Borbotones de dinero salen de la nada para darle liquidez a los bancos. Vueltas extras al carrusel de la financiación de la eurozona.
El Banco Central Europeo (BCE) recibió el encargo de proporcionarle liquidez a los angustiados bancos europeos. Abrió una línea de crédito a la absurda (por lo baja) tasa de interés de 1% anual y a un plazo de 3 años. Además flexibilizó los requisitos en relación con el colateral. Todo un regalo para los bancos, con la esperanza de evitar su colapso.
Muchos de estos bancos, acosados como están por una cartera que no ha sido saneada, no consiguen financiación para fondearse. Los inversionistas no quieren nada que ver con ellos. Es tal la desconfianza que ni siquiera los bancos se prestan entre sí para cubrir necesidades de tesorería.
Ante esta situación, una similar a la que se presentó en 2009, el BCE salió a rescatar lo que francamente no parece rescatable. En ese entonces los bancos recibieron del BCE 442.000 millones de euros también a una tasa de interés de 1% y con vencimiento a un año.
En esta ocasión, se esperaba que los bancos demandarían cerca de 300.000 millones de euros, pero cayeron como abejas al panal y solicitaron la bicoca de casi 500.000 millones. La sed en el desierto era mayor a la presupuestada.
Un primer interrogante que surge es qué harán los bancos con este dinero. La presentación “política” del tema, es decir, la presentación para quienes viven despistados, es que se le está proporcionando liquidez al sistema financiero para reactivar el crédito a hogares y pequeñas empresas (los políticos y funcionarios siempre se presentan como defensores de los pequeños empresarios).
Algunos piensan que los bancos destinarán su recién adquirida mayor liquidez a comprar bonos de los gobiernos cuyo rendimiento es mayor al de los préstamos del BCE. O sea un negocio redondo: me prestan barato y yo presto más caro. Igual con los préstamos que se harían a hogares y empresas. Sin duda, un buen negocio este de la intermediación financiera cuando se reciben regalos de entidades públicas como el BCE.
Sin embargo, a pesar de recibir dinero barato y de evitar a corto plazo una crisis de liquidez, la situación de los bancos europeos sigue sin despejarse. Hay varias razones para que eso sea así. En primer lugar, dado el estancamiento en que se encuentra la Comunidad Europea en medio de un endeudamiento que envidiaría Bernard Madoff, el riesgo de continuar prestándole a gobiernos, hogares y empresas se ha incrementado considerablemente.
El problema es que tanto gobiernos como sector privado han acumulado una deuda gigantesca y la salida, en muchos casos, ni siquiera pasa por refinanciar la deuda actual sino por reducirla. Y si no es posible reducirla porque no hay el capital para hacerlo lo que se impone es el reconocimiento de la quiebra. Mantener con respiración artificial al moribundo, no lo salva sino que alarga su agonía.
Los bancos en la Comunidad Europea no tienen a quien prestarle. Así las cosas, seguramente utilizarán la mayor parte de los préstamos del BCE a cancelar otros préstamos ya contratados, pero más caros y de más inmediato vencimiento. De todas maneras, para ellos esta operación sería como un respiro en medio de la asfixia.
El problema de fondo es que la mayoría de los bancos europeos no han sincerado sus balances. Proporcionarles liquidez barata como lo ha hecho el BCE sin conocer la real situación por la que atraviesan es alargarles la vida a muchos que no son viables. Es mantener unos huecos negros que chupan y malversan riqueza existente y que no están en capacidad de cumplir con su función de intermediar en la creación de riqueza adicional.
Obviamente la única salida para varios de estos bancos en problemas es vender activos y capitalizarse. Algunos ya han vendido activos, aunque en esto hay un límite puesto que vender los más rentables y valiosos comprometerían a futuro la viabilidad misma del negocio. Y los activos menos valiosos, los activos tóxicos, ¿quién los compraría?
De manera que la mejor salida es capitalizar. Pero, ¿quién le inyecta capital a un hueco negro de magnitud desconocida? Los 500.000 millones de euros del BCE no son capital fresco. Son un préstamo. Hay que eventualmente devolverlos en 2015. ¿Y qué pasa si no se devuelven?
Como está planteado el asunto, el previsible impacto de la generosidad del BCE será el de postergar el impostergable ajuste, la cirugía a corazón abierto, que corresponde hacerle al sistema financiero europeo para sanearlo de verdad.
Por ahora, se ha ganado un tiempo extra, en concordancia con el talante de la social democracia europea. Lo que no se le ha contado a la gente es que, como en un partido de fútbol, si en el tiempo extra no pasa nada se llega a los penaltis, y de ahí a unos resultados concretos en el que finalmente hay ganadores y perdedores. Los europeos se han resistido a aceptar que en la economía siempre habrá tarde o temprano, sin tiempo extra o con tiempo extra, ganadores y perdedores.
Surge otro interrogante y es de dónde salen los recursos que el BCE reparte tan graciosamente por todo el sistema financiero de la eurozona. ¿Préstamos por la puerta de atrás de ese irredento emisor llamado Reserva Federal de Estados Unidos?
En últimas, este esquema es uno que se traduce en más deudas encima de deudas que ya están en niveles insostenibles. Quebrados financiando quebrados a todo lo largo de la cadena de financiación. Todo un sofisticado esquema Ponzi cuyo garante final es el BCE.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Muchos de estos bancos, acosados como están por una cartera que no ha sido saneada, no consiguen financiación para fondearse. Los inversionistas no quieren nada que ver con ellos. Es tal la desconfianza que ni siquiera los bancos se prestan entre sí para cubrir necesidades de tesorería.
Ante esta situación, una similar a la que se presentó en 2009, el BCE salió a rescatar lo que francamente no parece rescatable. En ese entonces los bancos recibieron del BCE 442.000 millones de euros también a una tasa de interés de 1% y con vencimiento a un año.
En esta ocasión, se esperaba que los bancos demandarían cerca de 300.000 millones de euros, pero cayeron como abejas al panal y solicitaron la bicoca de casi 500.000 millones. La sed en el desierto era mayor a la presupuestada.
Un primer interrogante que surge es qué harán los bancos con este dinero. La presentación “política” del tema, es decir, la presentación para quienes viven despistados, es que se le está proporcionando liquidez al sistema financiero para reactivar el crédito a hogares y pequeñas empresas (los políticos y funcionarios siempre se presentan como defensores de los pequeños empresarios).
Algunos piensan que los bancos destinarán su recién adquirida mayor liquidez a comprar bonos de los gobiernos cuyo rendimiento es mayor al de los préstamos del BCE. O sea un negocio redondo: me prestan barato y yo presto más caro. Igual con los préstamos que se harían a hogares y empresas. Sin duda, un buen negocio este de la intermediación financiera cuando se reciben regalos de entidades públicas como el BCE.
Sin embargo, a pesar de recibir dinero barato y de evitar a corto plazo una crisis de liquidez, la situación de los bancos europeos sigue sin despejarse. Hay varias razones para que eso sea así. En primer lugar, dado el estancamiento en que se encuentra la Comunidad Europea en medio de un endeudamiento que envidiaría Bernard Madoff, el riesgo de continuar prestándole a gobiernos, hogares y empresas se ha incrementado considerablemente.
El problema es que tanto gobiernos como sector privado han acumulado una deuda gigantesca y la salida, en muchos casos, ni siquiera pasa por refinanciar la deuda actual sino por reducirla. Y si no es posible reducirla porque no hay el capital para hacerlo lo que se impone es el reconocimiento de la quiebra. Mantener con respiración artificial al moribundo, no lo salva sino que alarga su agonía.
Los bancos en la Comunidad Europea no tienen a quien prestarle. Así las cosas, seguramente utilizarán la mayor parte de los préstamos del BCE a cancelar otros préstamos ya contratados, pero más caros y de más inmediato vencimiento. De todas maneras, para ellos esta operación sería como un respiro en medio de la asfixia.
El problema de fondo es que la mayoría de los bancos europeos no han sincerado sus balances. Proporcionarles liquidez barata como lo ha hecho el BCE sin conocer la real situación por la que atraviesan es alargarles la vida a muchos que no son viables. Es mantener unos huecos negros que chupan y malversan riqueza existente y que no están en capacidad de cumplir con su función de intermediar en la creación de riqueza adicional.
Obviamente la única salida para varios de estos bancos en problemas es vender activos y capitalizarse. Algunos ya han vendido activos, aunque en esto hay un límite puesto que vender los más rentables y valiosos comprometerían a futuro la viabilidad misma del negocio. Y los activos menos valiosos, los activos tóxicos, ¿quién los compraría?
De manera que la mejor salida es capitalizar. Pero, ¿quién le inyecta capital a un hueco negro de magnitud desconocida? Los 500.000 millones de euros del BCE no son capital fresco. Son un préstamo. Hay que eventualmente devolverlos en 2015. ¿Y qué pasa si no se devuelven?
Como está planteado el asunto, el previsible impacto de la generosidad del BCE será el de postergar el impostergable ajuste, la cirugía a corazón abierto, que corresponde hacerle al sistema financiero europeo para sanearlo de verdad.
Por ahora, se ha ganado un tiempo extra, en concordancia con el talante de la social democracia europea. Lo que no se le ha contado a la gente es que, como en un partido de fútbol, si en el tiempo extra no pasa nada se llega a los penaltis, y de ahí a unos resultados concretos en el que finalmente hay ganadores y perdedores. Los europeos se han resistido a aceptar que en la economía siempre habrá tarde o temprano, sin tiempo extra o con tiempo extra, ganadores y perdedores.
Surge otro interrogante y es de dónde salen los recursos que el BCE reparte tan graciosamente por todo el sistema financiero de la eurozona. ¿Préstamos por la puerta de atrás de ese irredento emisor llamado Reserva Federal de Estados Unidos?
En últimas, este esquema es uno que se traduce en más deudas encima de deudas que ya están en niveles insostenibles. Quebrados financiando quebrados a todo lo largo de la cadena de financiación. Todo un sofisticado esquema Ponzi cuyo garante final es el BCE.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).