Cada vez son más las voces que en Estados Unidos se están manifestando a favor de la despenalización de la marihuana.
Los últimos en hacerlo son Ethan Nadleman y Bill Piper en un artículo en el diario conservador The Washington Times. Empiezan con varias estadísticas interesantes. En 2007, el último año para el que se tienen cifras, la policía en Estados Unidos hizo 870.000 arrestos por culpa de la marihuana, de los cuales 88% por simple posesión de pequeñas cantidades. Ninguna ofensa criminal ha ocasionado millones de arrestos y sanciones, tal como ha sido el caso de la posesión y consumo de marihuana.
La penas varían de estado a estado y van desde multas, a unos días y hasta años de cárcel. Hay que tener en cuenta que ser encarcelado, aunque sea por un día, puede costarle el empleo a la persona.
¿Por qué tantos recursos destinados al combate de este supuesto crimen y para qué tan grande perjuicio a quienes consumen marihuana? De acuerdo con las estadísticas disponibles, más de 100 millones de los estadoudinenses han fumado marihuana, incluyendo más del 60% de aquellos entre 45 y 49 años. La mitad de los adolescentes la habrán ensayado antes de graduarse del colegio. En realidad, quienquiera en Estados Unidos conseguir marihuana se las arregla para hacerlo. A pesar de las leyes más duras, el consumo en ese país es similar o mayor al de sitios con leyes más tolerantes, como es el caso de varios países europeos.
O sea que a punta de castigos no se ha logrado reducir mayormente el consumo de marihuana. Por otro lado, tampoco se ha demostrado que la marihuana acabe con la vida de las personas o conduzca al consumo de otras drogas. Es claro que siempre habrá un porcentaje mínimo de la población propenso a consumir en exceso, no solamente marihuana sino también otras drogas. Pero la mayoría de la población no está expuesta a este peligro y menos en el caso de la marihuana.
La penalización del consumo de la marihuana lleva a que su comercialización caiga en manos de mafias, con la violencia resultante. Lleva a que los gobiernos gasten valiosos recursos en la lucha contra las mafias que ellos mismos promueven con las prohibiciones.
Pero peor aún, penalizar el consumo de marihuana distrae del verdadero esfuerzo a realizar: el de ilustrar adecuadamente a grupos vulnerables sobre los peligros que puede acarrear su consumo y el de utilizar una inteligente persuasión sobre el cuidado y la moderación que debe prevalecer en temas como este.
La penas varían de estado a estado y van desde multas, a unos días y hasta años de cárcel. Hay que tener en cuenta que ser encarcelado, aunque sea por un día, puede costarle el empleo a la persona.
¿Por qué tantos recursos destinados al combate de este supuesto crimen y para qué tan grande perjuicio a quienes consumen marihuana? De acuerdo con las estadísticas disponibles, más de 100 millones de los estadoudinenses han fumado marihuana, incluyendo más del 60% de aquellos entre 45 y 49 años. La mitad de los adolescentes la habrán ensayado antes de graduarse del colegio. En realidad, quienquiera en Estados Unidos conseguir marihuana se las arregla para hacerlo. A pesar de las leyes más duras, el consumo en ese país es similar o mayor al de sitios con leyes más tolerantes, como es el caso de varios países europeos.
O sea que a punta de castigos no se ha logrado reducir mayormente el consumo de marihuana. Por otro lado, tampoco se ha demostrado que la marihuana acabe con la vida de las personas o conduzca al consumo de otras drogas. Es claro que siempre habrá un porcentaje mínimo de la población propenso a consumir en exceso, no solamente marihuana sino también otras drogas. Pero la mayoría de la población no está expuesta a este peligro y menos en el caso de la marihuana.
La penalización del consumo de la marihuana lleva a que su comercialización caiga en manos de mafias, con la violencia resultante. Lleva a que los gobiernos gasten valiosos recursos en la lucha contra las mafias que ellos mismos promueven con las prohibiciones.
Pero peor aún, penalizar el consumo de marihuana distrae del verdadero esfuerzo a realizar: el de ilustrar adecuadamente a grupos vulnerables sobre los peligros que puede acarrear su consumo y el de utilizar una inteligente persuasión sobre el cuidado y la moderación que debe prevalecer en temas como este.