A algunos medios de comunicación les ha dado por afirmar que las víctimas de la violencia en Colombia están mas dispuestas a perdonar que las no víctimas.
Es el caso, por ejemplo, de “Reconciliación W con Claudia Palacios”, una sección de la W Radio que siempre empieza con esa afirmación, como tratando de regañar a las no víctimas de la violencia por su actitud hostil a la impunidad. Opinión similar se escuchan en otros medios de comunicación.
Se trata de una generalización muy traída de los cabellos, por decirlo amablemente. Las víctimas de la violencia en Colombia han sido muchas. Cada una de ellas tiene una actitud diferente y muy personal frente a lo que le sucedió. Cada caso es muy específico y no es aplicable al resto de la humanidad que no ha pasado por esas traumáticas experiencias.
Muchas víctimas estarían dispuestas a pasar su trago muy amargo si por lo menos se aplicara un castigo a sus victimarios. Ello depende con frecuencia de la magnitud del daño hecho. Habrá otras víctimas dispuestas a pasar la página si sus victimarios al menos pidieran perdón y mostraran un sincero arrepentimiento. Otras, quizás las menos, tomarán la actitud de seguir con sus vidas olvidándose, hasta donde eso sea posible, de los perjuicios que sufrieron.
Y podría haber otro tipo de reacciones que no vale la pena describir para demostrar que el tema es uno muy personal, especialmente cuando se trata de daños irreparables a la salud propia o a la de personas muy cercanas.
Para las no víctimas no se trata de perdonar por un daño que no han sufrido. Se trata de una situación completamente diferente a la de las víctimas. No se puede comparar, tal como se hace en estos absurdos mensajes mediáticos, el perdón de las víctimas con un supuesto “perdón” de las no víctimas.
Las no víctimas lo único que pueden hacer es solidarizarse con las víctimas, tratar de asegurarse de que se haga justicia con un debido castigo a los victimarios, y buscar que no se repitan las acciones que ocasionaron los daños y perjuicios. Las no víctimas no son las que perdonan, pero si pueden apoyar todo lo que tenga que ver con resarcimientos y castigos. Es su deber para con las víctimas.
Decir entonces que las no víctimas de la violencia en Colombia no están dispuestas a perdonar es una solemne tontería. Lo que muchas no víctimas no están dispuestas a tolerar es que unos espantosos crímenes queden impunes. Les preocupa sobremanera que si ello sucede no habrá un mínimo resarcimiento a las víctimas. Les preocupa igualmente que se transmitan señales equívocas sobre los castigos contemplados en el sistema de justicia, y que se le aseste un golpe al poder de disuasión de ese sistema para desestimular la repetición de casos similares en el futuro.
Muchas no víctimas no le dan el beneficio de la duda a los mas curtidos criminales. Ni ingenuos bobalicones que fueran. En el caso de las Farc y sus horrendos asesinatos y otros espantosos crímenes, no les parece que la impunidad lleve a buen puerto. Menos aún cuando sus cabecillas no han demostrado el mas mínimo arrepentimiento ni la voluntad de abandonar sus tenebrosas prácticas delincuenciales.
Lo que se sugiere con estos mensajes mediáticos de reconcialiación es que antes de un acuerdo con las Farc, antes de que esa organización narcoterrorista siquiera se comprometa a abandonar sus acciones criminales, antes de que exprese arrepentimiento por los inmensos daños causados, las no víctimas se manifiesten a favor de no aplicarles a sus cabecillas los castigos contemplados en el código penal y de premiarlos con toda clase de beneficios políticos.
En lo que están empeñados los promotores de esta sui generis reconciliación es que las no víctimas ensillen antes de traer las bestias y que se crean el cuento de que, después de todo, las bestias no son lo que han demostrado ser.
Se trata de una generalización muy traída de los cabellos, por decirlo amablemente. Las víctimas de la violencia en Colombia han sido muchas. Cada una de ellas tiene una actitud diferente y muy personal frente a lo que le sucedió. Cada caso es muy específico y no es aplicable al resto de la humanidad que no ha pasado por esas traumáticas experiencias.
Muchas víctimas estarían dispuestas a pasar su trago muy amargo si por lo menos se aplicara un castigo a sus victimarios. Ello depende con frecuencia de la magnitud del daño hecho. Habrá otras víctimas dispuestas a pasar la página si sus victimarios al menos pidieran perdón y mostraran un sincero arrepentimiento. Otras, quizás las menos, tomarán la actitud de seguir con sus vidas olvidándose, hasta donde eso sea posible, de los perjuicios que sufrieron.
Y podría haber otro tipo de reacciones que no vale la pena describir para demostrar que el tema es uno muy personal, especialmente cuando se trata de daños irreparables a la salud propia o a la de personas muy cercanas.
Para las no víctimas no se trata de perdonar por un daño que no han sufrido. Se trata de una situación completamente diferente a la de las víctimas. No se puede comparar, tal como se hace en estos absurdos mensajes mediáticos, el perdón de las víctimas con un supuesto “perdón” de las no víctimas.
Las no víctimas lo único que pueden hacer es solidarizarse con las víctimas, tratar de asegurarse de que se haga justicia con un debido castigo a los victimarios, y buscar que no se repitan las acciones que ocasionaron los daños y perjuicios. Las no víctimas no son las que perdonan, pero si pueden apoyar todo lo que tenga que ver con resarcimientos y castigos. Es su deber para con las víctimas.
Decir entonces que las no víctimas de la violencia en Colombia no están dispuestas a perdonar es una solemne tontería. Lo que muchas no víctimas no están dispuestas a tolerar es que unos espantosos crímenes queden impunes. Les preocupa sobremanera que si ello sucede no habrá un mínimo resarcimiento a las víctimas. Les preocupa igualmente que se transmitan señales equívocas sobre los castigos contemplados en el sistema de justicia, y que se le aseste un golpe al poder de disuasión de ese sistema para desestimular la repetición de casos similares en el futuro.
Muchas no víctimas no le dan el beneficio de la duda a los mas curtidos criminales. Ni ingenuos bobalicones que fueran. En el caso de las Farc y sus horrendos asesinatos y otros espantosos crímenes, no les parece que la impunidad lleve a buen puerto. Menos aún cuando sus cabecillas no han demostrado el mas mínimo arrepentimiento ni la voluntad de abandonar sus tenebrosas prácticas delincuenciales.
Lo que se sugiere con estos mensajes mediáticos de reconcialiación es que antes de un acuerdo con las Farc, antes de que esa organización narcoterrorista siquiera se comprometa a abandonar sus acciones criminales, antes de que exprese arrepentimiento por los inmensos daños causados, las no víctimas se manifiesten a favor de no aplicarles a sus cabecillas los castigos contemplados en el código penal y de premiarlos con toda clase de beneficios políticos.
En lo que están empeñados los promotores de esta sui generis reconciliación es que las no víctimas ensillen antes de traer las bestias y que se crean el cuento de que, después de todo, las bestias no son lo que han demostrado ser.