Muchos venezolanos se hacen la ilusión de que su destino se define en Venezuela. La actual estrategia de Hugo Chávez para su reelección confirma que eso no es así.

 

Los hermanos Raúl y Fidel Castro convencieron a Hugo Chávez para que se postulara a su reelección, no obstante el estado avanzado de su cáncer. Los tres llegaron a la conclusión que cualquier posible candidato sustituto no tendría posibilidades de mantener unido al chavismo y de derrotar al candidato de la oposición Henrique Capriles.

La idea, entonces, es la de realizar una campaña basada en apariciones esporádicas televisadas y en mensajitos por Twitter, desde una lejanía que es la que exige la fulminante enfermedad que lo afecta. No es tan descabellado el proyecto puesto que después de todo Chávez ya es suficientemente conocido entre la población. No necesita de reconocimiento adicional, ni asistir a grandes manifestaciones públicas para entusiasmar a sus partidarios.

Además hay que ver la ingenuidad de muchos, entre los cuales se cuentan algunos distinguidos comentaristas y periodistas, que todavía creen que Chávez se encuentra en proceso de recuperación. No son capaces de ver más allá de sus narices en relación con este tema.

Para empezar, el Chávez actual no tiene nada que ver con el de hace un año y medio. Atrás quedaron las largas intervenciones por televisión, las manifestaciones públicas en distintos sitios del país bajo cualquier excusa, los frecuentes viajes por América Latina y a mas lejanos destinos, y las innumerables visitas de otros mandatarios y altos funcionarios públicos de otros países a Venezuela. Su enfermedad lo ha obligado a replegarse de una manera impensable para un temperamento hiperactivo como el suyo.

Ya ni siquiera se lo ve caminando. En las pocas veces que aparece lo hace sentado, sin que se muestre en qué se sienta. Ya ni siquiera saluda parado desde el balcón de Miraflores (aunque de seguro con un gran esfuerzo lo intentará nuevamente). Cuando hace una aparición en público queda tan exhausto que desaparece de la escena por algunos días.

Dicen que para sus escasas apariciones públicas lo maquillan como nunca antes y le dan sobre dosis de esteroides y de toda clase de drogas estimulantes, que lo hacen aparecer lúcido y en un relativo buen estado de salud, pero por corto tiempo.

Pues bien, es este enfermo terminal el que recibió el encargo de los hermanos Castro de ganar las elecciones presidenciales de Venezuela el 7 de octubre, lo que permitirá luego escoger a dedo su sucesor, uno que sea títere de los cubanos.

El problema es que Chávez puede no llegar vivo a esa fecha. Es decir, el cáncer que lo postró ha avanzado mas rápido de lo previsto (entre otras, por las chambonadas de los médicos cubanos que lo trataron) y podría irse al traste el plan acordado para engañar a aquellos electores, comentaristas y analistas dados a tragar entero las mentiras que el régimen desembucha.

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