitalizado, cada vez menos competitivo, cada vez más incapaz de resolver sus problemas estructurales de infraestructura física y social.
Un país cuyos gobernantes, en lugar de mirar la paja en el ojo propio y juiciosamente corregir lo que no funciona que es casi todo, se la pasan insinuando que todo lo malo que allí sucede es culpa del "capitalismo" y del "imperio". ¡Qué farsantes!
El tamaño de esa deuda pública externa podría estimarse en aproximadamente 80% del PIB de Venezuela en dólares, si este PIB se mide con una tasa de cambio de equilibrio, por ejemplo 8 bolívares fuertes por dólar. A título de comparación, en Colombia la deuda pública externa en 2010 ascendió a 13,6% del PIB.
(Al mantener un bolívar sobrevaluado los venezolanos, incluidas sus autoridades económicas, se engañan sobre la verdadera magnitud del tamaño de la economía y sobre el nivel de riqueza del país).
¿Cómo llegó Venezuela a una situación de una excesiva deuda pública externa en medio de una bonanza de precios del petróleo sin antecedentes? Puesto de otra manera, ¿cómo es posible que al tiempo que recibía aumentos significativos en ingresos petroleros y también en ingresos por concepto de endeudamiento púbico externo, la economía venezolana no solamente se haya estancado sino que incluso haya retrocedido?
La explicación radica obviamente en un modelo económico que en lugar de crear riqueza la destruye. En un modelo económico que derrocha o despilfarra los recursos disponibles. Así de sencillo. Venezuela se ha convertido en un país que se las ha arreglado para desperdiciar una situación incomparablemente favorable en sus términos de intercambio comercial.
Un país que es el más rico del Continente en recursos naturales, sigue sumido en el subdesarrollo y la pobreza, con una producción declinante de petróleo y otros productos básicos. Un país cada vez más descapitalizado, cada vez menos competitivo, cada vez más incapaz de resolver sus problemas estructurales de infraestructura física y social.
Un país cuyos gobernantes, en lugar de mirar la paja en el ojo propio y juiciosamente corregir lo que no funciona que es casi todo, se la pasan insinuando que todo lo malo que allí sucede es culpa del "capitalismo" y del "imperio". ¡Qué farsantes!