Venezuela es un país con abundantes reservas de hidrocarburos. Lo importante no es tenerlas sino explotarlas y saberlas administrar.
Cada día de por medio el gobierno de Venezuela anuncia con bombos y platillos que se han descubierto nuevas reservas. Últimamente los hallazgos han sido de gas natural. El último de ellos anunciado por el Ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez corresponde a un descubrimiento hecho por la empresa rusa Gazprom en el mar en la costa norte occidental. No muy lejos de ahí, la española Repsol YPF también había anunciado otro gran hallazgo de gas natural.
Lo de siempre después de estos anuncios a los que el gobierno venezolano tiene acostumbrada a la opinión pública. Se pintan “pajaritos de oro” sobre cómo ese gas natural alimentará al sector químico y a las plantas térmicas de generación de energía eléctrica, y Venezuela será inundada por ríos de leche y miel.
Mientras el ministro Ramírez hace estos anuncios, sin especificar cuándo estas reservas serán aprovechadas, Venezuela sufre un racionamiento sin precedentes de energía eléctrica y agua. Por otro lado, su país se ha convertido en importador de gas natural de Colombia, un país con mucho menos reservas, pero que las ha sabido explotar. Entre otras, el Presidente Hugo Chávez ha emitido la expresa instrucción de bloquear todas las importaciones provenientes de Colombia. ¿Todas? Que extraño: no incluye las de gas natural, de las cuales depende la producción petrolera del Lago de Maracaibo.
Toda esta historia ilustra la mentalidad de los burócratas que gobiernan a Venezuela y de los sindicatos que los apoyan. Es la idea de que la riqueza está ahí para ser consumida y nada más. Que no hay que crearla ni reproducirla. Es un completo menosprecio por el entorno y los esfuerzos que se requieren para hacer un uso inteligente de esa riqueza y para acrecentarla con el paso del tiempo.
Se piensa que es suficiente con tener unas reservas en el subsuelo, o unas maquinarias y equipos en unas plantas industriales, o unas tierras en el sector rural, y que en eso consiste la riqueza de un país. Pero no se piensa que esos activos se deprecian y requieren de cuidado y mantenimiento; que hay que saberlos combinar con otros y renovarlos; que hay que reinvertir inteligentemente una parte de lo que se produce con ellos si se quiere conservar y aumentar la riqueza actual.
Lo de siempre después de estos anuncios a los que el gobierno venezolano tiene acostumbrada a la opinión pública. Se pintan “pajaritos de oro” sobre cómo ese gas natural alimentará al sector químico y a las plantas térmicas de generación de energía eléctrica, y Venezuela será inundada por ríos de leche y miel.
Mientras el ministro Ramírez hace estos anuncios, sin especificar cuándo estas reservas serán aprovechadas, Venezuela sufre un racionamiento sin precedentes de energía eléctrica y agua. Por otro lado, su país se ha convertido en importador de gas natural de Colombia, un país con mucho menos reservas, pero que las ha sabido explotar. Entre otras, el Presidente Hugo Chávez ha emitido la expresa instrucción de bloquear todas las importaciones provenientes de Colombia. ¿Todas? Que extraño: no incluye las de gas natural, de las cuales depende la producción petrolera del Lago de Maracaibo.
Toda esta historia ilustra la mentalidad de los burócratas que gobiernan a Venezuela y de los sindicatos que los apoyan. Es la idea de que la riqueza está ahí para ser consumida y nada más. Que no hay que crearla ni reproducirla. Es un completo menosprecio por el entorno y los esfuerzos que se requieren para hacer un uso inteligente de esa riqueza y para acrecentarla con el paso del tiempo.
Se piensa que es suficiente con tener unas reservas en el subsuelo, o unas maquinarias y equipos en unas plantas industriales, o unas tierras en el sector rural, y que en eso consiste la riqueza de un país. Pero no se piensa que esos activos se deprecian y requieren de cuidado y mantenimiento; que hay que saberlos combinar con otros y renovarlos; que hay que reinvertir inteligentemente una parte de lo que se produce con ellos si se quiere conservar y aumentar la riqueza actual.
Pero la conservación y creación de riqueza es lo que menos le interesa a los burócratas gobernantes de Venezuela y los sindicatos que los apoyan. Lo que se han propuesto es robarse y feriarse la riqueza existente, la que crearon otros venezolanos y varios extranjeros con su esfuerzo empresarial y sus capitales. Así pasó en Cuba y así está ocurriendo en Venezuela.