Cada vez que Hugo Chávez enfrenta una elección en su país se reúne y llega a "acuerdos" con Álvaro Uribe y con otros jefes de estados.
Al términos de esas reuniones siempre se anuncian proyectos conjuntos y “acuerdos de cooperación” en tal o cual área. El récord en este sentido lo tienen Argentina y Cuba. Con ambos países hay infinidad de proyectos y “acuerdos de cooperación”. Da la impresión que Chávez cree que esas reuniones con otros jefes de estado, que se intensifican en épocas electorales, le producen dividendos en votos.
Ahora bien, hay que reconocer que últimamente durante esas reuniones Chávez ha estado más prudente con sus ofrecimientos. La baja en el precio internacional del petróleo lo ha golpeado, sin duda. No ha vuelto a mencionar su principal chifladura de hace unos años: el gasoducto amazónico. Tampoco el oleoducto para sacar el petróleo venezolano al Océano Pacífico. Por otro lado, no se le ha vuelto a escuchar mayor cosa acerca de las cinco o seis refinerías prometidas en reuniones previas con otros Presidentes. PDVSA todavía sostiene que las refinerías de Nicaragua y Ecuador se van a realizar. Pero la verdad es que no hay indicios sólidos que permitan pensar seriamente de que así será.
De hecho, la refinería que parecía más factible, la que conjuntamente iba a construir con Brasil en el norte de ese país y que ha sido anunciada con bombos y platillos en repetidas ocasiones, ha corrido la misma suerte. Incluso Petrobras insinuó recientemente que no necesita ni del petróleo ni del dinero de Venezuela para construirla.
Para el común de la gente, sin embargo, los pronunciamientos de Chávez quedan como si fueran realidad. La prensa destaca lo que dice sin hacerle ningún seguimiento crítico al cumplimiento de su palabra. Tal la liviandad de la prensa en estas latitudes, aunque hay que reconocer que es tanta la verborrea de Chávez, que no es labor fácil ese seguimiento.
Ahora bien, hay que reconocer que últimamente durante esas reuniones Chávez ha estado más prudente con sus ofrecimientos. La baja en el precio internacional del petróleo lo ha golpeado, sin duda. No ha vuelto a mencionar su principal chifladura de hace unos años: el gasoducto amazónico. Tampoco el oleoducto para sacar el petróleo venezolano al Océano Pacífico. Por otro lado, no se le ha vuelto a escuchar mayor cosa acerca de las cinco o seis refinerías prometidas en reuniones previas con otros Presidentes. PDVSA todavía sostiene que las refinerías de Nicaragua y Ecuador se van a realizar. Pero la verdad es que no hay indicios sólidos que permitan pensar seriamente de que así será.
De hecho, la refinería que parecía más factible, la que conjuntamente iba a construir con Brasil en el norte de ese país y que ha sido anunciada con bombos y platillos en repetidas ocasiones, ha corrido la misma suerte. Incluso Petrobras insinuó recientemente que no necesita ni del petróleo ni del dinero de Venezuela para construirla.
Para el común de la gente, sin embargo, los pronunciamientos de Chávez quedan como si fueran realidad. La prensa destaca lo que dice sin hacerle ningún seguimiento crítico al cumplimiento de su palabra. Tal la liviandad de la prensa en estas latitudes, aunque hay que reconocer que es tanta la verborrea de Chávez, que no es labor fácil ese seguimiento.