La caída de los precios internacionales no ha doblegado a la industria norteamericana de extracción del petróleo proveniente de yacimientos no convencionales.
La supuesta estrategia de Arabia Saudita de no obstaculizar la caída de los precios para asestarle un golpe de gracia al sector petrolero de esquistos bituminosos de Estados Unidos, sencillamente no ha dado resultado. Después de 20 meses de bajos precios esta parte de la industria petrolera está ‘vivita y coleando’.
Es cierto que los bajos precios han repercutido negativamente sobre muchos proyectos de inversión, tal como lo indica Ambrose Evans-Pritchard (“Texas shale oil has fought Saudi Arabia to a standstill”, Daily Telegraph, julio 31 de 2016). Por ejemplo, ha llevado a la suspensión de mega proyectos de exploración y explotación en aguas marítimas profundas. Y también en otros proyectos cuya rentabilidad no es suficientemente atractiva a precios como los actuales en el horizonte de US$40 barril.
Pero al tiempo que las pesadas y burocratizadas empresas petroleras estatales de los países de la OPEP están atravesando una profunda crisis financiera por su incapacidad de reducir costos para adaptarse a las nuevas circunstancias del mercado, los ‘fracturadores’ hidráulicos de esquistos bituminosos han logrado hacerlo en forma dramática.
Mejoras en las tecnologías de perforación y en el manejo de la información analítica para calcular costos son factores que han transformado la rentabilidad del negocio. Hay que tener en cuenta que en la industria de los esquistos bituminosos los pozos se perforan y completan en apenas unas semanas y su producción se puede detener sin consecuencias sobre su operatividad si se decide su reapertura meses o incluso años después. Esta flexibilidad no existe en los grandes proyectos tradicionales.
Evans-Pritchard cita estudios que muestran cómo en algunas áreas del sector de esquistos bituminosos de Estados Unidos los costos de producción han caído a niveles cercanos a US$35 barril, la mitad de lo que eran a comienzos de 2014, y cómo la mayoría de los fracturadores actuales pueden defenderse con precios en el rango entre US$40 y US$50 barril.
Pero además alrededor del 90% de los 3.900 pozos perforados pero no completados podrían ser puestos rápidamente en operación en forma rentable si el precio del petróleo llega a US$50 barril. O sea que hay un excedente de oferta por concepto de estos pozos no completados y que se calcula en 1 millón de barriles diarios.
No solo eso. Los fracturadores hidráulicos pueden instalar plataformas de explotación en mas o menos 135 días, lo que se compara con los 7 a 10 años que requieren los mega proyectos en áreas marítimas. Según Evans-Pritchard, los grandes perdedores con todo esto son los proyectos costa afuera en Nigeria y Angola, los del Ártico, los del Golfo de México, los de las arenas petrolíferas de Canadá, y los de la Cuenca del Orinoco en Venezuela.
Ahora bien, países como los petroleros de África, Venezuela y aun Arabia Saudita (y en menor escala Colombia) se montaron en un tren de gastos y subsidios financiados con excedentes petroleros cuando el precio internacional estuvo por los lados de US$100 barril. Ríos de leche y miel corrieron durante unos años. Pero ahora, a la mitad o menos de los que fueron los precios de bonanza, esa industria petrolera, con esas ineficiencias y esos sobre costos, ha empezado a generar grandes pérdidas.
Los estimativos son de que a un precio de US$55 barril solo en el oeste de Texas sus petroleros privados podría incrementar su producción en poco tiempo en 3 millones de barriles diarios. Algo similar sucedería en otras zonas productoras de Estados Unidos. Y eso que todavía no ha terminado el proceso de innovación tecnológica que llevaría a una reducción adicional de costos y que haría aun mas angustiante la situación económica de la mayoría de los países emergentes petroleros.
Es cierto que los bajos precios han repercutido negativamente sobre muchos proyectos de inversión, tal como lo indica Ambrose Evans-Pritchard (“Texas shale oil has fought Saudi Arabia to a standstill”, Daily Telegraph, julio 31 de 2016). Por ejemplo, ha llevado a la suspensión de mega proyectos de exploración y explotación en aguas marítimas profundas. Y también en otros proyectos cuya rentabilidad no es suficientemente atractiva a precios como los actuales en el horizonte de US$40 barril.
Pero al tiempo que las pesadas y burocratizadas empresas petroleras estatales de los países de la OPEP están atravesando una profunda crisis financiera por su incapacidad de reducir costos para adaptarse a las nuevas circunstancias del mercado, los ‘fracturadores’ hidráulicos de esquistos bituminosos han logrado hacerlo en forma dramática.
Mejoras en las tecnologías de perforación y en el manejo de la información analítica para calcular costos son factores que han transformado la rentabilidad del negocio. Hay que tener en cuenta que en la industria de los esquistos bituminosos los pozos se perforan y completan en apenas unas semanas y su producción se puede detener sin consecuencias sobre su operatividad si se decide su reapertura meses o incluso años después. Esta flexibilidad no existe en los grandes proyectos tradicionales.
Evans-Pritchard cita estudios que muestran cómo en algunas áreas del sector de esquistos bituminosos de Estados Unidos los costos de producción han caído a niveles cercanos a US$35 barril, la mitad de lo que eran a comienzos de 2014, y cómo la mayoría de los fracturadores actuales pueden defenderse con precios en el rango entre US$40 y US$50 barril.
Pero además alrededor del 90% de los 3.900 pozos perforados pero no completados podrían ser puestos rápidamente en operación en forma rentable si el precio del petróleo llega a US$50 barril. O sea que hay un excedente de oferta por concepto de estos pozos no completados y que se calcula en 1 millón de barriles diarios.
No solo eso. Los fracturadores hidráulicos pueden instalar plataformas de explotación en mas o menos 135 días, lo que se compara con los 7 a 10 años que requieren los mega proyectos en áreas marítimas. Según Evans-Pritchard, los grandes perdedores con todo esto son los proyectos costa afuera en Nigeria y Angola, los del Ártico, los del Golfo de México, los de las arenas petrolíferas de Canadá, y los de la Cuenca del Orinoco en Venezuela.
Ahora bien, países como los petroleros de África, Venezuela y aun Arabia Saudita (y en menor escala Colombia) se montaron en un tren de gastos y subsidios financiados con excedentes petroleros cuando el precio internacional estuvo por los lados de US$100 barril. Ríos de leche y miel corrieron durante unos años. Pero ahora, a la mitad o menos de los que fueron los precios de bonanza, esa industria petrolera, con esas ineficiencias y esos sobre costos, ha empezado a generar grandes pérdidas.
Los estimativos son de que a un precio de US$55 barril solo en el oeste de Texas sus petroleros privados podría incrementar su producción en poco tiempo en 3 millones de barriles diarios. Algo similar sucedería en otras zonas productoras de Estados Unidos. Y eso que todavía no ha terminado el proceso de innovación tecnológica que llevaría a una reducción adicional de costos y que haría aun mas angustiante la situación económica de la mayoría de los países emergentes petroleros.