Tal como lo ha venido pronosticando LaNota.com, han sido desastrosos los resultados de las políticas económicas de Barack Obama y la Reserva Federal.
Un crecimiento del PIB cada vez menor (de apenas 1,8% en el primer trimestre de 2011), un desempleo abierto de 9,1% y sin señales de retroceder, unos precios deprimidos de la finca raíz (los más bajos desde 2002), una inversión privada completamente estancada, y una deuda pública y déficit fiscal gigantescos (no vistos desde la Segunda Guerra Mundial).
Todo esto después de abultados programas de emisión monetaria sin respaldo, del rescate de bancos y empresas fallidas, de la puesta en marcha de ambiciosos programas de gasto público sin contar con la financiación para ello, y de la imposición de toda clase de regulaciones sobre la actividad privada, así como de onerosos privilegios sindicales.
Muchos años tardará Estados Unidos para reponerse de una de las administraciones más funestas en el área económica desde la época de Jimmy Carter a finales de los años setenta. Y aunque Obama heredó parte del problema, en lugar de rectificar el rumbo, la ha ahondado hasta límites impensables hace apenas dos años.
Pero lo grave no es lo que ya pasó sino lo que se viene. Es inevitable una segunda recaída de la economía norteamericana que tendrá importantes consecuencias sobre la economía global porque afectará muy negativamente los flujos comerciales y de inversión, especialmente hacia finales de 2011 y en 2012. Comprometerá aún más la precaria situación económica de Europa y ocasionará el final de la absurda burbuja que los gobernantes chinos han creado en la economía de su país.
Ante este probable escenario es de perogrullo pronosticar que los buenos resultados de las economías de América Latina de los últimos 18 meses no se repetirán en los próximos dos o tres años.
Todo esto después de abultados programas de emisión monetaria sin respaldo, del rescate de bancos y empresas fallidas, de la puesta en marcha de ambiciosos programas de gasto público sin contar con la financiación para ello, y de la imposición de toda clase de regulaciones sobre la actividad privada, así como de onerosos privilegios sindicales.
Muchos años tardará Estados Unidos para reponerse de una de las administraciones más funestas en el área económica desde la época de Jimmy Carter a finales de los años setenta. Y aunque Obama heredó parte del problema, en lugar de rectificar el rumbo, la ha ahondado hasta límites impensables hace apenas dos años.
Pero lo grave no es lo que ya pasó sino lo que se viene. Es inevitable una segunda recaída de la economía norteamericana que tendrá importantes consecuencias sobre la economía global porque afectará muy negativamente los flujos comerciales y de inversión, especialmente hacia finales de 2011 y en 2012. Comprometerá aún más la precaria situación económica de Europa y ocasionará el final de la absurda burbuja que los gobernantes chinos han creado en la economía de su país.
Ante este probable escenario es de perogrullo pronosticar que los buenos resultados de las economías de América Latina de los últimos 18 meses no se repetirán en los próximos dos o tres años.
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