Le recortarían gastos a la vaca lechera del Presidente Hugo Chávez en por lo menos US$11.000 millones en 2009, pero no es claro en cuáles áreas.
Es evidente que la empresas estatal petrolera venezolana no da más. Está retrasada en el pago a sus proveedores. Tampoco ha cubierto la indemnización de algunas nacionalizaciones realizadas dos y tres años atrás. No ha podido emprender ninguna de las refinerías que con gran fanfarria Chávez ofreció construir en por lo menos cinco países de la región. Las refinerías existentes están en mora de ser renovadas. Las inversiones en nuevos proyectos de explotación de petróleo y gas están estancadas.
El ministro de Energía Rafael Ramírez señaló que se congelarán los salarios de sus 75.000 empleados y que se reducirán los de los altos funcionarios, pero que no se sacrificarán los proyectos de mantenimiento y renovación de la infraestructura petrolera actual. No se refirió a los programas sociales que PDVSA ha asumido directamente bajo su responsabilidad. Lo cierto es que la contabilidad de la empresa es un caos y que el manejo de sus recursos no es transparente.
Al tiempo que la vaca lechera de Chávez se está secando, el diferencial entre la tasa oficial y el dólar paralelo se ha acrecentado. Este último superó recientemente los 7 bolívares por dólar, más de tres veces la tasa oficial de 2.15 bolívares por dólar. Existe una gran incertidumbre sobre cuántos dólares oficiales aprobará CADIVI para las importaciones. Con un diferencial de esta magnitud, el gran negocio es obtener, por cualquier vía, dólares oficiales y venderlos a la tasa paralela.
Aunque Venezuela no enfrenta la perspectiva de una gran crisis de balanza de pagos, tendrá que acudir a deuda y eventualmente a un forzado recorte de gastos y subsidios. El “modelo socialista” que pregona Chávez es uno basado en gastos y subsidios de toda índole, sobre la base de un precio del petróleo muy superior al actual. Poco se ha hecho, desde que está Chávez en el poder, para diversificar la base productiva del país y reducir su dependencia en un solo producto.
Chávez utilizó una parte importante de los cuantiosos excedentes que generó el petróleo en la bonanza de 2004-2008 en nacionalizar empresas existentes que estaban siendo relativamente bien administradas, sin deparar en el costo implícito en su politización, una vez que caen en manos del gobierno. El costo para Venezuela de estas políticas “socialistas” no es solamente el valor de los recursos empleados en las nacionalizaciones, sino los despilfarros y las ineficiencias que ya se están dando en varias de estas empresas, y que de seguro se acrecentarán con el paso del tiempo.
Por enésima vez, Venezuela enfrenta una situación en la cual la vaca lechera no da lo suficiente para satisfacer los extravagantes caprichos del gobernante de turno, ni para sustituir los recursos que se dejan de percibir por cuenta de una baja productividad en las distintas áreas de su economía.
Al tiempo que la vaca lechera de Chávez se está secando, el diferencial entre la tasa oficial y el dólar paralelo se ha acrecentado. Este último superó recientemente los 7 bolívares por dólar, más de tres veces la tasa oficial de 2.15 bolívares por dólar. Existe una gran incertidumbre sobre cuántos dólares oficiales aprobará CADIVI para las importaciones. Con un diferencial de esta magnitud, el gran negocio es obtener, por cualquier vía, dólares oficiales y venderlos a la tasa paralela.
Aunque Venezuela no enfrenta la perspectiva de una gran crisis de balanza de pagos, tendrá que acudir a deuda y eventualmente a un forzado recorte de gastos y subsidios. El “modelo socialista” que pregona Chávez es uno basado en gastos y subsidios de toda índole, sobre la base de un precio del petróleo muy superior al actual. Poco se ha hecho, desde que está Chávez en el poder, para diversificar la base productiva del país y reducir su dependencia en un solo producto.
Chávez utilizó una parte importante de los cuantiosos excedentes que generó el petróleo en la bonanza de 2004-2008 en nacionalizar empresas existentes que estaban siendo relativamente bien administradas, sin deparar en el costo implícito en su politización, una vez que caen en manos del gobierno. El costo para Venezuela de estas políticas “socialistas” no es solamente el valor de los recursos empleados en las nacionalizaciones, sino los despilfarros y las ineficiencias que ya se están dando en varias de estas empresas, y que de seguro se acrecentarán con el paso del tiempo.
Por enésima vez, Venezuela enfrenta una situación en la cual la vaca lechera no da lo suficiente para satisfacer los extravagantes caprichos del gobernante de turno, ni para sustituir los recursos que se dejan de percibir por cuenta de una baja productividad en las distintas áreas de su economía.