El país más rico de América Latina en reservas de petróleo y gas natural enfrenta un racionamiento de energía eléctrica.
De hecho, de tiempo atrás los apagones en distintos lugares del país han estado a la orden del día. Desde que el gobierno de Hugo Chávez nacionalizó al sector eléctrico el deterioro del servicio ha sido evidente. Como es de esperar, el gobierno le achaca la culpa a factores ajenos a su propia desidia e ineficiencia. Culpa a la población por un supuesto exceso de consumo.
El ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez señaló que si la demanda continúa creciendo al ritmo actual el sistema eléctrico venezolano colapsará del todo. La verdad es que ha venido colapsando desde hace meses, pero este burócrata hasta ahora se da por enterado. El aumento en la demanda en los primeros ocho meses de 2009 fue de 3.8%, mientras que la oferta solamente lo hizo en 1,6%.
Venezuela creó a Corpoelec después de la nacionalización del sector. Esta compañía anunció en septiembre que aumentará las tarifas de algunos consumidores. También ha anunciado que solicitará a los venezolanos que ahorren (lo cual es un chiste porque ya lo están haciendo a punta de apagones), y está tratando de llegar a acuerdos para que compañías que generan su propia electricidad le vendan energía.
Por otro lado, el gobierno acaba de firmar un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por US$800 millones para financiar la terminación de la presa de Manuel Pair. La construcción de esta planta hidroeléctrica, que tendrá una capacidad de 2.160 MW, se inició en 2002. Su construcción ha avanzado a paso de tortuga, pero ahora con el préstamo del BID el ministro Ramírez tiene la esperanza de que entre en operación en 2012.
El problema del sector eléctrico venezolano no es sólo cuestión de exhortaciones a la sufrida población para que reduzca su consumo en horas en las que no hay apagones. Tampoco es cuestión de terminar una planta que se inició hace años. El sector requiere de grandes inversiones no solamente en generación sino también en transmisión y distribución. Requiere, además, de una administración eficiente y previsiva, lo cual es un contrasentido en unas entidades públicas que están totalmente politizadas, donde sobra la burocracia, donde abunda la corrupción, y donde los sindicatos abusan permanentemente de su poder.
El ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez señaló que si la demanda continúa creciendo al ritmo actual el sistema eléctrico venezolano colapsará del todo. La verdad es que ha venido colapsando desde hace meses, pero este burócrata hasta ahora se da por enterado. El aumento en la demanda en los primeros ocho meses de 2009 fue de 3.8%, mientras que la oferta solamente lo hizo en 1,6%.
Venezuela creó a Corpoelec después de la nacionalización del sector. Esta compañía anunció en septiembre que aumentará las tarifas de algunos consumidores. También ha anunciado que solicitará a los venezolanos que ahorren (lo cual es un chiste porque ya lo están haciendo a punta de apagones), y está tratando de llegar a acuerdos para que compañías que generan su propia electricidad le vendan energía.
Por otro lado, el gobierno acaba de firmar un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por US$800 millones para financiar la terminación de la presa de Manuel Pair. La construcción de esta planta hidroeléctrica, que tendrá una capacidad de 2.160 MW, se inició en 2002. Su construcción ha avanzado a paso de tortuga, pero ahora con el préstamo del BID el ministro Ramírez tiene la esperanza de que entre en operación en 2012.
El problema del sector eléctrico venezolano no es sólo cuestión de exhortaciones a la sufrida población para que reduzca su consumo en horas en las que no hay apagones. Tampoco es cuestión de terminar una planta que se inició hace años. El sector requiere de grandes inversiones no solamente en generación sino también en transmisión y distribución. Requiere, además, de una administración eficiente y previsiva, lo cual es un contrasentido en unas entidades públicas que están totalmente politizadas, donde sobra la burocracia, donde abunda la corrupción, y donde los sindicatos abusan permanentemente de su poder.