Al igual que otros ministros del gobierno de Hugo Chávez, Ramírez es un gran mentiroso. Ha comprometido a la petrolera estatal PDVSA en una infinidad de inversiones, sin tener los fondos requeridos. Miente sobre la situación financiera de la empresa. Miente sobre la producción petrolera del país. ¿Será que el ministro se cree sus propias mentiras? ¿Mentirá para quedar bien con Chávez? ¿O es todo parte de una estrategia de propaganda para engañar a la opinión nacional e internacional sobre las realizaciones del gobierno al cual pertenece?
Para empezar, se sabe que PDVSA enfrenta una gran crisis financiera que le ha impedido realizar las inversiones mínimas en mantenimiento en la infraestructura petrolera actual. Desde hace dos años la empresa no publica información confiable de sus estados finacieros que permita hacer un diagnóstico preciso acerca de su situación. Pero su incumplimiento con proveedores y con proyectos que supuestamente debían estar en marcha proporcionan un claro indicio sobre su iliquidez.
A pesar de lo anterior, PDVSA se ha comprometido con participar en nuevos proyectos en el exterior (en China, Brasil, Cuba, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana, entre otros), para los cuales no dispone de recursos. Pero estos proyectos son lo de menos si se tienen en cuenta los del desarrollo de las reservas de petróleo del Orinoco.
PDVSA firmó acuerdos con ENI de Italia, Repsol de España y Chevron de Estados Unidos para la explotación de tres grandes bloques de la faja del Orinoco. También llegó a acuerdos con CNPC de China y las rusas Gazprom, Rosneft y Lukoil para emprender allí otros dos ambiciosos proyectos.
Todos ellos son unos muy costosos proyectos de explotación de crudo pesado, que requieren la construcción de una compleja infraestructura, incluidas plantas de maquila. La participación mayoritaria de PDVSA en estos proyectos implica una inversión para la empresa que se ha estimado en aproximadamente US$72.000 millones. Obviamente estos recursos no existen, de manera que no se ve cómo y cuándo se ejecutarán.
En total, si se contabilizaran todos los compromisos adquiridos por PDVSA en nuevos proyectos se estaría hablando de una inversión que sobrepasaría los US$105.000 millones. Pero además PDVSA tampoco tiene la capacidad técnica y administrativa para emprenderlos. Es una empresa burocratizada (más de 90.000 empleados), politizada y sobre extendida en actividades que no son las de su negocio principal.
Se sabe que lo único que le importa a Chávez son los show mediáticos a través de los cuales se realzan los logros de su gobierno, sin importar si son verdaderos. Algunos medios de comunicación financiados por Chávez como Telesur, y varias complacientes agencias internacionales, divulgan noticias sobre estos proyectos como si se trataran de realidades. Y la sensación que queda con esas noticias es que el gobierno venezolano está muy activo con toda clase de iniciativas en beneficio de su país. Pero todo es aire. Se trata nada más que de propaganda, al estilo de la utilizada por el gobierno de Cuba durante los 50 años de dictadura de los hermanos Raúl y Fidel Castro.
Para empezar, se sabe que PDVSA enfrenta una gran crisis financiera que le ha impedido realizar las inversiones mínimas en mantenimiento en la infraestructura petrolera actual. Desde hace dos años la empresa no publica información confiable de sus estados finacieros que permita hacer un diagnóstico preciso acerca de su situación. Pero su incumplimiento con proveedores y con proyectos que supuestamente debían estar en marcha proporcionan un claro indicio sobre su iliquidez.
A pesar de lo anterior, PDVSA se ha comprometido con participar en nuevos proyectos en el exterior (en China, Brasil, Cuba, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana, entre otros), para los cuales no dispone de recursos. Pero estos proyectos son lo de menos si se tienen en cuenta los del desarrollo de las reservas de petróleo del Orinoco.
PDVSA firmó acuerdos con ENI de Italia, Repsol de España y Chevron de Estados Unidos para la explotación de tres grandes bloques de la faja del Orinoco. También llegó a acuerdos con CNPC de China y las rusas Gazprom, Rosneft y Lukoil para emprender allí otros dos ambiciosos proyectos.
Todos ellos son unos muy costosos proyectos de explotación de crudo pesado, que requieren la construcción de una compleja infraestructura, incluidas plantas de maquila. La participación mayoritaria de PDVSA en estos proyectos implica una inversión para la empresa que se ha estimado en aproximadamente US$72.000 millones. Obviamente estos recursos no existen, de manera que no se ve cómo y cuándo se ejecutarán.
En total, si se contabilizaran todos los compromisos adquiridos por PDVSA en nuevos proyectos se estaría hablando de una inversión que sobrepasaría los US$105.000 millones. Pero además PDVSA tampoco tiene la capacidad técnica y administrativa para emprenderlos. Es una empresa burocratizada (más de 90.000 empleados), politizada y sobre extendida en actividades que no son las de su negocio principal.
Se sabe que lo único que le importa a Chávez son los show mediáticos a través de los cuales se realzan los logros de su gobierno, sin importar si son verdaderos. Algunos medios de comunicación financiados por Chávez como Telesur, y varias complacientes agencias internacionales, divulgan noticias sobre estos proyectos como si se trataran de realidades. Y la sensación que queda con esas noticias es que el gobierno venezolano está muy activo con toda clase de iniciativas en beneficio de su país. Pero todo es aire. Se trata nada más que de propaganda, al estilo de la utilizada por el gobierno de Cuba durante los 50 años de dictadura de los hermanos Raúl y Fidel Castro.