Para los hinchas del Real es deprimente ver jugar a un equipo sin alma, sin espíritu, sin juego del bueno. Ese es el equipo de Rafa Benítez.
Este Real necesita de ayuda arbitral para ganar. Y puede que gane sin ayuda arbitral. Pero gastarse 90 minutos para ver su desabrido juego es sencillamente no tener oficio en esta vida.
El Real Madrid, al igual que el Barcelona y otros grandes, tiene miles de hinchas por fuera de España. Es uno de los grandes del planeta. Sus hinchas esperan ver “algo especial” en la cancha. Pero este Madrid de Benítez no ofrece nada de aquello.
Ver a un Madrid cuyo único oficio cuando ataca es jugarla a la punta y luego centrar, jugarla a la punta y luego centrar, jugarla a la punta y luego centrar, como si se tratara de un equipo irlandés o escocés del montón, constituye una gran decepción.
Ver a un equipo que sigue girando alrededor de un egoísta y disminuido Cristiano Ronaldo, no tiene gracia alguna. El Real perdió su chispa. Perdió la imaginación. Perdió la magia. Perdió todo lo que lo ha hecho un grande especial. Chao Real hasta que recuperes el rumbo perdido.
El Real Madrid, al igual que el Barcelona y otros grandes, tiene miles de hinchas por fuera de España. Es uno de los grandes del planeta. Sus hinchas esperan ver “algo especial” en la cancha. Pero este Madrid de Benítez no ofrece nada de aquello.
Ver a un Madrid cuyo único oficio cuando ataca es jugarla a la punta y luego centrar, jugarla a la punta y luego centrar, jugarla a la punta y luego centrar, como si se tratara de un equipo irlandés o escocés del montón, constituye una gran decepción.
Ver a un equipo que sigue girando alrededor de un egoísta y disminuido Cristiano Ronaldo, no tiene gracia alguna. El Real perdió su chispa. Perdió la imaginación. Perdió la magia. Perdió todo lo que lo ha hecho un grande especial. Chao Real hasta que recuperes el rumbo perdido.