Mueren sus líderes, entran otros, y es como si nada hubiera pasado. Las mismas burdas y asesinas estrategias de las últimas décadas.
Una de esas estrategias es realizar ofensivas militares cada vez que se insinúa posibilidades de diálogo de paz. Basta que los “estadistas” de siempre, conjuntamente con Colombianos por la Paz, empiecen a manifestarse a favor de diálogos de paz, que los columnistas de siempre escriban que por fin ha llegado el momento de pensar en esos diálogos, para que las Farc ejecuten toda clase de atentados en los que mueren niños y población civil, al lado de miembros de las fuerzas públicas, y destruyan valiosa infraestructura construida con los impuestos de todos los colombianos.
Se trata de una añeja estrategia consistente en hacer demostraciones de poderío cuando hay ruido de negociaciones de paz. Por eso siempre se ha dicho que cuando en Colombia se empieza a hablar de paz, es porque va a arreciar la guerra.
Siempre que hay ruido de diálogos de paz hay que prepararse para lo peor. En esos momentos da la impresión que el gobierno baja los brazos, se descuida desde el punto de vista militar, y se ve sorprendido por las acciones temerarias de la guerrilla.
Lo que sucedió en el cerro de Santana en el departamento de Cauca, donde las Farc destruyeron un vital radar para la aviación civil y para la lucha contra el narcotráfico, con un ataque llevado a cabo por más de 100 guerrilleros y sin que la inteligencia oficial se percatara de lo que iba a pasar, es motivo de sorpresa, por decir lo menos. ¿Cómo se explica que el movimiento de tal cantidad de guerrilleros transportando armas pesadas y cilindros de gas haya pasado desapercibido?
Ni a los “estadistas” ni a los llamados Colombianos por la Paz les interesa un comino las muertes, las lesiones personales y la infraestructura destruida ocasionadas por las Farc. Los seres humanos asesinados y lesionados son considerados por ellos y por la dirigencia de las Farc como unas de tantas fichas que están ahí para ser sacrificadas en aras de lograr ventajas en el tenebroso juego de ajedrez político en el que están empeñados.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Se trata de una añeja estrategia consistente en hacer demostraciones de poderío cuando hay ruido de negociaciones de paz. Por eso siempre se ha dicho que cuando en Colombia se empieza a hablar de paz, es porque va a arreciar la guerra.
Siempre que hay ruido de diálogos de paz hay que prepararse para lo peor. En esos momentos da la impresión que el gobierno baja los brazos, se descuida desde el punto de vista militar, y se ve sorprendido por las acciones temerarias de la guerrilla.
Lo que sucedió en el cerro de Santana en el departamento de Cauca, donde las Farc destruyeron un vital radar para la aviación civil y para la lucha contra el narcotráfico, con un ataque llevado a cabo por más de 100 guerrilleros y sin que la inteligencia oficial se percatara de lo que iba a pasar, es motivo de sorpresa, por decir lo menos. ¿Cómo se explica que el movimiento de tal cantidad de guerrilleros transportando armas pesadas y cilindros de gas haya pasado desapercibido?
Ni a los “estadistas” ni a los llamados Colombianos por la Paz les interesa un comino las muertes, las lesiones personales y la infraestructura destruida ocasionadas por las Farc. Los seres humanos asesinados y lesionados son considerados por ellos y por la dirigencia de las Farc como unas de tantas fichas que están ahí para ser sacrificadas en aras de lograr ventajas en el tenebroso juego de ajedrez político en el que están empeñados.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).