Definitivamente los negociadores del gobierno llevan demasiado tiempo en La Habana. Es como si estuvieran en otro planeta.
El diario El Tiempo con gran despliegue cita a De la Calle: “El mayor daño (del asesinato de 11 militares) fue a la confianza de los colombianos en las Farc”. Y luego: “El mayor daño es la credibilidad de las Farc. Una falta de confianza de los colombianos que ha sido expresada de un modo que no tiene antecedentes y que hoy se acentúa con la afirmación alucinante de que el Estado es el responsable de lo sucedido. La responsabilidad cae exclusivamente en las Farc.”
Alucinantes son estas declaraciones de De la Calle. Después de 50 años de mentir y engañar a los colombianos la credibilidad de las Farc ha estado y continúa por los suelos. El último atentado del Cauca es apenas uno mas de una infinidad de crímenes de lesa humanidad que se han traducido en la muerte y mutilación de miles de colombianos.
La “credibilidad” a la que se refiere De la Calle nunca ha existido y se requiere de una alta dosis de ingenuidad para creer que los diálogos de La Habana cambiarán esta percepción. Después de toda el agua que ha pasado por debajo del puente, esa credibilidad solamente empezaría a ganársela las Farc con una conducta de verdadero arrepentimiento y de gran transparencia y generosidad en las concesiones, lo que hasta ahora no se ve por ningún lado puesto que va en abierta contravía del DNA que lleva en sus entrañas esa organización terrorista.
Tan perdido está De la Calle que se queja que los colombianos responsabilicen al Estado y no a las Farc de la masacre del Cauca. Los colombianos no son tan estúpidos como para no entender que las Farc son las directas culpables de la masacre. De hecho, les gustaría que fueran juzgadas por tan atroz crimen. Les gustaría que sobre ellas recayera todo el peso de la ley. Sin embargo, ven a un gobierno poco dispuesto a asumir la responsabilidad de castigar a los criminales.
Pero lo otro que los colombianos le reclaman al Estado es que enviara a esos soldados a “la boca del lobo” sin protección aérea y en estado de completa indefensión. Reclaman que ningún oficial estuviera ahí acompañándolos. Reclaman la ingenuidad y negligencia de quienes deben velar por la vida de estos soldados. Eso es lo que le reclaman los colombianos al gobierno y están en todo su derecho de hacerlo.
De manera que De la Calle está desvariando. Podría aplicársele el dicho: “No hay que creer en pajaritos preñados, pero por los vientos que soplan allá, has terminado con el cerebro preñado de pajaritos.”
Alucinantes son estas declaraciones de De la Calle. Después de 50 años de mentir y engañar a los colombianos la credibilidad de las Farc ha estado y continúa por los suelos. El último atentado del Cauca es apenas uno mas de una infinidad de crímenes de lesa humanidad que se han traducido en la muerte y mutilación de miles de colombianos.
La “credibilidad” a la que se refiere De la Calle nunca ha existido y se requiere de una alta dosis de ingenuidad para creer que los diálogos de La Habana cambiarán esta percepción. Después de toda el agua que ha pasado por debajo del puente, esa credibilidad solamente empezaría a ganársela las Farc con una conducta de verdadero arrepentimiento y de gran transparencia y generosidad en las concesiones, lo que hasta ahora no se ve por ningún lado puesto que va en abierta contravía del DNA que lleva en sus entrañas esa organización terrorista.
Tan perdido está De la Calle que se queja que los colombianos responsabilicen al Estado y no a las Farc de la masacre del Cauca. Los colombianos no son tan estúpidos como para no entender que las Farc son las directas culpables de la masacre. De hecho, les gustaría que fueran juzgadas por tan atroz crimen. Les gustaría que sobre ellas recayera todo el peso de la ley. Sin embargo, ven a un gobierno poco dispuesto a asumir la responsabilidad de castigar a los criminales.
Pero lo otro que los colombianos le reclaman al Estado es que enviara a esos soldados a “la boca del lobo” sin protección aérea y en estado de completa indefensión. Reclaman que ningún oficial estuviera ahí acompañándolos. Reclaman la ingenuidad y negligencia de quienes deben velar por la vida de estos soldados. Eso es lo que le reclaman los colombianos al gobierno y están en todo su derecho de hacerlo.
De manera que De la Calle está desvariando. Podría aplicársele el dicho: “No hay que creer en pajaritos preñados, pero por los vientos que soplan allá, has terminado con el cerebro preñado de pajaritos.”