Deja mucho que desear su reacción frente a su mala movida en relación con la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), la que ocasionó una abrupta caída en el precio de las acciones.
Dijo Petro (diario El Tiempo del 8 de diciembre) que “nadie debe esperar que el alcalde Petro arrodille el interés general al particular, así me cueste la vida”. Eso de que “así me cueste la vida” es ciertamente una exageración. Quizás un rezago de cuando estaba involucrado en actividades guerrilleras. Nadie le va a cobrar la vida por su posición frente a este tema, sea cual ella sea.
Pero más importante, ¿cuál es el “interés general” al que se refiere Petro? Si su propuesta de fusionar a la EEB con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) y con la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB) eleva la calidad de los servicios y le da una mayor solidez financiera a las empresas, Petro tendría la razón. Pero si esa propuesta va en deterioro de la empresa que funciona bien, la EEB, y no arregla para nada los problemas de la otras dos, ella no promueve el interés general.
Es más, si la propuesta sólo apunta a favorecer a un reducido grupo de sindicalistas en detrimento del interés de 9 millones de usuarios, y si esa propuesta crea una entelequia burocrática que hace imposible la rendición de cuentas a la ciudadanía, ciertamente va en abierta contravía del interés general.
Lo que se llama interés general no es lo que le conviene a Petro y a los acólitos que lo acompañarán en la nómina del Distrito Capital. El interés general es lo que más le conviene a 9 millones de habitantes.
Y por supuesto no es del interés de 9 millones de habitantes que Petro, a punta de declaraciones disparatadas, destruya el valor patrimonial de la EEB. Curiosa interpretación del interés general que la empresa pierda en tres días casi US$1.000 millones de valor.
Ese desplome no es originado en un “intento especulativo de comprar al más bajo valor posible la proporción de propiedad que abandona el Distrito”. El desplome es culpa exclusiva de Petro: de una falta de claridad que ha ahuyentado a los inversionistas desde el mismo momento en que empezó a puntear en las encuestas. Ni pendejos que fueran fondos de pensiones e inversionistas individuales en apostarle a un esquema institucional que va en detrimento de la situación financiera de las empresas en las que invierten.
Petro acusó, no se sabe a quién, de que hay una conspiración para “violentar el triunfo del 30 de octubre y su mandato”. Que diga quién es el que quiere violentarle su mandato. Fácil acusar a fantasmas y hacerse la víctima. La gran mayoría de los bogotanos lo que esperan y quieren es que le vaya bien en la alcaldía porque así le va bien a la ciudad donde viven.
Pero más importante, ¿cuál es el “interés general” al que se refiere Petro? Si su propuesta de fusionar a la EEB con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) y con la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB) eleva la calidad de los servicios y le da una mayor solidez financiera a las empresas, Petro tendría la razón. Pero si esa propuesta va en deterioro de la empresa que funciona bien, la EEB, y no arregla para nada los problemas de la otras dos, ella no promueve el interés general.
Es más, si la propuesta sólo apunta a favorecer a un reducido grupo de sindicalistas en detrimento del interés de 9 millones de usuarios, y si esa propuesta crea una entelequia burocrática que hace imposible la rendición de cuentas a la ciudadanía, ciertamente va en abierta contravía del interés general.
Lo que se llama interés general no es lo que le conviene a Petro y a los acólitos que lo acompañarán en la nómina del Distrito Capital. El interés general es lo que más le conviene a 9 millones de habitantes.
Y por supuesto no es del interés de 9 millones de habitantes que Petro, a punta de declaraciones disparatadas, destruya el valor patrimonial de la EEB. Curiosa interpretación del interés general que la empresa pierda en tres días casi US$1.000 millones de valor.
Ese desplome no es originado en un “intento especulativo de comprar al más bajo valor posible la proporción de propiedad que abandona el Distrito”. El desplome es culpa exclusiva de Petro: de una falta de claridad que ha ahuyentado a los inversionistas desde el mismo momento en que empezó a puntear en las encuestas. Ni pendejos que fueran fondos de pensiones e inversionistas individuales en apostarle a un esquema institucional que va en detrimento de la situación financiera de las empresas en las que invierten.
Petro acusó, no se sabe a quién, de que hay una conspiración para “violentar el triunfo del 30 de octubre y su mandato”. Que diga quién es el que quiere violentarle su mandato. Fácil acusar a fantasmas y hacerse la víctima. La gran mayoría de los bogotanos lo que esperan y quieren es que le vaya bien en la alcaldía porque así le va bien a la ciudad donde viven.
Por otro lado, Petro no ha perdido oportunidad para enfatizar que recibió un gran mandato popular en las pasadas elecciones. Incluso no ha escondido su ilusión de que tan “arrollador” mandato le garantizará la llegada a la Presidencia de la República.
Piensa con el deseo y la gente no come cuento. El potencial de votos para la alcaldía de Bogotá en las pasadas elecciones era de 4.9 millones. De esos, solo acudieron a las urnas el 47,4%, o sea 2.3 millones. Y de estos 2.3 millones, Petro solo obtuvo el 31%, o sea 721.000.
El número de votos de Petro fue menor al que obtuvieron sus antecesores. Sin embargo, ello no obsta para que se presente como un gran triunfador. Por lo visto la humildad se fue de vacaciones.
Piensa con el deseo y la gente no come cuento. El potencial de votos para la alcaldía de Bogotá en las pasadas elecciones era de 4.9 millones. De esos, solo acudieron a las urnas el 47,4%, o sea 2.3 millones. Y de estos 2.3 millones, Petro solo obtuvo el 31%, o sea 721.000.
El número de votos de Petro fue menor al que obtuvieron sus antecesores. Sin embargo, ello no obsta para que se presente como un gran triunfador. Por lo visto la humildad se fue de vacaciones.
Como sea, lo único evidente hasta ahora es que el nuevo alcalde antes de posesionarse, con declaraciones desafiantes y arrevesadas, ha empezado a crear una gran incertidumbre sobre lo que le espera a Bogotá.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
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