Algunos analistas se regocijaron porque la economía de Estados Unidos mostró a finales de 2011 y comienzos de 2012 signos positivos, como por ejemplo una cierta reactivación de la producción de la industria manufacturera y una caída del desempleo a 8,3%, luego de estar por encima de 9%.
Cuando se dio la supuesta buena noticia de que la tasa de desempleo había caído de 8,5% en diciembre a 8,3% en enero, pocos tuvieron en cuenta que simultáneamente la participación de la fuerza laboral se redujo a 63,7% debido a que 1.2 millones de personas había dejado de buscar empleo.
De manera que los buenos datos sobre reducción de empleo deben matizarse con el fenómeno del trabajador desanimado. La fuerza laboral ha disminuido al caer el número de personas en edad de trabajar buscando trabajo porque es muy difícil encontrarlo. Y al ser menor el denominador que se utiliza en el cálculo del desempleo (fuerza laboral), no sorprende que las cifras de desempleo tiendan a mejorar, sin que realmente eso sea consecuencia de un mercado laboral vibrante.
Por otro lado, hace poco el Presidente Barack Obama presentó el presupuesto del gobierno federal para 2013. Este presupuesto contempla un nivel de gasto totalmente insostenible, repartiendo a diestra y siniestra beneficios como si Estados Unidos estuviera en una bonanza. Como si el país no tuviera ya un abrumador problema de déficit fiscal y deuda pública.
De acuerdo con las cifras presentadas en este presupuesto, para el año fiscal de 2012 el gasto del gobierno federal aumentará US$193.000 millones, para llegar a US$3.800.000 millones. El déficit de 2012 será US$1.300.000 millones, cerca de 10% del PIB. Durante los últimos cuatro años consecutivos el déficit ha estado en estos altos niveles. La deuda del gobierno federal se aproxima a US$16.000.000 millones, o sea mas de 100% del PIB. Sin contar alrededor de US$100.000.000 millones en pasivos no financiados relacionados con la seguridad social y los programas de Medicare y Medicaid.
Lo preocupante es la tendencia. El presupuesto de 2013 de la administración Obama proyecta un déficit para ese año fiscal de US$901.000 millones y cercanos a US$600.000 millones anuales durante la próxima década. Pero esos presupuestos se basan en premisas optimistas de crecimiento, recaudo tributario y ausencia de imprevistos. Suponen que las tasas de interés, y por lo tanto el servicio de la deuda, se mantendrá en niveles muy bajos en los próximos años.
A un desempleo real alto y un inmenso problema fiscal que no ha sido enfrentado, se agrega una incertidumbre sobre las normas tributarias que regirán a partir de 2013 cuando se vencen las reducciones de impuestos de Bush. Esta incertidumbre, que afecta la inversión, se mantendrá viva a todo lo largo del año electoral de 2012.
Adicionalmente, a pesar de maromas monetarias de todo tipo la Unión Europea ya ingresó a una segunda recaída, o por lo menos a un estancamiento que podría extenderse durante mínimo dos años. Tampoco se puede ocultar la desaceleración que se observa en la mayoría de las más grandes economías emergentes, incluida China.
Muy recientemente, en febrero de 2012, han resurgido presiones inflacionarias que se habían moderado en el segundo semestre del año pasado. De especial importancia, el aumento del precio de la gasolina. Pero también los precios de varios otros productos básicos dejaron de caer y muestran una tendencia a aumentar. A su vez, el precio del oro se ha incrementado en US$200 la onza desde sus bajos a finales de 2011.
Este resurgimiento de las presiones inflacionarias, que es consecuente con la amplia liquidez que siguen proporcionando los bancos centrales de las economías mas importantes del planeta, es un desarrollo negativo para una endeble recuperación sustentada en un mayor dinamismo del consumo, tal como fue el caso en el segundo semestre del año pasado.
De manera que se puede concluir que la economía de Estados Unidos está lejos de crecer sostenidamente a tasas superiores a 3%, que son las que se necesitan para reducir de verdad el desempleo y sentar las bases para resolver el problema fiscal. Como van las cosas, 2012 se parece sospechosamente a 2011 que fue un año de un crecimiento que osciló entre 1% y 2%.
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