Muchos consideran que las crisis económicas son lo peor, cuando la verdad es que pueden inducir cambios saludables en el comportamiento económico.
Lo primero que hay que decir es que las crisis económicas son resultado de una trayectoria anterior insostenible. El estallido de una crisis es simplemente la señal de que esa trayectoria anterior es errada y que por lo tanto, hay que reformularla o replantearla.
Con frecuencia las crisis económicas tienen que ver con excesos de gasto frente a los recursos disponibles u obtenibles. La abrumadora deuda resultante es apenas una manifestación del problema. No es propiamente el problema. Es como la fiebre que afecta al paciente que sufre de una grave infección. Nada se saca con acusar o maldecir a la fiebre. Hay que ir a la raíz del problema, a lo que ocasiona la infección.
Con frecuencia las crisis económicas tienen que ver con excesos de gasto frente a los recursos disponibles u obtenibles. La abrumadora deuda resultante es apenas una manifestación del problema. No es propiamente el problema. Es como la fiebre que afecta al paciente que sufre de una grave infección. Nada se saca con acusar o maldecir a la fiebre. Hay que ir a la raíz del problema, a lo que ocasiona la infección.
Así mismo, nada se saca con argumentar que la culpa de una crisis económica es la excesiva deuda de gobiernos, empresas y personas. La culpa es el de un ordenamiento económico y pollítico que promueve una trayectoria de gasto excesivo, no respaldado por un suficiente ahorro. Esa es la raíz del problema.
En el caso de países como los de la Unión Europea y Estados Unidos actualmente, el exceso de gasto es producido por toda clase de programas de beneficios sociales que en forma irresponsable los políticos han otorgado, sin importar si existen los recursos para financiarlos. También es resultado de políticas monetarias laxas y manipulaciones de las tasas de interés que estimulan la contratación de créditos mas allá de las capacidad de generación de ingresos para repagarlos.
Adicionalmente, un entorno de exceso de liquidez y gasto, y de fácil endeudamiento, emite señales equívocas a personas y empresarios. Los lleva a hacer cuentas alegres en el caso de estos últimos. Y en el caso de las personas, a no trabajar con esmero ni a esforzarse como debe ser en sus ocupaciones diarias.
Siendo como es la naturaleza humana, el solo estallido de las crisis económicas propicia la rectificación de trayectorias insostenibles. Lleva a reducir niveles de gasto y a perfeccionar los esfuerzos dirigidos a la generación de los mayores ingresos. En fin, conduce a elevar la productividad y los niveles de ahorro, y a reducir el endeudamiento, con lo que se sientan las bases para un progreso económico futuro sostenible.
Pues bien, en esto del impacto de las crisis económicas sobre la productividad es interesante observar lo que reporta eleconomista.es para España en relación con lo que denomina “presentismo” laboral (presencia de los trabajadores mas allá de su horario normal).
Según una encuesta de Randstad realizada en ese país, el “presentismo” laboral ha aumentado desde 45% en 2010 a 85% en 2012, lo que significa que actualmente ocho de cada diez trabajadores pasan mas horas de las establecidas en sus puestos de trabajo.
Por otro lado, Randstad también confirma que en España se ha reducido el absentismo laboral, incluido el absentismo injustificado. Lo único que no ha cambiado es el tiempo destinado al almuerzo, que en varios países de Europa es de media hora, mientras allá sigue siendo de 90 minutos o más.
Aunque el estudio de Randstat para España pone de manifiesto que el aumento de la jornada laboral no se refiere a la productividad sino al deseo del trabajador de asegurarse su puesto, de todas maneras el impacto sobre la producción tiende a ser positivo.
Los españoles, gracias a la crisis económica, están en proceso de percatarse, así sea a regañadientes y todavía sin cambiar el horario de almuerzo, que el alto nivel de vida que han alcanzado recientemente debe fundamentarse en esfuerzos productivos reales, y no en los espejismos creados por gastos y beneficios sociales financiados con base en una inmanejable deuda.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
En el caso de países como los de la Unión Europea y Estados Unidos actualmente, el exceso de gasto es producido por toda clase de programas de beneficios sociales que en forma irresponsable los políticos han otorgado, sin importar si existen los recursos para financiarlos. También es resultado de políticas monetarias laxas y manipulaciones de las tasas de interés que estimulan la contratación de créditos mas allá de las capacidad de generación de ingresos para repagarlos.
Adicionalmente, un entorno de exceso de liquidez y gasto, y de fácil endeudamiento, emite señales equívocas a personas y empresarios. Los lleva a hacer cuentas alegres en el caso de estos últimos. Y en el caso de las personas, a no trabajar con esmero ni a esforzarse como debe ser en sus ocupaciones diarias.
Siendo como es la naturaleza humana, el solo estallido de las crisis económicas propicia la rectificación de trayectorias insostenibles. Lleva a reducir niveles de gasto y a perfeccionar los esfuerzos dirigidos a la generación de los mayores ingresos. En fin, conduce a elevar la productividad y los niveles de ahorro, y a reducir el endeudamiento, con lo que se sientan las bases para un progreso económico futuro sostenible.
Pues bien, en esto del impacto de las crisis económicas sobre la productividad es interesante observar lo que reporta eleconomista.es para España en relación con lo que denomina “presentismo” laboral (presencia de los trabajadores mas allá de su horario normal).
Según una encuesta de Randstad realizada en ese país, el “presentismo” laboral ha aumentado desde 45% en 2010 a 85% en 2012, lo que significa que actualmente ocho de cada diez trabajadores pasan mas horas de las establecidas en sus puestos de trabajo.
Por otro lado, Randstad también confirma que en España se ha reducido el absentismo laboral, incluido el absentismo injustificado. Lo único que no ha cambiado es el tiempo destinado al almuerzo, que en varios países de Europa es de media hora, mientras allá sigue siendo de 90 minutos o más.
Aunque el estudio de Randstat para España pone de manifiesto que el aumento de la jornada laboral no se refiere a la productividad sino al deseo del trabajador de asegurarse su puesto, de todas maneras el impacto sobre la producción tiende a ser positivo.
Los españoles, gracias a la crisis económica, están en proceso de percatarse, así sea a regañadientes y todavía sin cambiar el horario de almuerzo, que el alto nivel de vida que han alcanzado recientemente debe fundamentarse en esfuerzos productivos reales, y no en los espejismos creados por gastos y beneficios sociales financiados con base en una inmanejable deuda.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).