Otro de los “empresarios” parásitos del régimen de Hugo Chávez fue “forzado” a entregarle al gobierno sus entidades financieras.
Se trata del Central Banco Universal, Baninvest, Banco Real y Seguros La Previsora. Su dueño Torres Ciliberto ha hecho una gran fortuna durante el gobierno de Hugo Chávez. Al punto de que recientemente resolvió convertirse en “gran banquero” y sacó de su maletín US$350 millones para comprar estas entidades. Ahora se las devolvió al gobierno por 1 bolívar fuerte.
En realidad, todas estas entidades eran “zombie” o cascarones sin mayor capital. Su viabilidad dependía exclusivamente de los depósitos oficiales y de negocios con el gobierno, al igual que sucedía con los bancos que le fueron quitados a ese otro “gran empresario” de la llamada “boliburguesía”, Ricardo Fernández Barrueto.
El socio de Torres Ciliberto es Arné Chacón Escamillo, hermano mayor del ministro Jesse Chacón. También son muy estrechas y extensas sus vinculaciones con el ex Vicepresidente y ex ministro de Defensa José Vicente Rangel.
¿Qué hay detrás de la supuesta “nacionalización” de los bancos “zombie” que “pertenecían” a los “empresarios” parásitos del régimen de Hugo Chávez”? Se trata indudablemente de un intento para centralizar y ejercer un mayor control sobre los dineros de los “negocios” que se mueven alrededor de las actividades del gobierno.
Después del congelamiento por parte de las autoridades de Andorra de las cuentas bancarias de la familia presidencial y de otros personajes de su círculo, Hugo Chávez decidió tomar el control total de estas entidades. Se borrarían así indicios de corrupción en entidades financieras comprometidas. Es en este contexto que se enmarca la nacionalización del Banco de Venezuela, hecha con anterioridad a estas últimas tomas.
Por otra parte, se busca mantener alineados a los “empresarios” parásitos conocedores de esa corrupción y candidatos a colaborar en las investigaciones que lleva a cabo el Departamento de Estado de Estados Unidos y otras autoridades extranjeras. Fernández Barrueto por ahora es tratado como desecho radioactivo y sigue encarcelado. En el caso de Torres Ciliberto, que también se ha convertido en material radioactivo, se habla de un “acuerdo”. Nadie sabe las condiciones detrás de ese “acuerdo”, pero se supone que es en beneficio de las partes.
Finalmente, desde el punto de vista de la imagen pública del gobierno venezolano, no conviene el espectáculo de estos “empresarios” adictos al régimen, con maletín en mano, comprando empresas a diestra y siniestra. Con las “nacionalizaciones” se pretende borrar la mala imagen y hacer aparecer a Hugo Chávez ante la opinión pública nacional y extranjera, como adalid de la lucha contra la corrupción financiera. Y por supuesto, no sobrarán los pelmazos y bombetas que se creerán semejante cuento.
En realidad, todas estas entidades eran “zombie” o cascarones sin mayor capital. Su viabilidad dependía exclusivamente de los depósitos oficiales y de negocios con el gobierno, al igual que sucedía con los bancos que le fueron quitados a ese otro “gran empresario” de la llamada “boliburguesía”, Ricardo Fernández Barrueto.
El socio de Torres Ciliberto es Arné Chacón Escamillo, hermano mayor del ministro Jesse Chacón. También son muy estrechas y extensas sus vinculaciones con el ex Vicepresidente y ex ministro de Defensa José Vicente Rangel.
¿Qué hay detrás de la supuesta “nacionalización” de los bancos “zombie” que “pertenecían” a los “empresarios” parásitos del régimen de Hugo Chávez”? Se trata indudablemente de un intento para centralizar y ejercer un mayor control sobre los dineros de los “negocios” que se mueven alrededor de las actividades del gobierno.
Después del congelamiento por parte de las autoridades de Andorra de las cuentas bancarias de la familia presidencial y de otros personajes de su círculo, Hugo Chávez decidió tomar el control total de estas entidades. Se borrarían así indicios de corrupción en entidades financieras comprometidas. Es en este contexto que se enmarca la nacionalización del Banco de Venezuela, hecha con anterioridad a estas últimas tomas.
Por otra parte, se busca mantener alineados a los “empresarios” parásitos conocedores de esa corrupción y candidatos a colaborar en las investigaciones que lleva a cabo el Departamento de Estado de Estados Unidos y otras autoridades extranjeras. Fernández Barrueto por ahora es tratado como desecho radioactivo y sigue encarcelado. En el caso de Torres Ciliberto, que también se ha convertido en material radioactivo, se habla de un “acuerdo”. Nadie sabe las condiciones detrás de ese “acuerdo”, pero se supone que es en beneficio de las partes.
Finalmente, desde el punto de vista de la imagen pública del gobierno venezolano, no conviene el espectáculo de estos “empresarios” adictos al régimen, con maletín en mano, comprando empresas a diestra y siniestra. Con las “nacionalizaciones” se pretende borrar la mala imagen y hacer aparecer a Hugo Chávez ante la opinión pública nacional y extranjera, como adalid de la lucha contra la corrupción financiera. Y por supuesto, no sobrarán los pelmazos y bombetas que se creerán semejante cuento.