Hay momentos en la vida en los que hay que tomar partido. Tal es el caso de las próximas elecciones parlamentarias de Venezuela. En septiembre del 2010 los venezolanos elegirán a la nueva Asamblea Nacional, la que ha estado completamente en manos de Hugo Chávez desde que en 2006 la oposición resolvió no presentar candidatos. La elección de este año permitirá tener una Asamblea más representativa del país, una que no sea del bolsillo de un gobierno corrupto e inepto, que fiscalice y legisle en el interés de todos y no a favor de unos pocos.

Los NIni se llaman así porque NI están con Chávez “ni” están con la oposición. Representan cerca del 30% del electorado. Ellos decidirán la composición de la próxima Asamblea porque las encuestas dicen que hay una relativa igualdad entre los partidarios declarados de la oposición y los partidarios declarados del gobierno.

Los NIni se precian de su independencia. Muchos son indiferentes y otros pertenecen a lo que se suele llamar el “centro” del espectro político. Los indiferentes se merecen su suerte. No les interesa intervenir y por lo tanto, dejan que otros decidan por ellos. Con su actitud vulneran su derecho a la queja por los desatinos de los gobernantes que otros les impusieron.  

Los NIni del “centro” son los más confundidos de todos. Creen que en una contienda política todas las partes involucradas tienen algo de razón. Y pensándolo bien, no están equivocados. Pero eso no significa nada a la hora de decidir por quién votar. En toda contienda política, unos tienen más razón que otros. Es cuestión de sopesar argumentos y realizaciones. El hecho de que en lo relacionado con los seres humanos y sus actividades no haya verdades absolutas, no significa que no se deba tomar posiciones a favor de unos y en contra de otros.

En política, el “centro” no existe necesariamente. Muchas veces no hay nada entre dos posiciones políticas contrarias. Es el caso del chavismo y de la oposición en Venezuela. El chavismo es un grupo político relativamente homogéneo que busca adueñarse del poder absoluto, controlarlo todo, implantar un régimen excluyente e intolerante con aquello que no concuerda con sus creencias y sus intereses.

En la oposición, por el contrario, reina la diversidad de posiciones y de intereses. La une su repudio al experimento comunista excluyente que busca implantar el actual gobierno. Pero también la une su espíritu democrático, es decir, la tolerancia y apertura a distintos grupos y creencias políticas. La oposición es un grupo heterogéneo donde no existe la disciplina para perros que ha impuesto Chávez sobre su partido, el PSUV.

Ante esta situación, hay que preguntarle a los NIni, ¿en dónde está el “centro” de la política actual venezolana? ¿En dónde está la mitad del camino entre el chavismo y la oposición? Son preguntas sin respuesta posible. Se entiende la razón por la cual estos NIni no están en nada.

Estos NIni: ¿Quieren el comunismo para su país? Aparentemente no. ¿Les ha gustado el gobierno de Hugo Chávez? No pareciera. Y, ¿entonces?

¿Están buscando a un candidato perfecto de la oposición para votar? ¿Quieren que la oposición actúe como un grupo totalmente integrado y articulado? ¡Por Dios!

A estos NIni pelmazos de marca mayor, habría que preguntarles: Ustedes señores, ¿en qué país viven? Y si responden que en Venezuela, habría que hacerles otra pregunta: ¿En qué planeta queda Venezuela?