Por primera vez en 10 meses, la Agencia Internacional de Energía (AIE) subió sus estimativos de la demanda global del crudo.
El nuevo estimativo de la demanda mundial es de 83.3 millones barriles diarios, un aumento de 120.000 barriles diarios en relación con el que se tenía hace un mes. Según la AIE, el aumento fue impulsado ante todo por Estados Unidos y China. Sin embargo, aún después de este mayor estimativo, el consumo mundial en 2009 se contraerá 2,9% frente a 2008, la mayor caída desde 1981.
Ahora bien, lo interesante de este estimativo es que constituye una señal esperanzadora sobre la eventual recuperación de la economía global. Si bien el pequeño aumento en la demanda no sugiere que se haya reactivado la economía global, si podría insinuar de que se está tocando un piso. En la situación actual, es recibida con júbilo toda estadística que muestre que se detuvo el deterioro de algún indicador.
En lo que va corrido del año hasta mediados de junio, los precios internacionales del petróleo habían subido 61%. Nadie ha dado una razón realmente sólida del por qué de este aumento. Algunos hablan de que han cambiado las expectativas sobre la recuperación de la economía global. Otros afirman que los precios bajos recientes desanimaron la exploración y el desarrollo de nuevos proyectos y que eso se reflejará en la oferta futura del crudo.
Pero los que parecen más atinados son quienes sostienen que se trata de movimientos puramente especulativos, impulsados por la debilidad estructural del dólar y por la presencia de grandes capitales ociosos en los mercados internacionales. Lo cierto es que los inventarios de petróleo crudo han aumentado en 59% en los últimos doce meses. Hay actualmente numerosos tanqueros dándole la vuelta al mundo, cargados con el crudo.
También debe haber ayudado al incremento reciente de los precios del petróleo lo que se ha empezado a conocer de la política energética de la administración Obama. Esa administración está empeñada en promover alternativas energéticas al petróleo y el carbón. Y la verdad es que, con la excepción de la energía nuclear que a Obama tampoco le gusta, no existen realmente alternativas lo suficientemente rentables y confiables que puedan sustituir en debida forma a las fuentes más tradicionales. Pero a la administración Obama eso lo tiene sin cuidado y está cancelando proyectos de exploración de hidrocarburos en estados como Utah, Colorado y Alaska. También está en proceso de eliminar las ventajas tributarias que se otorgan a la actividad exploratoria.
Un dólar débil y sin mayores perspectivas de fortalecimiento en vista de las políticas monetarias y fiscales irresponsables de la administración Obama, así como las políticas energéticas erráticas de esa administración, serían, entonces, lo que está llevando a los inversionistas internacionales a refugiarse en la compra de inventarios de productos básicos, incluido el petróleo. Se trataría, con todo, de un fenómeno que no duraría mucho. La acumulación de inventarios de estos productos, si no está respaldada por un aumento de la demanda en un futuro cercano, o sea sin una reactivación sostenible de la economía global, podría convertirse sin previo aviso en un pésimo negocio.
Ahora bien, lo interesante de este estimativo es que constituye una señal esperanzadora sobre la eventual recuperación de la economía global. Si bien el pequeño aumento en la demanda no sugiere que se haya reactivado la economía global, si podría insinuar de que se está tocando un piso. En la situación actual, es recibida con júbilo toda estadística que muestre que se detuvo el deterioro de algún indicador.
En lo que va corrido del año hasta mediados de junio, los precios internacionales del petróleo habían subido 61%. Nadie ha dado una razón realmente sólida del por qué de este aumento. Algunos hablan de que han cambiado las expectativas sobre la recuperación de la economía global. Otros afirman que los precios bajos recientes desanimaron la exploración y el desarrollo de nuevos proyectos y que eso se reflejará en la oferta futura del crudo.
Pero los que parecen más atinados son quienes sostienen que se trata de movimientos puramente especulativos, impulsados por la debilidad estructural del dólar y por la presencia de grandes capitales ociosos en los mercados internacionales. Lo cierto es que los inventarios de petróleo crudo han aumentado en 59% en los últimos doce meses. Hay actualmente numerosos tanqueros dándole la vuelta al mundo, cargados con el crudo.
También debe haber ayudado al incremento reciente de los precios del petróleo lo que se ha empezado a conocer de la política energética de la administración Obama. Esa administración está empeñada en promover alternativas energéticas al petróleo y el carbón. Y la verdad es que, con la excepción de la energía nuclear que a Obama tampoco le gusta, no existen realmente alternativas lo suficientemente rentables y confiables que puedan sustituir en debida forma a las fuentes más tradicionales. Pero a la administración Obama eso lo tiene sin cuidado y está cancelando proyectos de exploración de hidrocarburos en estados como Utah, Colorado y Alaska. También está en proceso de eliminar las ventajas tributarias que se otorgan a la actividad exploratoria.
Un dólar débil y sin mayores perspectivas de fortalecimiento en vista de las políticas monetarias y fiscales irresponsables de la administración Obama, así como las políticas energéticas erráticas de esa administración, serían, entonces, lo que está llevando a los inversionistas internacionales a refugiarse en la compra de inventarios de productos básicos, incluido el petróleo. Se trataría, con todo, de un fenómeno que no duraría mucho. La acumulación de inventarios de estos productos, si no está respaldada por un aumento de la demanda en un futuro cercano, o sea sin una reactivación sostenible de la economía global, podría convertirse sin previo aviso en un pésimo negocio.