Muchos políticos colombianos continúan hablando de “negociar” una “paz” con las Farc como si no hubiera sucedido nada en estos últimos 10 años.
Con la muerte de su líder alias Alfonso Cano, y con las de sus otros líderes históricos, más con los innumerables golpes que le han asestado las fuerzas armadas y la policía, esta agrupación terrorista cada vez representa menos en términos militares. Está actualmente desarticulada, no tiene unidad de mando, y varios de los líderes que sobreviven ni siquiera se atreven a pisar suelo colombiano.
Lo que ha sucedido en los últimos diez años demuestra que si se puede destruir a un grupo terrorista como las Farc por la vía militar (y a pesar de las dificultades de hacerlo en un extenso, montañoso y selvático país). Durante décadas la gran mayoría de los políticos colombianos, junto con toda clase de analistas y expertos, se dieron a la tarea de convencer al pueblo colombiano que las Farc eran militarmente imbatibles. Y lo eran puesto que no se hacía ningún esfuerzo militar significativo por combatirlas. Desde que se hizo, los resultados empezaron a saltar a la vista.
Pero no solamente las Farc están militarmente destrozadas, sino que políticamente cuentan con muy poco apoyo. Su actitud prepotente a la hora de negociar, y sus incontables y horrendos crímenes contra los colombianos, la alienaron como fuerza política de alguna importancia (aunque eso no es obstáculo para que conserven el interesado apoyo de varias ONGs nacionales e internacionales).
A pesar de su muy disminuida relevancia militar y política, y luego que cayera alias Alfonso Cano, volvieron los mismos con las mismas a decir que a las Farc ahora si “les ha llegado el momento de negociar la paz”. Pero, ¿qué es lo que negociaría el gobierno colombiano? ¿Qué es lo que entregaría a cambio de concesiones por parte de las Farc?
Sería de una ingenuidad inconcebible a estas alturas del paseo que el gobierno colombiano, después de todo el gran esfuerzo realizado, iniciara por enésima vez una negociación con las Farc, para darles un nuevo aire político y militar.
Quienes así lo proponen deben ser muy claros al respecto. Ya está superada la época de sentarse a discutir con sus líderes (con quienes quedan) sobre lo divino y lo humano, mientras aprovechan para nuevamente extender su funesta influencia en todo el territorio nacional.
Lo único por discutir serían las condiciones de su rendición. Pero es dudoso que lo que queda de las Farc reconozca su derrota y dócilmente abandone la lucha armada, y sobretodo sus lucrativos negocios al margen de la ley.
Lo que queda de las Farc es parecido a lo que queda de los paramilitares. Grupos o bandas delincuenciales involucradas en actividades ilícitas rentables. El gran desafío que a futuro tiene el gobierno colombiano es el combate persistente y metódico contra esas bandas, sea cual sea su origen. Ahí no hay campo para negociar de tú a tú. Ahí no queda más remedio que enfrentarlas, a sabiendas que la lucha contra la delincuencia será siempre, en razón de la condición humana, una de nunca acabar.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Lo que ha sucedido en los últimos diez años demuestra que si se puede destruir a un grupo terrorista como las Farc por la vía militar (y a pesar de las dificultades de hacerlo en un extenso, montañoso y selvático país). Durante décadas la gran mayoría de los políticos colombianos, junto con toda clase de analistas y expertos, se dieron a la tarea de convencer al pueblo colombiano que las Farc eran militarmente imbatibles. Y lo eran puesto que no se hacía ningún esfuerzo militar significativo por combatirlas. Desde que se hizo, los resultados empezaron a saltar a la vista.
Pero no solamente las Farc están militarmente destrozadas, sino que políticamente cuentan con muy poco apoyo. Su actitud prepotente a la hora de negociar, y sus incontables y horrendos crímenes contra los colombianos, la alienaron como fuerza política de alguna importancia (aunque eso no es obstáculo para que conserven el interesado apoyo de varias ONGs nacionales e internacionales).
A pesar de su muy disminuida relevancia militar y política, y luego que cayera alias Alfonso Cano, volvieron los mismos con las mismas a decir que a las Farc ahora si “les ha llegado el momento de negociar la paz”. Pero, ¿qué es lo que negociaría el gobierno colombiano? ¿Qué es lo que entregaría a cambio de concesiones por parte de las Farc?
Sería de una ingenuidad inconcebible a estas alturas del paseo que el gobierno colombiano, después de todo el gran esfuerzo realizado, iniciara por enésima vez una negociación con las Farc, para darles un nuevo aire político y militar.
Quienes así lo proponen deben ser muy claros al respecto. Ya está superada la época de sentarse a discutir con sus líderes (con quienes quedan) sobre lo divino y lo humano, mientras aprovechan para nuevamente extender su funesta influencia en todo el territorio nacional.
Lo único por discutir serían las condiciones de su rendición. Pero es dudoso que lo que queda de las Farc reconozca su derrota y dócilmente abandone la lucha armada, y sobretodo sus lucrativos negocios al margen de la ley.
Lo que queda de las Farc es parecido a lo que queda de los paramilitares. Grupos o bandas delincuenciales involucradas en actividades ilícitas rentables. El gran desafío que a futuro tiene el gobierno colombiano es el combate persistente y metódico contra esas bandas, sea cual sea su origen. Ahí no hay campo para negociar de tú a tú. Ahí no queda más remedio que enfrentarlas, a sabiendas que la lucha contra la delincuencia será siempre, en razón de la condición humana, una de nunca acabar.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).